Territorios explotados por las diversas vertientes del crimen organizado. Del lado del NEA, con obscena escenografía reactiva. Del lado del NOA, con patética ignorancia. Condiciones funcionales para no garantizar, mínimamente, la seguridad del país.
La penetración es tal, que los territorios no solo se perciben como fértiles sino que se viven como tales. Las organizaciones criminales saben cómo ingresar. El estudio de rutas, horarios y vulnerabilidades es riguroso. La inteligencia que no hacen las Fuerzas Federales ni los organismos “especializados” nacionales la hacen las redes de la narcocriminalidad y demás vertientes del crimen organizado. Sucede que en la cultura del delito complejo no se permite la improvisación. Mucho menos, la equivocación.
Argentina tiene comprobadas debilidades y comprobados vastos vacíos. Escenario ideal para tejer alianzas y armar nuevos corredores de la cocaína para llegar a África y poder penetrar, como primera posta, en Marsella, Francia. Y picar en Italia. Pero para ello, se necesita de un nexo. De un vaso comunicante con contactos establecidos en ambas márgenes.
Se trata de conquistar nuevos territorios, y de salir de la obviedad Latinoamericana ya detectada en las rías españolas.
Acento enigmático en la pluriculturalidad organiza a las nuevas líneas del narco
Así como Argentina no puede ser entendida en su norte sin la impronta de Bolivia, Paraguay y Brasil, Francia, en el sur, tampoco puede ser comprendida sin la influencia Magrebí (Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia). Influencia que desde hace algunos años inició sus ensayos en los extremos de la región norte argentino. Ensayos operativamente materializados mientras las autoridades jugaban a conformar un Ministerio de Seguridad nacional.
Recordemos que en Argentina las autoridades nunca estuvieron a la altura de abordar el delito federal de narcotráfico conforme al estadío en el que se encontraba. De color local criminal, nuestro país le abrió y abre las puertas a las diversas lenguas narcóticas para la ejemplaridad de la fusión. Lenguas fusionadas que desde el año 2014 solo se constatan.
En los Trifinios de Argentina los cónclaves de las segundas líneas del Narcotráfico magrebí supieron medir terreno. Estudiar corredores. Y por supuesto, armar con sus métodos a las nuevas hordas del crimen. Las que no heredan el negocio. Las que no emergen de la droga pero que diagramaron una base local necesariamente receptiva.
Se trata de jóvenes bandas que vienen a disputar poder. Liderazgo. Nuevos mercados. Jóvenes con aspiraciones mafiosas en el vergel de la anomia. Es que en Argentina hay lugar para todos.
Tres puestos claves en el armado de estas bandas con génesis magrebí. Especialmente, con influencia marroquí. Sujetos que se entremezclan con el acento colombiano. También mexicano. Todos en búsqueda de una parcela. En la venta de algo que sea velo del tráfico.
Puestos indispensables para una organización efectiva y poco ampulosa.
Guetteur.
Nodriza.
Kaláshnikov.
El primero es el vigilador. El equivalente al tero de Córdoba o al campana de Buenos Aires. La segunda, es la madre joven sin marido. La encargada de almacenar la droga. De acopiar la sustancia y en algunos casos, también la tenedora voluntaria de armas.
El tercero es el sicario. Muchas veces con el rifle tatuado. En otros casos, no.
Sucede que el tatuaje es la etiqueta con la que las nuevas redes jóvenes no quieren cargar. El tatuaje es la representación de la obviedad que puede truncar un negocio o los puede poner bajo el visor policial. Es la historia criminal marcada en la piel o la construcción de la nueva historia que se comienza a escribir.
El tatuaje es identificación y pertenencia a un universo determinado. Con significados de todo tipo. Significados que convergen en la pelea por el poder real.
La particularidad de estas redes también se encuentra en su nomadismo. Es la estrategia para no ser detectadas por ninguna agencia de inteligencia. Por ningún administrador de la lucha contra el Narcotráfico para negociar “arrepentidos” o “diezmo” operativo.
Las alianzas están tejidas. Los enclaves no tratados como tales de los dos puntos claves de Argentina (Triple Frontera y Punto Tripartito) fueron las bases para el crecimiento de la telaraña. Todo comenzó a fines del 2018 y la pandemia (2020) no fue impedimento sino providencia.
El Magreb entre Argentina y Marsella
Jóvenes narcotraficantes argentinos con influencia en Marsella, vaso comunicante magrebí.
Magrebíes en Argentina para captar, en nuestro ecosistema criminal, la influencia latinoamericana para vender en Europa mediante nuevos mecanismos. Nuevas rutas. Especialmente, en Marsella. Enclave francés donde fracasa la integración social al tiempo que se consagra la integración criminal.
Marsella, donde según fuentes de la investigación, existen alrededor de 160 puntos de venta de droga. Menos que en CABA, y menos que en cualquier corredor Bonaerense aunque con el agravante poblacional menor para esa cantidad de bocas de expendio.
La geografía y la confluencia cultural delictiva revelan en el mundo la tendencia de un Narcotráfico en búsqueda de comodidad para poder aceitar espacios y vínculos. Así es que los magrebíes están entre nosotros de forma golondrina. Ingresos y egresos jactanciosos por una frontera con cajas financieras institucionalizadas de la criminalidad organizada. Geografía bendita para salida de estupefacientes. Controles cuantificados y mediocres. Testeo indispensable de demanda de hachís.
Es, el hachís, la joya narcótica que acunan estas nuevas generaciones vírgenes de patrones, herencias y rencores. Generaciones conscientes de la riqueza de la tierra en la miseria de la lucha.
El hachís marroquí ya se comercializa a cambio de una cocaína de muy buena pureza que se exporta. Intercambio sin sabor a trueque. Con moneda firme y ajustada a la influencia. Cocaína, especialmente, peruana. Y más costosa la colombiana, cuando triangula de Colombia.
El hachís se consume en círculos exclusivos por sus costos. Aún no se ha masificado y su cotización es alta como la de toda droga no masiva.
Los marroquíes de líneas mafiosas nos estudiaron tanto como los tunecinos. Ambas líneas maravilladas por el imaginario fantástico que trafica lucha, conmovió más a los primeros que a los segundos. Aunque entre ambas líneas hay acuerdos, al momento de la llegada a la región, para que la cocaína no sólo se instale en Marsella, también se desvíe a Italia.
Un trabajo artesanal, por etapas y plazos, que se consolida en el año 2022. Cuando narcos argentinos ya forman parte del engranaje. Del factor Marsella en términos de economía blanca.
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