¿Milagro o cruce temporal casual entre Guardini y el joven Bergoglio?
La periodista Claudia Peiró nos recuerda que “…concluyendo el colegio secundario industrial, con orientación en química, mientras trabajaba en un laboratorio, el joven Bergoglio, de sólo 17 años, se preparaba para festejar el día de la Primavera -y del estudiante- el 21 de septiembre de 1953. Pero antes de ir al encuentro de sus compañeros decidió pasar por la Iglesia de San José de Flores, que frecuentaba como católico practicante que era. Un sacerdote escuchó su confesión”. “Me pasó algo raro -diría Bergoglio siendo Cardenal -no sé qué fue, pero me cambió la vida; yo diría que me sorprendieron con la guardia baja”. Y agregó: “Dios me salió al encuentro para invitarme a seguirle” (Infobae, 50 años de la ordenación sacerdotal de Bergoglio).
El año del llamado de Jorge Mario,1953, a días de diferencia, el filósofo ítalo-alemán Romano Guardini publicaba sus lecciones tituladas Las etapas de la vida: su importancia para la ética y la pedagogía. Guardini sería después uno de los grandes mentores filosóficos de Bergoglio.
Hoy reunimos algunos conceptos del maestro ítalo-alemán sobre la vejez y algunas frases de los discursos del Papa en las primeras y segundas jornadas mundiales sobre la ancianidad.
El maestro del Papa y la sabiduría de la ancianidad
“La aceptación del sí mismo” es el fundamento de la existencia de la persona, dado que trae tras de sí el hecho de estar de acuerdo, tanto con sus propiedades y límites, como con su Yo. La situación anímico-corporal se modifica en el transcurso de la vida, no obstante, continúa siendo sí mismo; por lo tanto, la persona no queda abolida por la diversidad de situaciones. “Desde esta perspectiva, ser-yo implica poseer y transcurrir un camino desde el Yo de la situación inicial al Yo de la plenitud.” Explica E. Razumiejczyk en su “Análisis del “hombre serenado” de Guardini.Y nos recuerda que “la sabiduría... es lo que surge cuando lo absoluto y eterno se manifiesta en la conciencia finita y transitoria, arrojando desde ahí luz sobre la vida”. Agreguemos que esta sabiduría implica también la capacidad de aceptarse con grandeza, dado que surge el sentido existencial del curso y fin de la vida.
Mientras tanto -dice este cronista -hasta el último instante la vida es vida. Ningún mejor ejemplo actual y tangible que el de nuestro Papa que a sus casi 86 con alegría continúa trabajando el presente y planificando el futuro.
Y en ese quehacer de Jefe de la Iglesia universal y vicario de Cristo así como está junto a los pobres, los enfermos, los trabajadores, los clérigos y los laicos, presidentes, reyes, magnates y empresarios está junto a los ancianos que hoy son muchos.
En su ética este filósofo y teólogo describe la senilidad como la etapa donde se alcanza la culminación de la vida, como todo proceso se llegará a ella en función de cómo el hombre se haya preparado para ese estadio. Unos pueden desmoronarse y pensar en lo vacío del existir humano culminando su paso por este mundo con dolor, sufrimiento y muerte (son los que se dedican a hacer el mal y/o a escribir notas falsas cuando son corresponsales p.ej. n.del r.) o bien, prepararse para el acontecimiento singular, corolario de la vida terrena, que posibilita a la persona el encuentro con el Creador y para quienes no son creyentes, con el misterioso más allá.
Mensaje del Papa a los ancianos, mayores y abuelos en su II Jornada Mundial (mayo 2022)
Dice el Papa que “la ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto. Los ancianos no nos conciernen —piensan— y es mejor que estén lo más lejos posible…es la “cultura del descarte”… (olvidando que) una larga vida —así enseña la Escritura— es una bendición, y los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!”
La ancianidad, planes de asistencia y proyectos de existencia
“La ancianidad no es fácil. A pesar de que llega después de un largo camino -es el don de una larga vida -ninguno nos ha preparado para afrontarla, y casi parece que nos tomara por sorpresa. Las sociedades más desarrolladas invierten mucho en esta edad de la vida, pero no ayudan a interpretarla; ofrecen planes de asistencia, pero no proyectos de existencia.”
Los ancianos no debemos ser meros espectadores en el teatro del mundo
A los hijos y nietos les dice el Papa ¿Qué les pide el anciano en su edad senil? “No me descartes”, como el salmo: «No me rechaces en mi ancianidad; no me abandones cuando me falten las fuerzas» (71,9).
Y para no ser meros espectadores hay que incentivar las relaciones. “Junto a la relación con Dios, las relaciones con los demás, sobre todo con la familia, los hijos, los nietos… pero también con las personas pobres y afligidas, a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración…”.
Y este cronista se anima a decir con el Santo Padre que los ancianos debemos actuar en el mundo haciendo lío (¿o no?) ¿Acaso él no hace lío a sus 85? Creo que nos diría que sí y no sólo desde vuestro oficio o profesión sino promoviendo y haciendo “la revolución de la ternura”.
“Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana” (Roma, San Juan de Letrán, 3 de mayo de 2022, fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago).
Dios envía sus representantes para consolar nuestra soledad
El Papa dijo a los ancianos: “Dios envía ángeles para consolar nuestra soledad”; como podemos advertir él “ve” la realidad existencial de una gran mayoría de ancianos que “están y se sienten solos” (Aud. Pública miércoles 13 junio). Les habla a ellos y a sus seres queridos ¿habla también a sí mismo?
Cuando Francisco está sólo dicen quienes conviven con él realiza sus “ejercicios espirituales” y reza o escribe, pero siempre está abierto a los otros por eso nunca está solo, mucho menos melancólico, ¿por qué entonces emplea el “nosotros” hablando a los grupos y en este caso a los grupos de ancianos? como cuando les dice: “Cuando se llega a viejo…es necesario aprender a elegir qué hacer y qué no hacer. El vigor físico viene a menos y nos abandona” al identificarse con el rostro y la pérdida de vigor físico del otro “habla con el corazón en la mano” -dice el periodista que dijo una monja -y es verdad, sin olvidar que el Papa es portador de un corazón inteligente. Siente empatía con el anciano que necesita de él para curar sus heridas en un diálogo directo y personal y en un abrazo le trasmite fe y esperanza. El “nos-otros-nos-uno” de Miguel de Unamuno cobra ahí su profunda dimensión cristiana:
“¿Singularizarme? ¡Vamos!
Somos todos de consuno.
y en la piña que formamos.
soy nos-otros, nos-uno.”
“En este tiempo hemos aprendido a comprender lo importante que son los abrazos y las visitas para cada uno de nosotros, ¡y cómo me entristece que en algunos lugares esto todavía no sea posible!” dice Francisco.
La alianza entre los jóvenes y los mayores
“El futuro del mundo reside en esta alianza entre los jóvenes y los mayores. ¿Quiénes, si no los jóvenes, pueden tomar los sueños de los mayores y llevarlos adelante? Pero para ello es necesario seguir soñando: en nuestros sueños de justicia, de paz y de solidaridad está la posibilidad de que nuestros jóvenes tengan nuevas visiones, y juntos podamos construir el futuro”
Por último, la oración que protege al mundo
El Santo Padre no deja de citar a su predecesor el Papa Benedicto cuando dijo “La oración de los ancianos puede proteger al mundo, ayudándolo quizá mucho más incisivamente que el trabajo de tantos”.
Julio Algañarás es periodista y vive en Roma. Como corresponsal se ocupa en especial de los sucesos vaticanos. Estas notas son siempre críticas, irónicas, burlonas, desconsideradas y de-formativas de la realidad. Parecen construidas desde el odio. Este mes, a propósito del tema de la vejez del que se ocupó Su Santidad, escribió in tono troppo stupido una nota aludiendo a su edad y sus afecciones titulada “El papa Francisco agita fantasmas de dimisión” y el 16 otra titulada “Un melancólico papa Francisco habló de la vejez”. A muchos cristianos nos chocó el tono y las falsedades que encierran sus palabras. Huelen como los containers en molti blocchi de las grandes urbes. También Roma. Más allá de la negatividad en el uso de las palabras y los medios (¡cuánta falta hace una ecología de los medios!) sus notas nos hacen mal, pero a su vez, nos llevaron a releer los discursos de Francisco sobre la vejez y la muerte y esta es la parte buena que debemos reconocer a la malicia del veterano periodista.
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