Todos somos un meme

Ciberbullying y memética: el ridículo, la burla y la discriminación on y offline

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Los memes además pueden ser
Los memes además pueden ser utilizados por ciberatacantes para infectar dispositivos (Foto: Tecnología para los negocios)

Paradigmático: “Martes 13″, la icónica película de terror, cuenta la historia de Jason Voorhees, el hijo de una cocinera que asesina a varias personas en venganza por el bullying que sufrió cuando era niño. Los memenautas no pasan por alto este día para generar nuevas piezas de memética con Jason como protagonista y su regreso al campamento para castigar a quienes lo habían maltratado.

A diferencia de Jason, que era víctima de bullying y se convirtió en un meme, Débora es una persona real, también reducida a ello que terminó sufriendo ciberbullying. Ella tenía 15 años, estaba en una reunión familiar cuando se sacó una selfie con su celular y la compartió en su perfil de Facebook. Poco después cambió su vida para siempre: desconocidos copiaron y compartieron su foto, mofándose de ella cruelmente. No tardó en darse cuenta que, tristemente, su foto se estaba convirtiendo en un meme y era objeto de burlas y bromas en redes sociales y medios digitales.

Mientras la foto generaba risas entre quienes la compartían, Débora lloraba en su casa, en Brasil. Los memes hablaban sobre su apariencia. Fue humillada y catalogada como persona fea. Abandonó la escuela, dejó de salir a la calle y pensó en el suicidio. Lamentablemente, siete años después, Débora vio cómo volvían a reciclar su foto para un meme en Facebook e Instagram. En ese momento ya tenía un hijo, trabajaba e intentaba que la nueva oleada de memes no la afecte como antes. Es inquietante el alcance que puede tener la difusión de imágenes, con la tecnología como instrumento, y la forma en que pueden impactar en la vida de una persona.

El secreto de un meme tiene que ver con la necesidad de publicarse lo más rápido posible. La interacción y viralidad se dan con mayor probabilidad sobre temas candentes o que le interesan a la gente. Esa ridiculización de alguien que siempre existió ocurría en mucha menor proporción y ahora tiene una escala mayúscula.

El ridículo y la burla en Internet pueden estar presentes para siempre, porque no existe ley del olvido. De hecho, siete años después la imagen de Débora reapareció y era compartida nuevamente en publicaciones virales que se volvían a burlar de lo mismo: su físico, su apariencia, su raza, su color de piel.

¿Quién puede decir que no colaboró en la viralización de un meme? Con un contexto sustancialmente distinto, Salvador Ramos, el joven de 18 años que entró a la Escuela Primaria Robb en Texas y asesinó a 19 niños y dos maestras antes de ser abatido, no tuvo una vida fácil en la escuela. Su tartamudez y su fuerte seseo lo convirtió en víctima de bullying. Ramos publicó una foto suya con delineador negro en los ojos, lo que provocó que lo señalaran despectiva y discriminatoriamente de homosexual, convirtiéndolo en un nuevo meme.

Pero la faceta nociva y peligrosa de un meme no termina aquí, ya son varias las oportunidades en que un malware viaja escondido en un gráfico que se viraliza. Los memes pueden ser creativos, divertidos, controversiales, maliciosos, discriminadores, racistas, ofensivos, pero además pueden ser utilizados por ciberatacantes para infectar dispositivos.

Más allá de bromas o imágenes graciosas para algunos y de un martirio para otros, se trata de “imágenes” que hoy transmiten mucho más que un “chiste”. Es necesario ser consciente que cuando sacamos una selfie, plasmamos en una imagen mucha más información de la que creemos. Con toda la información que podemos ver en la foto, el protagonista y sus contactos pueden sufrir ataques dirigidos de phishing, robo de información, suplantación de identidad, fuga de información, etc.

Moraleja: a pesar de lo gracioso y divertido que pudiera ser un meme, la ofensa y la burla están solo a un clic de distancia y es gratis. No tanto así para las víctimas cuando las plataformas y las organizaciones poco o nada hacen, porque no pueden o no quieren.

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