Inflación: una guerra en donde el Gobierno tira contra su trinchera

La aceleración del ritmo de aumento de los precios se manifiesta en diversos frentes, pero tiene una única causa

Durante los siete meses de Roberto Felleti al frente de Comercio la inflación del rubro Alimentos y bebidas acumuló un alza del 36%, casi 10 puntos porcentuales por encima de la tasa acumulada durante igual período previo (EFE)

Quedó en el recuerdo, casi como una anécdota, cuando a mediados de marzo 2022 el presidente Alberto Fernández, en un discurso en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas, le declaraba la guerra a la suba de los precios. Desde entonces, como era de esperarse, los resultados no han sido para nada alentadores y la escalada de precios no parece haberse desacelerado, sino lo contrario.

Según el dato oficial de abril, la inflación interanual ascendió al 58%, nivel récord desde 1992. Además, los datos del primer cuatrimestre anualizados alcanzan el 86%, pero si se anualizan los dos últimos meses de los que se tiene registro (marzo y abril) el número ronda el 106 por ciento.

Los datos del primer cuatrimestre anualizados alcanzan el 86%, pero si se anualizan los dos últimos meses el número ronda el 106 por ciento

Por otro lado, recientemente el hombre encargado de mantener a raya los precios de los bienes básicos como alimentos, bebidas y productos de limpieza, Roberto Feletti, ha renunciado a la Secretaría de Comercio Interior atribuyendo su decisión a diferencias técnicas con relación al “sendero trazado y las herramientas económicas” escogidas por el ministro Martín Guzmán. La gestión de Roberto Feletti, un hombre cuyas ideas y diagnóstico le dan la espalda a la ciencia económica y a la evidencia empírica, ha sido un absoluto fracaso.

La gestión de Roberto Feletti, un hombre cuyas ideas y diagnóstico le dan la espalda a la ciencia económica y a la evidencia empírica, ha sido un absoluto fracaso (Nicolás Stulberg)

Es que durante los siete meses al frente de Comercio la inflación del rubro Alimentos y bebidas acumuló un alza del 36%, casi 10 puntos porcentuales por encima de la tasa acumulada durante igual período previo. La versión del Gobierno es que Feletti hizo todo lo que podía hacer, pero sus magros resultados tuvieron que ver con el aumento fenomenal de los precios internacionales de las materias primas, tras la invasión rusa a Ucrania.

Vale decir que la guerra desatada en territorio ucraniano no sólo es el “chivo expiatorio” del gobierno argentino, los líderes de los países más importantes del mundo también justifican la escalada inflacionaria más importante de los últimos 40 años de la misma forma. No obstante, es correcto reconocer que los precios mundiales ya venían mostrando una preocupante dinámica ascendente previa al inicio del conflicto bélico.

Los precios mundiales ya venían mostrando una preocupante dinámica ascendente previa al inicio del conflicto bélico

Hay que recordar que hasta hace algunos meses el incremento de la inflación mundial era consecuencia de las deficiencias en las cadenas de suministro globales que no lograban ponerse a tono tras la pandemia, hoy la inflación es consecuencia del aumento en el precio de las materias primas por la guerra. Sin embargo, hay algo vital que ambas explicaciones omiten: la aceleración inflacionaria como el resultado de las laxas políticas monetarias y fiscales aplicadas durante y post pandemia Covid-19. No se niegan los innumerables inconvenientes que la crisis sanitaria y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania vienen generando en la provisión de insumos básicos y alimentos a escala mundial, pero hay que ser claros en las definiciones: no se puede confundir cambio de precios relativos con inflación.

Los argentinos son muy conscientes de que no se necesita una pandemia viral para alcanzar (con creces) los dos dígitos de inflación que se registran desde hace 18 años, por el contrario, el virus endógeno ha sido un constante y creciente déficit fiscal financiado con emisión monetaria.

La relación entre aumento de la oferta de dinero e inflación ya ha sido estudiada por la ciencia económica desde hace muchos años y no vale la pena dedicar espacio a una discusión ya zanjada en el mundo. A pesar de ello, se puede ver en un gráfico el innegable vínculo entre el aumento de la oferta de dinero (M2) y los precios minoristas (IPC).

La aceleración inflacionaria actual tiene como disparador la increíble emisión de dinero que llevó adelante el Banco Central

La aceleración inflacionaria actual tiene como disparador la increíble emisión de dinero que llevó adelante el Banco Central durante los últimos meses del 2021para financiar un descontrolado déficit fiscal producto del llamado “plan platita”, dado que también se demostró empíricamente que la política monetaria actúa con rezagos de 10 a 20 meses.

Si se toma el promedio móvil de tres meses, se ve que la inflación del primer tercio del año (5,8%) ha sido 1,6 p.p. mayor a la de igual tramo de 2021, que a su vez también fue considerablemente mayor que la registrada el año previo. Dicho en otras palabras, la inflación en términos dinámicos se está moviendo 38% más rápido.

El presente es malo, pero el futuro probablemente será peor

La asistencia del BCRA al Tesoro mediante adelantos transitorios durante el primer cuatrimestre 2022 fue de $380.500 millones, acusó un incremento del 100% respecto a la asistencia brindada en igual período del año previo. El motivo de este fenómeno es el ensanchamiento del déficit fiscal.

Excluyendo “Otras Rentas de la Propiedad” (artilugio contable para registrar ingresos que el Sector Público Nacional en realidad no ha percibido, pero ha contabilizado por $250.000 millones entre marzo y abril de este año), los datos oficiales dan cuenta de que los ingresos totales del Estado Nacional crecieron en términos reales en el primer cuatrimestre 3,4%, mientras que los egresos primarios subieron en torno al 14 por ciento.

El futuro de la magnitud de la inflación es impredecible, pero con la continuidad de la actual política económica no se puede esperar otra cosa que su aceleración. Los aspectos a tener en cuenta en los próximos meses son muchos, entre ellos se destacan:

a) la capacidad del Tesoro para colocar deuda en el mercado local pareciera estar menguando, los títulos atados al CER ya representan el 82% de los títulos públicos en moneda nacional, su stock se ha incrementado en el equivalente a más de USD 30.000 millones desde diciembre del 2019 a la actualidad y el mercado ya está mostrando signos de saturación;

El futuro de la magnitud de la inflación es impredecible, pero con la continuidad de la actual política económica no se puede esperar otra cosa que su aceleración

b) la brecha negativa de la dinámica actual de ingresos y gastos parece indicar que el déficit primario difícilmente logre ubicarse en torno a la meta comprometida con el FMI para este año de 2,5% del PBI;

c) el BCRA no logra comprar dólares al nivel deseado a pesar de estar atravesando el mejor momento del año en cuanto a la liquidación de agroexportaciones; y

d) el agitado clima político podría generar expectativas que hagan caer aún más la demanda de dinero y acelerar la suba de la cotización del dólar y de la inflación.

De ahí que la tendencia no puede cambiar sin una política económica consistente, y este gobierno ya ha demostrado su incapacidad al respecto.

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