Sin feminismo popular, no hay Ni Una Menos

El Ministerio de la Mujer debe implementar con urgencia un programa de fortalecimiento integral de redes comunitarias para prevenir la violencia de género y asistir a las víctimas en zonas rurales y barrios populares

Las organizaciones sociales estamos donde el Estado no está y hacemos lo que el Estado no hace. Por ejemplo, acompañar a una mujer o disidencia que sufre violencia en un barrio popular o en la ruralidad pobre cuando la policía, única presencia del Estado, no le presta atención. Todos los días nos llega un mensaje que pide ayuda: un lugar para dormir, una medida de restricción que no sale, o una medida de restricción que se pasa por alto, una garantía para alquilar, alguien que cuide a los chicos mientras se resuelve alguno de los tantos problemas que implica salir del círculo de violencia, situación aún más difícil con la economía que estamos teniendo hoy día.

Garantizar el techo y el trabajo son deudas para todo el pueblo, que se agravan cuando hablamos de mujeres, lesbianas, travestis y trans en situaciones de violencia. Desde el 2015 salimos a la calle a gritar Ni una Menos porque decidimos que las violencias nos las callamos más. Empezamos a contar con mayor detalle a nuestras muertas, a ponerles caras, a recordar sus nombres, sus historias. Con el motor de la rabia y la angustia, seguimos organizándonos.

Presentamos una Ley de Emergencia en Violencia de Género en el 2018 que planteaba herramientas claras para resolver problemas concretos. Todes apoyaron, pero no salió. Luego, con el cambió de gestión, se creó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, esperamos que las respuestas llegaran por ahí. Celebramos que haya un canal claro para avanzar en políticas públicas y participamos de todas las instancias a las que fuimos convocadas con la expectativa de ser escuchadas. Hace 2 años que venimos proponiendo formas concretas para el apoyo de este ministerio en los territorios, porque sabemos lo que necesitamos, porque construimos redes pero con la situación actual nuestro trabajo no alcanza a dar respuesta a todo lo que se necesita. Hace 2 años que intentamos que se tengan en cuenta nuestras voces para generar políticas públicas para erradicar la violencia de género. Frente a la gran oportunidad de crear un Ministerio desde cero, que podría haber tomado las mejores experiencias y aventurarse en políticas que lleguen primero a las últimas, vemos que se ha elegido el camino de la gestión burócrata, los cargos sin presupuesto y la actividad para la foto. Pero eso no va a quedar así. No sin antes pelear.

Por eso traemos, de vuelta y como es costumbre, una propuesta. Construida desde el hacer, sencilla y posible. Un programa de fortalecimiento integral de redes comunitarias para prevenir la violencia de género y asistir a las víctimas en zonas rurales y barrios populares. No va a resolver definitivamente el problema de la violencia de género en nuestro país, pero va a brindar herramientas a quienes están trabajando en la primera línea, en soledad y sin ningún tipo de financiamiento estatal por parte del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.

¿Qué estamos pidiendo? Que en los espacios que ya existen en las zonas más pobres del país, las organizaciones podamos contratar abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales que brinden asistencia a las víctimas de violencia de forma más accesible y sin tener que esperar meses. A esto le llamamos “consejería” y creemos que hay que abrir, para empezar, 400 en todo el país (no llega ni al 10% de los barrios populares). ¿Qué más pedimos? Reconocimiento económico y mejoras de los espacios que gestionamos y que brindan apoyo integral. Muchos son refugios que dan alojamiento a las víctimas y sus hijos y que hoy no existen para el Ministerio. ¿Qué más? Apoyo económico para las promotoras, las que acompañan los casos. Y lo último que tiene la propuesta es el pago de “horas de cuidado” para que las víctimas puedan realizar los distintos procesos (trámites, denuncia, atención psicológica, etc). Para que les niñes, que también sufren violencia, no tengan que acompañar a su mamá en todas estas situaciones. ¿Les parece mucho? Porque para nosotras es lo mínimo, para poder responder a la urgencia.

Con este esquema se pueden realizar más de 100.000 acompañamientos integrales a víctimas de violencia en un año y se crearían 1.960 puestos de trabajo. ¿Cuánto sale? Solo el 7% del presupuesto actual del Ministerio. No implica un gran gasto presupuestario. ¿Cómo se logra? Con voluntad política.

Por eso, este 31 de marzo, nos movilizamos en unidad con distintas organizaciones del sector para presentar nuevamente nuestras propuestas al Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Porque sabemos que es necesario, es posible y no se puede esperar más. Necesitamos un Ministerio de cara a las necesidades del Feminismo Popular. Sin nosotras no hay Ni una menos, sin nosotras no hay justicia social.

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