Hay un femicidio cada 35 horas, según los datos del Registro Nacional de Femicidios, de la Corte Suprema de la Nación. En 25 casos los asesinos pertenecían a Fuerzas de Seguridad y en 4 de cada 10 asesinatos se utilizaron armas de fuego. Hay 182 hijos/as que se quedan huérfanos ya que perdieron a su mamá por la violencia de género más extrema.
En el 2021 hubo 251 víctimas de femicidios en Argentina, según el Registro Nacional de Femicidios, de la Corte Suprema de la Nación. Entre las personas que perdieron la vida por el machismo extremo hay 231 víctimas directas (226 eran mujeres y 5 travestis o trans) y 20 víctimas de femicidio vinculado (cuando se las o los asesina para hacer sufrir a la mujer víctima de violencia de género) que son 5 mujeres y 15 varones. Los varones también son víctimas de la violencia machista que es capaz de cualquier cosa con tal de dañar a la mujer que consideran de su propiedad.
De 2020 a 2021 se produjo una caída del 8% ya que se paso de pasó de 251 a 231 víctimas directas de femicidio (20 casos menos), en el último año. “La tasa de víctimas directas de femicidio cada 100.000 mujeres en 2021 fue 0,99. La evolución de la distribución de femicidios directos se mantiene relativamente estable entre 2017 a 2020 teniendo un leve descenso en el año 2021″, estipula el informe “Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina”, de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de la Nación.
En Argentina hay 1 mujer asesinada por razones de género cada 100.935 mujeres. Pero hay grandes diferencias regionales. En Tierra del Fuego y en La Pampa no hubo ni un femicidio durante el 2021 y la tasa es 0. Hay que evaluar si se puede llegar a tasa 0 de femicidios con una fuerte inversión y estrategia de prevención y atención en violencia de género. Pero, si no se llega a 0, con implementación de planes de acción se pueden prevenir y reducir los asesinatos de mujeres.
La tasa promedio de Argentina es 0,99. Pero hay 11 provincias en donde hay más asesinatos que en el promedio nacional. Las provincias con un default con la vida de las mujeres más alto son Chaco (la tasa es 2,43); Santiago del Estero (2,22); Tucumán (2,07) y La Rioja (2,00). Y las que también están por encima del promedio nacional (0,99) son: Formosa (1,96); Salta (1,78); Chubut (1,27); Corrientes (1,22); Neuquén (1,18) y San Luis (1,16).
En algunas provincias sucedieron pocos casos y las tasas son, en comparación, elevadas por su escaso peso poblacional. Por ejemplo en San Luis hubo 3 femicidios y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 15 crímenes de mujeres y trans y en la Provincia de Buenos Aires 73. Por eso, si se tiene en cuenta la cantidad de muertes (y no los promedios por la tasa de población), en el 2021 el 32% de los femicidios en Argentina ocurrieron en la Provincia de Buenos Aires.
Las cifras fueron publicadas el 31 de mayo, a 3 días del séptimo aniversario de Ni Una Menos, en Argentina. La Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, creada por Carmen Argibay, la primera mujer que fue designada jueza en la Corte, difundió que se registraron 251 víctimas letales de violencia de género, entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación elabora un registro de datos estadísticos de las causas judiciales en las que se investigan muertes violentas de mujeres cis, mujeres trans y travestis por razones de género, desde el año 2015, en el que se produjo Ni Una Menos y se amplificó la demanda social de poner fin a la violencia de género y los asesinatos de mujeres y trans.
El registro implementó una metodología que puede ser comparable y utilizable para elaborar políticas públicas, con datos de todas las jurisdicciones del país, desde el 2017. Se advierte que pueden existir sub registros en los femicidios indirectos y en los travesticidios.
La edad promedio de las víctimas de femicidio fue de 37,3 años. Las mujeres que corren más peligro de ser asesinadas tienen entre 25 y 44 años, (se registraron 116 casos en 2021). Entre los 18 y los 24 años se registraron 36 víctimas y, de más de 60 años, 32. En el 2021 bajó en 0,6 años el promedio de edad respecto del año 2020, ya que, en ese momento, fue de 37,9 años.
Los femicidios generan grandes ausencias, dolorosas e irreparables. En el 2021 hay 182 niñas, niños y adolescentes, que se encontraban a cargo de las víctimas de femicidio, que quedaron huérfanos y desamparados/as. La Ley Brisa contempla una reparación equivalente a una jubilación para que los niños, niñas y adolescentes puedan continuar con sus estudios y su vida. No alcanza. Pero es un abrigo por parte del Estado a esa falta irreparable.
El relevamiento estima que 245 personas necesitarían acceder a la Ley Brisa (27.452) por los femicidios ocurridos en el 2021. La norma establece que los hijos y las hijas de mujeres víctimas de femicidio o de homicidio en contexto de violencia intrafamiliar y/o de género deben ser protegidos para crecer en un ambiente sano y libre de violencias. Por eso, tienen derecho a recibir una reparación económica mensual, acceder a una cobertura integral de salud y ser acompañados de manera integral durante su crianza.
En 6 de cada 10 femicidios las mujeres mueren por quienes querían y en quienes creían que las iban a cuidar y proteger. Los mandatos sobre el amor son una trampa que genera inseguridad íntima. Y que, aún hoy, genera peligro sobre las mujeres. En el 88% de los casos la víctima conocía al agresor y en el 39% convivía con él. En el 62% de los casos eran pareja o expareja.
En 22 casos las víctimas se encontraban desaparecidas antes de confirmarse el femicidio. Este dato es central para mejorar la búsqueda de mujeres desaparecidas en Argentina, ya que existen organismos pero descentralizados. Se necesita mejorar y centralizar la búsqueda tanto estatal como generar procesos confiables y certificados en medios de comunicación y en redes sociales. Por otra parte, es importante que se rastree que pasa con las desaparecidas y hacer lo posible por encontrarlas si están vivas y confirmar su muerte si fueron asesinadas.
Pero, además, los femicidios se producen, en muchos casos, en personas vulnerables. Un dato creciente es la cantidad de víctimas que vienen de otros países, ya que 12 de las mujeres asesinadas eran migrantes internacionales. Además 6 eran embarazadas, 5 estaban en situación de calle y 4 eran personas con discapacidad. El 81% de los femicidios directos se produjeron en un contexto de violencia doméstica. El 75% de las víctimas de femicidio fue asesinada en viviendas (el 39% en la que compartía con su pareja y el 25% en su propia casa) y el 8% en la casa del asesino y el 3% en otras casas. El peligro para las mujeres, en 8 de cada 10 casos, no está en la calle, sino en el lugar donde se sienten protegidas.
En 1 de cada 4 asesinatos se usaron armas de fuego para matar a las mujeres por ser mujeres. Las políticas de armas no pueden dejar de tener en cuenta este dato. Si hoy las armas aumentan y/o se liberan el peligro de morir para las mujeres se va a disparar. En ese sentido, las propuestas de liberar armas para que circulan con mayor facilidad y menos controles que en la actualidad puede hacer aumentar aún más los femicidios. Además en el 31% de los casos se usó un arma blanca para cometer el femicidio y en el 24% la fuerza física, otro dato que refleja que la disparidad corporal y física de mujeres y varones sigue siendo un dato real que pone en peligro a las mujeres.
Los viernes son tomados como el día de la semana que representa el comienzo de la diversión y el descanso. Pero, para muchas mujeres, es el fin de la vida. Durante los fines de semana extendidos (de viernes a la noche a lunes a la madrugada) se produjeron la mayor cantidad de femicidios. Por lo que las guardias en comisarías, oficinas de la mujer, secretarías y ministerios debería reforzarse los viernes y los fines de semana largo. También las campañas para que las víctimas de violencia de género puedan ser ayudadas a salir de relaciones y lugares que las ponen en peligro.
El promedio de edad de los femicidas fue de 40,4 años. Un dato alarmante es que, al menos, 25 pertenecían a alguna fuerza de seguridad. Eso significa que el Estado los entrena, les paga y les da un arma con la que terminan volviéndose asesinos. En este caso, el Estado es doblemente responsable. Por responsabilidad directo del entrenamiento y el instrumento para matar a una mujer y por no evitar la muerte. Un dato que muestra que las políticas para prevenir los femicidios no son suficientes es que de 25 agentes de seguridad (policías, penitenciarios, gendarmes, etc) solo 6 estaban desplazados y 19 de ellos estaban en actividad al momento del femicidio.
Otro punto para evaluar sobre los agresores es que si bien el alcohol no es el culpable de un asesinato, sino quien lo comete, no se puede subestimar el efecto que producen. Al menos el 20% de los femicidas tenía algún tipo de consumo problemático de sustancias, de manera habitual y/o al momento del hecho. Se destaca el alcohol entre las sustancias consumidas, pero también la cocaína y la marihuana. Y al menos 11 sujetos activos tenían antecedentes psiquiátricos.
Los femicidas no son anónimos. El 93% de los asesinos fueron identificados. El 66% de los femicidas está preso (con una causa en trámite o condena), el 19% se suicidó, el 4% sigue en libertad, el 1% falleció por otras causas y del otro 3% no se tienen datos, según las cifras recopiladas por la Oficina de la Mujer (OM) hasta el 31 de diciembre del 2021.
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