Tom Cruise: hasta el cielo y mucho más

El impacto del actor estadounidense en el cine mundial a través de su último papel en “Top Gun: Maverick”

Tom Cruise (Paramount Pictures)

La vieja y vigente pregunta a los niños cuando alguien les consulta cuánto los quieren. En el caso de “Top Gun: Maverick”, ‘hasta el cielo y mucho más’ tiene que ver con una escuela de élite que forma pilotos y aprenden a velocidades altísimas con aviones armados, tecnología máxima y valor para usarlos. Es un grupo que combatirá como lo hizo Pete “Maverick” Mitchell en 1986, en el primer Top Gun. Aquel fue el lanzamiento definitivo de Tom Cruise, la última —me juego un lechón— estrella del cine.

En este nuevo Top Gun (“Maverick” quiere decirnos más o menos ‘rebelde’, un poquitín ‘indisciplinado’ si cree que tiene que jugárselas) es capaz de llevar otra vez a los cines al actor estadounidense contra toda opinión y triunfa. Es el héroe pero con algunas trampas del tiempo (Cruise tiene 59 años) y una que otra señal en la cara perfecta.

¿Contra toda opinión? Hay algún problema que a Maverick lo bajonea un tanto —cada piloto en entrenamiento extremo debe tener un apodo como regla y forma de amistad y confianza— cuando regresa al lugar secreto donde se preparan. Viene a suceder que la camada actual tiene al personaje de Tom como una leyenda, aunque ya no como el fenomenal héroe contra cualquier desafío. Su momento ha pasado.

Alguna pena se filtra en él, mitigada por la chica del bar que atiende en las pausas de camaradería y el ciclón de cerveza a cargo de la actriz Jennifer Connelly. Algunos la recordarán desde el personaje de “Laberinto” —con David Bowie—, película en la que lo mira encantada. Viene a ser el elemento de romance que no puede faltar. Como no falta el sentimiento de amistad y deuda con un amigo.

La mesa está servida: entretenimiento, amigos para siempre, triunfo y un actor de época dotado de instinto y entusiasmo. Puede que otros cariñosos con el cine prefieran los films de grandes autores. Están donde puedan encontrarlos. De todos modos: la de Cruise, el Top Gun: Maverick ha conseguido 1.000 millones de dólares en un mes con una inversión de 170 millones y algo más.

"Top Gun: Maverick" (Paramount Pictures)

Frente a un objetivo planificado con los súper aviones para destruir un programa atómico que busca una potencia antioccidental y terrorista entre montañas, desfiladeros y picos altos y afilados —todo bajo vigilancia de misiles—, Maverick galopa de nuevo y vuelve a ponerse a la cabeza con la admiración gradual de los escépticos que lo juzgan y señalan de estar pasado para estos asuntos. Desde allí en adelante es pura gozada: el cine se une resueltamente a los jueguitos electrónicos, la música acompaña y vence al tiempo y al prejuicio.

Tom Cruise, de un metro setenta de altura, es considerado de alguna manera bajo para los grandes galanes históricos, pero el cine es más un lenguaje de rostros y para él no es un problema ni una desventaja. El actor está en forma y trabajó sin ayuda de dobles de riesgo en escenas arriesgadas como supo hacerlo en las entregas de Misión Imposible, con la gran partitura de Lalo Schifrin, responsable de haber compuesto el tema principal.

En la vida de Cruise hay una etapa que se encuentra en muchas otras celebridades. Con padres distanciados y mudanzas constantes —nosotros consideramos la mudanza como uno de los hechos más traumáticos, un duelo con dramatismo: los estadounidenses se mudan como cuando se come un pancho, una coca y se van a seguir otro trabajo, en otro ámbito—, supo quedarse con la madre hasta largarse a la ciudad de Manhattan dispuesto a ser actor. Y, como suele ocurrir, realizó todo tipo de trabajos hasta que se reparó en su apostura y en las lecciones y ejercicios escénicos a los que apuntaba mientras tanto .

El actor tuvo oportunidades. Abundantes, no solo por su apariencia sino también por una chispa de ironía y su talento que contribuyeron a ser quien finalmente es.

Cruise es el actor más caro —se produce en ocasiones— y cuenta con una versatilidad que vale destacar. En su experiencia hay para hacer dulce en sus perfiles: desde la “Misiones” y los dos Top Gun, hasta Oblivion, El último Samurai, Minority Report (Steven Spielberg), El color del dinero (Martin Scorsese), Rain Man (Barry Levinson), Nacido el cuatro de julio (Oliver Stone), La tapadera (Sydney Pollack) y Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick). Hay cantidad de roles y variedades.

Cruise lleva consigo un historial de vínculos con diversas actrices de Hollywood en su carrera veloz, aunque no es un coleccionista de vínculos a la manera de Warren Beatty. También registra casamientos, con socias conyugales como Mimi Rogers, Nicole Kidman —juntos en Eyes Wide Shut— y Katie Holmes. Cuenta con algunas espinas en por lo menos dos relaciones matrimoniales: tuvo que ver con la adhesión fervorosa y el rol de difusor de la Cienciología, un sistema de creencias y prácticas religiosas creado por un profuso autor de novelas de ciencia ficción —Lafayette Ronald Hubbard, un hombre nada común cuyas razones tienen que ver, lo digo por arriba que ya habrá quienes salgan a explicarlo a gusto y convicción, con la idea de que son inmortales y la condición aceptada es solo un paso: unión de mente y cuerpo, como una forma de medicina tan discutida como acusada de integrar una secta.

Con Cienciología o sin esas creencias, Cruise es el rey del negocio y se ubica en el lugar de la última gran estrella. No hay con qué darle.

Con los directores de creación pura o con el programa de pasarla bien y nada más —que vale también—, la gente lo quiere: hasta el cielo y mucho más.

(Paramount Pictures)

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