Francisco, la comunicación social y la deformación de la sociedad

El Papa enseña que “la comunicación es algo sagrado” y “es quizás de las cosas más lindas que tenga la persona humana”

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El papa Francisco leyendo un comunicado
El papa Francisco leyendo un comunicado

En la mañana del viernes 28 de enero próximo pasado, el Papa Francisco recibió a los miembros del Consorcio Internacional de Medios de Comunicación Católicos “Catholic fact-checking”. En su discurso abordó algunas cuestiones cruciales de la comunicación social, su vinculación con la política y las consecuencias sociales de una mala comunicación. Tomamos una referencia de nuestra historia patria, conceptos de Su Santidad en dicho discurso y expresiones que sobre el tema hizo esta semana a una agencia de noticias oficial de argentina.

“Hablar de prensa es hablar de política”, J.B. Alberdi.

La verdad del periodismo no es, necesariamente, la verdad de la realidad concreta. Juan B. Alberdi en 1852/1853 debate con Domingo F. Sarmiento los grandes asuntos de la República en la etapa que se vivía después de Caseros.

Alberdi afirmaba que “hablar de la prensa es hablar de la política, del gobierno, de la vida misma de la República Argentina, pues la prensa es su expresión, su agente, su órgano”. “Si la prensa es un poder público, la causa de la libertad se interesa en que ese poder sea contrapesado por sí mismo” (Cartas Quillotanas, Alberdi a Sarmiento, 4 de marzo de 1853 pag. 5/6, Ediciones Estrada, Bs.As., 1957).

El autor de las Bases respecto de la función de la prensa y su relación con la política consideraba que era un grave desvío de la libertad de prensa seguir -después de Rosas -dedicada a “combatir” como si los periódicos fueran un ejército contra otro ejército al que había que derrotar, y hacerlo sin diferenciar la verdad objetiva de “las campañas periodísticas” por ejemplo de las que participaba Sarmiento en Chile y aquí.

Las expresiones “Economía libre” y “economía dirigida” indican relaciones

La información cuando el destinatario cree en quien la enuncia puede tener carácter performativo y cuando en los hechos es falsa (sería deformativa) instala basura en la conciencia del receptor o ciudadano y así fue siempre. Poco después de Mayo desde la Gazeta de Moreno que manejó más tarde Rivadavia se difundió con fuerza el ideario liberal. “Economía libre” como verdad absoluta. Gobierno ínfimo, contratación de empréstitos (Baring Brothers), aduanas abiertas, libre navegación de los ríos, eliminación de aranceles a la importación de manufacturas, etc.; la difusión de estos principios que constituirían una economía liberal si no es en relación carecen de sentido. Nadie concibe una economía libre en general. Esas ideas fueron instaladas primero por las editoriales de la prensa porteña que conformaron la conciencia de la burguesía criolla y de los comerciantes de Buenos Aires. Como se sabe Inglaterra primero, EU sabiendo que la libertad es una relación, llevaron a cabo una política dirigida y una economía libre cuando cada una de ellas era ventajosa en relación a sus intereses y para ello implementaron una política cultural.

Cuando nos tocaba el turno nos patearon la escalera

Cuando prescribieron las recetas para las ex colonias españolas lo siguieron haciendo desde los intereses del centro y no desde la silla de las colonias. Para las naciones “no desarrolladas” exportadoras de materias primas y potenciales “compradoras” de materias elaboradas les impusieron economías libres y abiertas. Y los argentinos importamos la idea sin advertir que la esencia de la realidad de las relaciones comerciales internacionales era sustancialmente diferente.

Como dice un economista coreano cuando llegó nuestro turno de desarrollarnos “nos patearon la escalera”.

“La comunicación no debe cambiar la esencia de la realidad”

El Papa Francisco enseña que “La comunicación es algo sagrado. Es quizás de las cosas más lindas que tenga la persona humana. Comunicarse es divino y hay que saber hacerlo con honestidad y autenticidad. Sin agregar cosas de mi cosecha y no decirlo”

“Hay medios que tienen una metralla en la mano”

“Hoy día los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad didáctica: enseñar honestidad a la gente, enseñar a comunicarse con el ejemplo, enseñar a la convivencia. Pero si vos tenéis medios de comunicación que da la impresión que tienen una metralla en la mano para destruir a la gente -con la selección de la verdad, con la calumnia, con la difamación o con ensuciarlo- eso nunca hará crecer a un pueblo”. Por ejemplo en las primeras décadas del siglo XIX a quienes se oponían al libre comercio los ametrallaban desde los periódicos porteños y cuando esto no fue suficiente como en fue caso de Dorrego lo fusilaron.

“En la comunicación y en el periodismo se suelen cometer 4 pecados”

Dice el Papa Francisco: “Primero, la desinformación: decir lo que me conviene y callarme lo otro. No, ¡decí todo! no podés des-informar. Segundo, la calumnia. Se inventan cosas y a veces destruyen a una persona con una comunicación. Tercero, la difamación, que no es calumnia, pero que es como traerle a una persona un pensamiento que tuvo en otra época y que ya cambió. Es como si a un adulto te trajeran los pañales sucios de cuando eras chiquito. Era chico, pensaba así. Cambió, ahora es así. Cuarto, la coprofilia, es decir, el amor a la caca, el amor a la porquería. O sea, buscar ensuciar, buscar el escándalo por el escándalo”.

Nos preguntamos, ¿no cometieron los 4 pecados los dos diarios más importantes en los últimos meses de la presidencia de Yrigoyen y en los tres últimos años de la segunda presidencia de Perón?

Si obro lealmente digo “la verdad objetiva” y digo cuál es “la salsa”

“Creo que un medio de comunicación tiene que estar atento a eso (los 4 pecados). Su valor es expresar la verdad. Digo “la verdad”, pero soy yo quien la expreso y le meto “mi salsa”. Pero dejo bien claro lo que es mi salsa y lo que es lo objetivo. Y la transmito…..Hay que tener cuidado para que la comunicación no cambie la esencia de la realidad”.

“Dale que va”

“…cuando a veces pienso en algún medio que lamentablemente no cumple bien su misión, cuando pienso estas cosas de nuestra cultura en general, de la cultura mundial, que dañan a la misma sociedad, me viene a mí una frase de nuestra filosofía que parece pesimista, pero es la verdad: “Dale que va, todo es igual, que allá en el horno se vamo a encontrar”. Es decir, no interesa qué es la verdad o qué no lo es. No interesa que esta persona gane o pierda. Todo es igual. “Dale que va”. Cuando se da esa filosofía en los medios de comunicación es desastroso porque crea una cultura de la indiferencia, del conformismo y del relativismo que nos daña a todos”.

¿Hay una ética para los dirigentes y una ética para la persona?

En nuestro país en particular se acepta que en política el amor a la verdad es una utopía y que debe aceptarse que el político mantenga una doble ética como predicaba al Príncipe Nicolás de Machiavello y a la que brindó un fundamento racional Max Weber: una ética para el político y otra diferente para el ciudadano. Frente a eso, el Papa Francisco y no pocos políticos en el mundo de hoy desde Ángela Merkel a José Mujica por tan solo citar dos ex jefes de Estado recientes, afirman que no existe más que una sola ética sin divisiones: “los políticos y hombres de Estado no tienen derecho a una moral especial. Los fines políticos no justifican medios inmorales” (H.Kung) sin embargo, en nuestro país, quienes hacen de eso una práctica no tardan en ser excluidos del mundo político o condenados al rincón de los denunciadores. Y para que nadie muera en el intento recogemos aquí al consejo de un filósofo.

Honestidad y sagacidad

Para lograr ser un político y/o funcionario diestro -este cronista nunca lo fue -y sostener la honestidad -a la que nunca renunció -se tiene que lograr un equilibrio entre la honestidad y la sagacidad. “Para sobrevivir -dice el maestro -el político y el funcionario debe ser perspicaz, inteligente y perceptivo, estratega hábil e ingenioso y, si es necesario, astuto y ladino, pero no malicioso, intrigante ni canalla.” A lo que hay que sumar que Alberdi tenía profunda razón cuando advertía sobre la relación de la política y la prensa.

Este cronista un día aciago olvidó “la fórmula de Kung” y a causa de ese olvido soporta que después de 25 años los condenados por la sociedad y absueltos por una justicia venal, refrieguen por los diarios y la pantalla las máculas, que lleva con orgullo, de haber asumido el riesgo de aplicar la “igualdad ante la ley”, sin advertir que estaba remando contra una corriente que con más fuerza lo llevaba a chocar con la realidad del poder absoluto. Otra vez -como diría Francisco -se cumplió la regla según la cual “la realidad es superior a la idea”.

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