Por razones políticas, ideológicas o simple error de diagnóstico, sucesivas administraciones han priorizado la expansión del consumo a la inversión y a las exportaciones. Sin embargo, la historia enseña que es imposible sostenerlo sin caer en una crisis inflacionaria y cambiaria si las otras dos variables no crecen suficientemente y con anticipación.
En ese marco, ¿tuvo éxito la política de poner platita en el bolsillo? ¿Qué se puede esperar hacia adelante?
El Gobierno aplicó políticas expansivas de gasto para paliar la recesión de la pandemia y mejorar sus chances en las elecciones del año pasado. Al respecto, y según las estimaciones mensuales de consumo privado de la Universidad del Salvador (USAL), las tasas de crecimiento mensuales interanuales fueron de dos dígitos casi todos los meses entre marzo de 2021 y febrero 2022, pero en marzo el incremento cayó a sólo 4,3 por ciento.
Este último dato reviste especial importancia por las diferencias entre rubros y porque podría ser el preludio de lo que viene. La caída del consumo privado se explica por el menor consumo de alimentos para el hogar y de indumentaria y calzado. El primero, que representa casi una cuarta parte del consumo familiar, tiene un descenso de 6,5% respecto a marzo del año 2021, y fue provocado por la caída en carnes y sus derivados, y aceites y productos lácteos. Indumentaria y calzado, por su parte, cayó un 21,2%. La contracara son los rubros como transporte, restaurantes y bares, y esparcimiento que en marzo crecieron 58,2%, 25,6% y 18,3% respectivamente.
La inflación, las restricciones a la compra de dólares y el atraso cambiario impulsaron las ventas de bienes durable, no obstante, estas mejoras tienden a agotarse en el corto plazo
En la reciente evolución incidieron varios factores. Entre los que redujeron o estancaron sus ventas, el principal fue la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos de las familias. En el primer trimestre del año, por caso, el índice de precios al consumidor aumentó 15,9% (23,1% hasta abril) pero los alimentos lo hicieron en 22% (29,5% a abril), y las prendas de vestir un 20,2% (35,2% a abril). En la vereda de enfrente, el salario general aumentó 15% en el primer trimestre y el del sector privado no registrado subió 11 por ciento.
El factor clave para los rubros que aún mantienen altas tasas de crecimiento es la reapertura y el turismo luego de los cierres por razones sanitarias, como es el caso de restaurantes y bares, y esparcimiento.
Finalmente, la inflación, las restricciones a la compra de dólares y el atraso cambiario impulsaron las ventas de bienes durables, como celulares, computadoras y automóviles, así como servicios vinculados al dólar oficial. No obstante, estas mejoras tienden a agotarse en el corto plazo si no hay otros “drivers” que las sostengan.
La expansión del consumo se agota, en un contexto de una inflación que no cede, con crecientes problemas cambiarios, conflictividad social y desaprobación de la gestión del gobierno
¿Qué podemos esperar para los próximos meses? Las condiciones macroeconómicas son peores a las del año pasado. Las proyecciones de inflación del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central han sido consistentemente modificadas al alza por los expertos y ya señalan una inflación del orden del 75% anual. A esto se suman un crecimiento anual del PBI que sería la mitad del del año pasado y una brecha cambiaria muy elevada que incluso podría aumentar.
En este marco, las perspectivas para el consumo familiar son negativas. Deberían esperarse recortes adicionales en la demanda de alimentos -y migración a segundas y terceras marcas -, y en bienes y servicios prescindibles que no cuenten con algún tipo de subsidio, promoción y descuento, como el Previaje y los programas Ahora 6, 12 y 18. Por último, el consumo de transporte moderaría su impulso hasta alcanzar la situación previa a la pandemia.
En conclusión, la expansión del consumo se agota, en un contexto de una inflación que no cede, con crecientes problemas cambiarios, conflictividad social y desaprobación de la gestión del gobierno. Esto reconfirma que es un búmeran crecer alentando el consumo cuando la inversión privada no se expande suficientemente y no se cuenta con los dólares para sostener el crecimiento de las importaciones.
El autor es Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del Salvador (USAL)
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