En medio de un convulsionado contexto social, político y económico, donde la crisis sanitaria y económica -profundizadas por la pandemia- dejó fuertes cicatrices en la sociedad, el pueblo colombiano tiene hoy una nueva cita electoral para decidir quién será el próximo Presidente de la República para el mandato 2022 - 2026, en reemplazo del actual mandatario Iván Duque.
Las elecciones del pasado mes de marzo, con una participación del 47%, además de conformar al nuevo Congreso para el mismo período con un notable crecimiento de las fuerzas políticas de izquierda, fueron la antesala de estas elecciones. Las tres consultas partidarias mostraron un triunfo de Gustavo Petro en Pacto Histórico y de Federico Gutiérrez de Equipo por Colombia, no recibiendo el mismo apoyo el partido de gobierno, Centro Democrático.
Se llega a esta contienda electoral con innumerables retos para cualquiera de los candidatos, y la desigualdad social y el desempleo como las principales preocupaciones de cara a este nuevo período. Según la Dirección Nacional de Estadística de la República, el año 2021 cerró con un 39,3% de personas en pobreza monetaria y una tasa de desempleo nacional del 12,1%.
En esta oportunidad son seis los candidatos que se presentan para la Presidencia, liderando las encuestas Gustavo Petro (Pacto Histórico) y previendo una posible segunda vuelta en el mes de junio. Hoy deberá definirse si Federico Gutiérrez (Equipo por Colombia) o Rodolfo Hernández (Liga de Gobernantes Anticorrupción), es quién enfrentará a Petro en esa segunda ronda del próximo 19 de junio.
Recordemos que hace unos días la única candidata a la Presidencia, Ingrid Betancourt, del Partido Verde Oxígeno, anunció el retiro de su candidatura para apoyar a Hernández. En este escenario, ninguna mujer aspira a la Presidencia de la República, siendo tres las candidatas a la Vicepresidencia.
En la contienda electoral de hoy, también son grandes los desafíos referidos a la participación de la ciudadanía. Con voto voluntario, en los procesos electorales llevados a cabo durante el siglo XXI, la abstención electoral se hizo notar, superando el 50% en todos los procesos electorales presidenciales, con excepción de los comicios del año 2018 que rondó en el 47% en ambas vueltas electorales.
Los sondeos avizoran en principio una segunda vuelta y al menos tres encuestas registradas en el Consejo Nacional Electoral posicionan en el primer lugar a Gustavo Petro (35,8%), el candidato de Pacto Histórico, seguido por Federico Gutiérrez de Equipo por Colombia (20,8%) y luego el candidato independiente Rodolfo Hernández (19,1%) de Liga de Gobernantes Anticorrupción. Con números distintos, la situación es similar en la encuesta de Invamer, donde Hernández creció siete puntos porcentuales respecto del sondeo anterior.
Estas elecciones ocurren tras la ola de protestas contra las políticas implementadas por el gobierno de Iván Duque, cercano al ex presidente Álvaro Uribe, ocurridas hace un año. Un estallido social que puso de manifiesto el descontento de la sociedad colombiana tras dos años de hegemonía Urbista y el crecimiento de la pobreza, ubicada en el 39,3% para el mes de abril, la desigualdad y el surgimiento de casos de corrupción. La demanda de un cambio sucede en medio de un aumento significativo de la inflación, llegando al 9,23% interanual en el mes de abril, convirtiéndose en la más alta desde el año 2000. El panorama económico afecta a la clase trabajadora, con un desempleo del 11%, y pone en riesgo el crecimiento del PBI que alcanzó un 8,5% en el primer trimestre del año.
Otro de los desafíos imperantes en este proceso es la violencia política. Históricamente, y esta no es la excepción, los altos niveles de violencia política son una de las principales preocupaciones de los actores políticos e instituciones democráticas, atribuibles en gran medida al narcotráfico y fuerzas paramilitares. La Misión de Observación Electoral - MOE, en su último informe sobre la violencia contra líderes políticos, sociales y comunales durante el calendario legislativo, dieron cuenta que en el término de un año, fueron 581 los hechos de violencia suscitados contra estos líderes, transformándose en el período con mayores niveles de violencia de los últimos doce años, y aumentando un 109% respecto de las elecciones anteriores del 2018.
Con varios paros armados en distintos departamentos del país que desencadenaron en centenares de acciones violentas en el último mes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alertó sobre la escalada, identificando impactos específicamente en comunidades rurales, afrodescendientes, campesinas e indígenas. Mientras tanto crecen las tensiones entre las distintas fuerzas políticas en medio de denuncias cruzadas de espionaje, amenazas de grupos armados y de intentos de asesinatos, acusaciones que se estaría preparando presuntos fraudes y hasta denuncias por parte de Gustavo Petro sobre una posible suspensión de las elecciones mediante el aplazamiento de los órganos que dirigen el régimen electoral en Colombia.
Los candidatos presidenciales no quedan ajenos a esa violencia histórica, ya son cinco los candidatos asesinados durante el siglo XX, y las amenazas no cesan en la actualidad. De enero a mayo de este año se contabilizaron un total de 28 líderes sociales asesinados. En las últimas apariciones del candidato Gustavo Petro, se ha visto acompañado de custodia y protegido debido a amenazas recibidas y comunicadas por su equipo de campaña, amenazas que también denunció la candidata a la Vicepresidencia, Francia Márquez.
Ante unas elecciones enmarcadas por la violencia que incluso ha llegado a amenazar a algunos de los principales contendientes es necesario el resguardo del acto electoral y el respeto de las fuerzas políticas a la autonomía del órgano electoral y a los resultados. El pueblo colombiano merece votar en paz y muchas misiones de observación ya están desplegadas y los ojos de la región miran de cerca el proceso para poder garantizar el escrutinio y la transparencia en estas elecciones presidenciales. Colombia podría experimentar a partir de hoy no una época de cambios, sino un cambio de época.
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