La Boleta Única de Papel se ha vuelto un tema de agenda durante estas semanas. Un tema que, afortunadamente se debate en el Congreso Nacional y encuentra su correlato en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Un tema requerido por gran parte de la sociedad que interpela a la dirigencia política en la búsqueda de generar los mecanismos que permitan el ejercicio pleno de un derecho fundamental para todos: el derecho de votar.
Pero también es un tema que tiene todos los elementos para convertirse en realidad en los próximos meses. Esto es así porque en el Senado bonaerense Juntos tiene 23 legisladores sobre 46. Y la Cámara de Diputados, entre Juntos y Avanza Libertad, tienen 46 sobre 92. Si a este 50% de representación legislativa abiertamente impulsora de la Boleta Única le sumamos otros bloques o legisladores que en otras oportunidades han defendido estos cambios, la posibilidad de su aprobación en los próximos meses es totalmente posible.
Sin ir más lejos, el 13 de diciembre de 2021 comenzamos a impulsar el proyecto de Ley Boleta Única de Papel en el Senado bonaerense, y en marzo de este año cobró vida la iniciativa del Diputado Nacional e integrante del bloque Encuentro Federal, Emilio Monzó, con un principal objetivo: transformar al acto electoral en un proceso sencillo, claro y transparente.
Hace más de cien años que en la Argentina votamos con el mismo sistema y el proceso electoral también debería aggiornarse a los tiempos que corren. ¿Por qué continuar entonces, con un sistema que vulnera por completo el artículo 37 de la Constitución Nacional, si tenemos las herramientas para evitarlo? La transparencia y la equidad entre las diferentes fuerzas políticas son ejes centrales de estos proyectos que buscan construir un nuevo paradigma a la hora de ejercer el derecho de elegir y ser elegido que tenemos como ciudadanos.
En nuestro país, se encuentran vigentes dos modelos bien diferentes. Por un lado, el cordobés, que incorpora en una misma boleta todas las categorías a elegir, favoreciendo el voto unificado por partido político. Por el otro, el santafecino, que separa en papeletas diferentes cada uno de los cargos a elegir, ordenando la oferta electoral de manera en que claramente se diferencian cada una de las categorías en disputa propiciando que varios candidatos no puedan sumar votos para una categoría superior y tampoco se da el efecto arrastre de una categoría superior a una inferior.
La adopción de alguno de los modelos de boleta única de papel–vigentes en las citadas provincias de Córdoba y Santa Fe, y aprobada en Mendoza- sería un gran avance para los bonaerenses a la hora de pensar en un salto de calidad institucional para otorgar mayor transparencia y equidad entre los partidos políticos, así como también para agilizar los comicios y el procesos de escrutinio.
La Boleta Única de Papel echa por tierra prácticas reprochables como la sustracción y/o adulteración de boletas y el voto en cadena, entre otras conductas que afectan el ejercicio pleno de los derechos políticos de los ciudadanos menoscabando la voluntad popular.
A esos beneficios –no menores en cualquier sistema democrático- se suma la economía de recursos; la sustentabilidad ambiental a raíz de la reducción del uso de papel; la perspectiva de género debido a la obligatoriedad de visibilizar los nombres y foto de los dos primeros candidatos por categoría legislativa; y una mayor inclusión facilitando el voto de personas con discapacidad visual incorporando la plantilla braille para emitir el voto.
En este tiempo que requiere más consensos que nunca para salir adelante, la Boleta Única de Papel debe ser el denominador común del trabajo entre las distintas fuerzas políticas. Estamos en un año que nos invita a dar este paso para concretar un cambio que implica una gran oportunidad para la Argentina.
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