El radicalismo movió sus fichas

El centenario partido tuvo una Convención prolija y mostró a sus dos, Morales y Manes, quienes ofrecerán sus bondades al electorado de un país con un agenda social muy complicada, al límite del hartazgo con la política

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Gerardo Morales y Facundo Manes,
Gerardo Morales y Facundo Manes, los dos candidatos que hoy tiene el radicalismo

Hoy la lucha política en las coaliciones es evitar la grieta que está aceitando cada vez más la guillotina de la división. El viernes último, uno de los partidos integrantes de la coalición opositora Juntos por el Cambio movió sus fichas. Tuvo una Convención ordenada, prolija. Mostró a sus dos únicos candidatos –Cornejo no será de la partida en este ítem-; quienes ofrecerán sus bondades al electorado de un país con un agenda social muy complicada, al límite del hartazgo con la política.

En esta oportunidad el radicalismo cuenta con dos perfiles diferenciados. Gerardo Morales, un dirigente político que sabe en ese terreno jugar de memoria. Así lo hizo el viernes. Aplicó todo el manual de un político profesional. Su tonada federal condice con la propuesta de gobierno que se animó a exponer: máster plan de inversiones energéticas, con equilibrio entre el AMBA y el interior. “No a los atajos”, cerrándole la puerta a Javier Milei y condicionando la centroderecha de Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Tampoco el gobernador de Jujuy le quitó el cuerpo al reconocimiento de la crisis de confianza que recae sobre toda la política de parte de la sociedad. Como producto de esa crisis de confianza sobre los políticos, el radicalismo blande otra opción: Facundo Manes, hombre que es de la política pero juega a no serlo.

Según consultó Infobae, la resolución de las candidaturas se hará de la siguiente manera: “Hay un pacto de caballeros entre ellos, en diciembre o principio del 2023 decidirán cuál de los dos será el candidato a Presidente. La UCR irá a las PASO con un solo candidato”. Este medio también indagó sobre la posibilidad de una fórmula final entre ambos candidatos: “Eso está totalmente abierto. No hay límites. Fórmulas cerradas o abiertas, lo que cada partido defina”.

El radicalismo supo lo que es tocar fondo electoral. Vale recordar el affaire Moreau. En su resiliencia atravesó distintas etapas, entre ellas ser dador de estructura al PRO sin retribución. Hoy lo mira –al PRO- y lo espera al final. ¿Se evitará la división? Pasaron veinte años, hoy luce confiado, cree que el límite es el programa. En esta oportunidad monitoreando lo que el electorado viene votando, realiza un prueba de ensayo como la de las últimas horas, agitando una fórmula Manes-Losada. Debiera saber el centenario partido –en realidad lo sabe- que la crisis argentina merece aquella definición de Bill Clinton, con adecuación a nuestra política criolla “es la política, estúpido”. Argentina tiene con qué salir de su agonía. Necesita que la política recupere a la honestidad como columna vertebral y no interfiera condicionando y/o apagando el motor productivo. Argentina tiene recursos muy valiosos como para que varias generaciones vivan bien en ella. Puede pararse sobre dos grandes potencialidades desde las cuales renacer: la producción de alimentos y la energética. Obvio que además tiene un INVAP que puede replicar en otros, aportando los más altos valores agregados.

Las máximas figuras del radicalismo, con confort y un poco de disfrute, esperan se acomode su socio político que está viviendo con intensidad sus internas. No está acostumbrado a esto. Nunca las atravesó. Y tampoco discutió sucesión de liderazgo ni reglas de funcionamiento. En esta oportunidad la UCR parece decirle al PRO que “tienen que ordenarse”, mientras confía en que el programa será el encargado de definir el camino de la centro social democracia a transitar. Confían en poder obturar de esta manera el avance de la centroderecha. La duda existencial es si esto último no será el motivo del divorcio político. Por ahora la UCR refriega sus manos afirmando que no serán ellos los que aparezcan mediáticamente protagonizando peleas internas.

En la coalición de gobierno, el presidente Alberto Fernández tiene la grieta adentro, más las críticas de afuera. Queda claro que no se presentará a pedir “el divorcio”. Se aferra al Movimiento Evita y a dedicarle tiempo a la CGT para seguir contando con ellos, esta semana la mesa chica tratará el tema. En las últimas horas trascendía con fuerza que los dos intendentes ministros volverían a sus intendencias. Fue el propio Presidente quien con un enfático “no” le respondió a Infobae sobre esta versión. Su carta fuerte -a riesgo- es su ministro de Economía. Martín Guzmán es el posibilitador o no de otra calidad de gobierno, y hasta de una reelección presidencial.

En Santa Fe, en la coalición opositora, es el radicalismo a través de Felipe Michlig quien tiene la responsabilidad de ser el articulador de un Frente de Frentes. Pablo Javkin, ante una posible candidatura a gobernador, necesita de “un buen vehículo para llegar”. Esta cronista no habla del programa de gobierno el cual se vuelve imprescindible, sino de la estructura posibilitadora de votos. Javkin le dijo a Infobae: “El gran problema de la política es no haber construido las herramientas serias para controlar el tablero de los problemas. No hay Estado”. Está convencido que “la centralidad del problema que tiene Santa Fe es tan grande que el programa para resolverlo será el encargado de conformar políticamente este Frente”. En Santa Fe todos los vectores disparan sobre la seguridad. El intendente tiene en su celular la radiografía activa de lo que sucede en su ciudad y cuál es la respuesta de su propio municipio, de la provincia, de la nación, de la Justicia, de la policía. Descree de un plan mágico, apuesta a la persistencia, al control, a la rutina, en el tratamiento de este tema. De ser candidato a gobernador, esta cronista cree que hay muchas posibilidades que así sea, su candidata a intendente será la radical, actual presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Schmuck.

Michlig también se reunió con el Socialismo. Este presenta tres vertientes: el “lifschismo”, sector mayoritario. BASE, sector allegado al kirchnerismo. Y Bonfatti quien está convencido de conformar el frente de Frentes. El diputado Enrique Estévez manifiesta que “el socialismo tiene una dinámica aceitada con el radicalismo, pero reconoce que no tienen la ansiedad en tono electoral”. A su vez, dice que “la mayoría en el socialismo hoy se inclina por una propuesta alternativa”.

Hay seis proyectos de reforma constitucional. El socialismo cree que es el momento de avanzar sobre esto dada la debilidad del peronismo. Los tiempos para que el gobernador Perotti se quede con el título de artífice de la reforma no dan.

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