Inflación: ven un pato donde hay un conejo, por eso no la pueden agarrar

La economía argentina continua su largo viaje de decadencia y los candidatos a la presidencia prefieren hablar de las consecuencias que cómo enfrentar las causas

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Ahora casi todos hablan de
Ahora casi todos hablan de un “plan”. El plan es dar esa respuesta. Pero hablar de la inflación evita tener que dar esa respuesta (Reuters)

Como destacó Miguel Ángel Broda en esta estación 2022 en términos de PBI por habitante, de ese largo viaje que lleva 48 años, ha resultado peor que lo que creíamos a principios de año. La simple razón es que los precarios resultados del Censo nos informan que somos más habitantes de los que creíamos.

El mismo PBI dividido por un mayor número de habitantes nos acaba de cachetear con una noticia peor. Si hasta ayer creíamos que habíamos crecido porque las cuentas nacionales nos daban esa noticia, el Censo de Población, nos informa que “crecer, crecer, no crecimos”.

Además de la realidad material es muy importante observar cómo perciben la realidad los que, en principio, se postulan para modificarla. Percibir la realidad es un primer paso hacia el diagnóstico y el tratamiento correcto. Digamos “percibir la realidad” es una primera impresión a partir de la cuál construiremos las preguntas. Esas preguntas son pertinentes, sí y sólo si, si la primera impresión es la correcta. No es fácil. La “predisposición” condiciona la mirada.

Preocupa el prematuro lanzamiento de tantas personas para competir por la elección presidencial, porque se supone que deben tener diagnóstico y tratamiento

Joseph Jastrow dibujó un pato que, según la mirada, bien podría ser un conejo o viceversa. El filósofo Ludwig Wittgenstein utilizó esta imagen para poner en claro la cuestión de la “perspectiva” con la que, infiero por mi parte, ingresamos al diagnóstico. No todos vemos lo mismo en la primera mirada y tal vez, luego del debate y la reflexión, veamos otra cosa.

El perfil de los candidatos a la presidencia

Preocupa el prematuro lanzamiento de tantas personas para competir por la elección presidencial, porque se supone que deben tener diagnóstico y tratamiento, pero no lo ofrecen. Hay muchos en la oposición más importante. También en el Frente de Todos, además del propio Alberto Fernández que fiel a su estilo dice sí pero no, no pero sí, alternativamente y a veces al mismo tiempo, y hay otros.

Uno que se encamina claramente a ese destino es el joven Eduardo de Pedro. Actualmente ministro del Interior, protegido de Cristina Fernández de Kirchner, fue el primero en realizar un viaje de pertenencia comenzando por el grupo empresarial que se reúne en el sur bajo la égida de Eduardo Elsztain, quien fuera socio, nada más y nada menos, que de George Soros y es hoy el mayor propietario de tierras en Argentina. Le dijo a los empresarios que él también era productor agropecuario. Empezaba la campaña por el capítulo “pertenecer”. Hasta ahí su única referencia era ser hijo de desaparecidos -la tragedia del genocidio- abogado, militante de La Cámpora. Su segundo paso fue su periplo internacional que incluyó a Israel con gobernadores y una hora con Francisco. Un viaje de pertenencia Occidental.

Podemos decir lo mismo de Coqui Capitanich y su hora con Francisco.

El más nuevo y de popularidad en crecimiento vertiginoso: Javier Milei. Libertario, el problema de la Argentina para Milei, pensamiento complejo y estructurado, para sintetizarlo es el Estado. Obviamente parte del problema es la “casta” política que existe porque el Estado existe y la “casta” vive y trata de vivir del Estado. Desarticular el Estado es la terapia que propone Milei. Luego las fuerzas de sociedad se habrán de manifestar en los mercados. No hay nada que los mercados no puedan resolver. Y de lo que se trata es liberar a los mercados. Su propuesta es clarificadora en medida que obliga a la toma de posiciones de parte de los otros candidatos sobre el papel del Estado y del mercado. Milei en la desaparición del Estado ve la eliminación del mal. En el mercado ve la solución.

Milei obliga a la toma de posiciones de parte de los otros candidatos sobre el papel del Estado y del mercado

La candidata Patricia Bullrich transita por el mismo camino. Vacila con la libre portación de armas. Pero va por ahí.

El resto de los candidatos, a partir de Milei, se los puede graduar en torno a la frase de “todo el mercado que sea posible y todo el Estado que sea necesario”. Carlos Pagni la puso en boca de Konrad Adenauer, antes todos la atribuían a Willy Brand. En realidad, es una frase de la declaración programática de la democracia cristiana alemana del programa de 1978. En el debate entre Paul Ricoeur y Michel Roccard se sintetizó en la pregunta de qué bienes y servicios deben estar en el mercado y cuales no deben depender de la capacidad de acceder al mercado.

Si trazamos una línea imaginaria entre ambos extremos, salvo Milei y Bullrich, Mauricio Macri y tal vez Miguel Pichetto, que ubican casi todo en el mercado, el resto de los candidatos desde Horacio Larreta, pasando por Facundo Manes, todos los demás de Cambiemos y del Frente de Todos, se ubican en el medio. Unos más hacia el Estado otros más hacia el mercado.

Sólo en Milei diagnóstico y tratamiento se confunden en una sola decisión. El mal es el Estado y hay que acabar con él. Por eso me he detenido en esto.

Problema gravísimo

Los demás, más allá de cómo se ubican en la línea Mercado-Estado, tiene al unísono la convicción que el problema es la “inflación”. Que es un problema gravísimo. Pero ven un “pato” donde hay un “conejo”. Por eso no lo pueden agarrar, dispara.

La inflación es un síntoma de una economía que cometió “industricidio” hace 47 años. Y sus secuelas, en síntesis, son poca gente produciendo y mucha gente consumiendo.

Todos los discursos evaden el problema real que es ¿cómo lograr que los millones de argentinos en capacidad y necesidad de trabajar, puedan hacerlo con una productividad creciente, capaz de generar los suficientes recursos externos para mantener la maquinaria en equilibrio y en movimiento creciente continuo?

Ahora casi todos hablan de un “plan”. El plan es dar esa respuesta. Pero hablar de la inflación evita tener que dar esa respuesta

Ahora casi todos hablan de un “plan”. El plan es dar esa respuesta. Pero hablar de la inflación evita tener que dar esa respuesta. Porque la respuesta exige tener la “percepción de esa realidad” que es mucho más compleja que la inflación. Que si bien es donde nos duele a todos no es la causa del dolor.

La causa es la ausencia de pleno empleo, con alta productividad y garantizando el equilibrio externo y la maquina en movimiento continuo y creciente. De eso no se habla porque hay que para afrontar el diagnóstico y el tratamiento, hay que pensar y debatir. Obstinadamente, los candidatos a la presidencia evaden ambas cosas y prefieren ver un pato donde hay un conejo.

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