Capital de riesgo y desarrollo económico

Esta forma de inversión y capitalización de nuevas compañías permite que emprendedores puedan acceder a recursos para llevar adelante sus ideas, crear valor y trabajo, mientras que los mercados de capital tradicionales no los financiarían

Mallaby deja claro que en el mundo del capital de riesgo y del éxito de los emprendedores, hay un enorme componente de fortuna, como todo en la vida

¡Qué buen libro escribió Sebastian Mallaby, “The Power Law: Venture Capital and the Making of the New Future”! Una vez mas nos deleita con una gran obra, repleta de información, pero que se lee como una novela. Lo había hecho ya con la biografía de Alan Greespan, la del banquero James Wolfenson y el reconocido libro “More Money than God”, sobre la historia de los headge fund y los principales players financieros del mundo.

Esta vez su foco es en el capital de riesgo, desde sus orígenes hasta las empresas más conocidas como Uber. Pero si bien siempre escuchamos hablar de los emprendedores y marcas que han creado, este libro pone especial énfasis en los inversores que las apoyaron y financiaron, como Benchmark, Sequoia, Andreesen Horowitz o Kleiner Perkins, Founders Fund Accel Capital.

El libro argumenta a favor del capital de riesgo como una fuerza de impacto en el desarrollo de los países. Esta forma de inversión y capitalización de nuevas compañías permite que emprendedores puedan acceder a recursos para llevar adelante sus ideas, crear valor y trabajo, mientras que los mercados de capital tradicionales no los financiarían. Esto se destaca aún mas en países en desarrollo, donde el crédito es todavía mas escaso. A su vez, el venture capital hace una enorme contribución a la generación de innovación, de nuevos productos y servicios, ya que suele ser mucho mas audaz y tomador de riesgo, invirtiendo en ideas y sueños que otros financieros no se atreverían.

Una parte muy interesante del libro son las secciones sobre China, donde muestra que el capital de riesgo americano tuvo mucho que ver con la innovación y el crecimiento económico de las ultimas décadas, tanto por la inyección de recursos, pero también por el know-how transmitido a inversores y fondo de riesgo chinos.

La obra genera también interesantes debates acerca del rol del Estado, si realmente puede fomentar el capital de riesgo, como lo han tratado muchos estados nacionales y subnacionales o más bien lo demora. Tal vez uno de los mejores aprendizajes que deja Mallaby está referido a la importancia del trabajo en red, que es algo diario y muy presente entre emprendedores e inversores, aunque no tan común en otros sectores de la economía. Pero este trabajo en red es también muchas veces lo que permite que algunos emprendedores puedan acceder al capital y otros no. Y en América Latina generalmente son las elites las que acceden. Hay un desafío enorme en buscar generar mas oportunidades a muchísimos emprendedores que pueden generar activos, trabajo y grandes proyectos, pero todavía no acceden a capital.

Por supuesto que en el mundo del capital de riesgo y del éxito de los emprendedores, hay un enorme componente de fortuna, como todo en la vida, que Mallaby deja claro haciendo las comparaciones entre compañías similares que superan a sus competidores. También el timing tiene mucho que ver. Hay innovaciones que llegaron antes de que el mercado estuviera listo y tuvieron menos desarrollo, o nacieron en el lugar equivocado y generaron menos tracción.

Las inversiones en nuevas empresas innovadoras es una realidad que hace a Estados Unidos único en el mundo. En estos momentos en los que se están discutiendo modelos de democracia y organizaciones de la economía, resaltado por la invasión de Rusia a Ucrania, el venture capital es otra de las distinciones de una democracia liberal como la norteamericana, donde el imperio de la ley le da previsibilidad para las inversiones a largo plazo. Es también uno de los componentes del soft power, del poder blando de Estados Unidos, que atraer a miles de personas talentosas de todo el mundo a levantar capital para sus empresas, algo que no parece pasar ni en Rusia ni en China, con sus autocracias y modelos autoritarios de gobierno.

Y tal vez el argumento más fuerte del libro es que “el capital de riesgo en el agregado tiene un efecto muy positivo en la economía y la sociedad en general”. Mallaby cita un estudio de Josh Lerner y Ramana Nanda que cubren desde 1995 a 2019, demostrando que las compañías con apoyo de capital de riesgo tienen mayor probabilidad de terminar siendo pública, y a su vez, una vez salida al mercado, sus acciones cotizan mejor. A su vez, firmas que empezaron con capital de riesgo suelen registrar más patentes y de mayor significado en términos de innovación. Estos logros por supuesto tienen un impacto que excede la misma compañía, generando valor en otros sectores, empresas y proveedores.

El capital de riesgo contribuye muchas veces a que lo imposible e improbable se vea como posible y probable en un futuro, y es aquí tal vez su mayor contribución.

SEGUIR LEYENDO