La necesidad de revisar el BRICS

La presencia de China y de Rusia, que aspiran dividir al mundo en esferas de influencia según el documento firmado por ambos el 4 de febrero, replantea el futuro de la organización

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Alberto Fernández, en la cumbre del BRICS
Alberto Fernández, en la cumbre del BRICS

El presidente Alberto Fernández mencionó durante su presentación en la Cumbre del BRICS la predisposición de la Argentina de incorporarse al bloque. El recordatorio tuvo lugar después de los trascendidos sobre la posibilidad de una ampliación inmediata del número de países que lo integran para consolidar la posición del BRICS como interlocutor en las negociaciones internacionales de los países en desarrollo ante los Estados Unidos y Europa.

El BRICS surgió en 2006 para coordinar la posición de Rusia, China, Brasil e India en las Naciones Unidas. La mayor participación de los países en desarrollo en la economía mundial constituyó un aliciente para propulsar cambios en los organismos internacionales. La constitución definitiva tuvo lugar en 2009. Desde ese entonces, con la incorporación de Sudáfrica y el fortalecimiento de China como segunda potencia económica, sumó la cooperación entre los miembros. Los 75 puntos de la Declaración de Beijing confirman la pretensión del BRICS de convertirse en un polo de poder en el escenario mundial. Sin embargo, la presencia de China y de Rusia, que aspiran dividir al mundo en esferas de influencia según el documento firmado por ambos el 4 de febrero, replantea el futuro de la organización.

En la reunión de Beijing, India se opuso a la ampliación del BRICS para evitar que se transforme en un instrumento de la política internacional de China por la diferencia en la disponibilidad de recursos para financiar la cooperación y por discrepar en temas de la seguridad. El Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) destinado a proyectos en los países miembros, con sede en Shanghai, forma parte de la red de entidades financieras implementadas por Beijing para competir con los organismos financieros tradicionales. La presencia de Rusia también explica el lenguaje trivial utilizado para referirse a la guerra en Ucrania como si agresor y agredido estuvieran al mismo nivel.

El discurso breve de Jair Bolsonaro en la Cumbre se concentró en el punto 7 de la Declaración sobre la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde Brasil al igual que India reclaman incorporarse como miembros permanentes alegando la importancia de la representación geográfica. El ex canciller Celso Amorin fue el impulsor en su momento de esta aspiración que constituyó la principal justificación para la participación de Brasil en la conformación del BRICS.

La decisión del gobierno de Lula da Silva de convertir a Brasil en un referente internacional implicó una reorientación de los intereses de Brasil, pero al mismo tiempo trajo aparejado una desvalorización del papel del MERCOSUR, que comenzó a aparecer como un apéndice para su política internacional desviando los esfuerzos hacia un organismo ajeno a la región, donde encontraba por la presencia de China un incentivo para su inserción global. Una situación similar vuelve a repetirse en esta oportunidad cuando el presidente Alberto Fernández convierte la actual presidencia de la CELAC en un activo para reclamar un lugar donde todavía no fue invitado.

Estos espejismos sobre los diferentes nucleamientos en un momento en el que recrudecen los antagonismos obligan a preguntarse sobre la importancia real del proyecto de integración regional. La falta de protagonismo del MERCOSUR por las diferencias internas y los magros objetivos de la CELAC no contribuyen a presentar a América Latina como un continente con intereses comunes, a pesar de que todas las declaraciones coinciden en la necesidad de impulsar la coordinación y la integración. No existe una armonización de los objetivos ni la capacidad de formular políticas comunes porque todavía no se acepta que la integración es una herramienta para superar las restricciones nacionales.

El BRICS no ofrece en estos momentos ninguna ventaja. La Argentina ya forma parte de la Ruta de la Seda (BRI) y firmó acuerdos de cooperación económica muy ambiciosos con China. India forma parte del QUAD y bloquea los compromisos sobre agricultura en la OMC; el interés de Brasil, como lo expresara Bolsonaro, no va más allá del aval para conseguir una banca en el Consejo de Seguridad y Rusia se convirtió en un paria. La pertenencia al BRICS implica compromisos que en las actuales circunstancias no parecieran redituables al posicionamiento nacional.

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