El pronunciamiento de Javier Milei en favor de la libre portación de armas para combatir a la delincuencia debe ser caracterizado como un salto cualitativo en los planteos de corte fascista que ya venía desarrollando el fundador de La Libertad Avanza. Como mostraremos, se trata de un planteo fuertemente clasista contra la población más empobrecida. Sucede que la llamada “delincuencia” está dividida por una estratificación de clase muy marcada. Su capa superior está compuesta por sectores de las cúpulas de las fuerzas de seguridad entrelazadas con jueces y fiscales, el poder político y económico. Es la descomposición de la burocracia civil y policial que maneja el Estado la causa principal de la inseguridad ciudadana. Esta elite la mayoría de las veces recluta a pibes de los barrios más pobres para usarlos como brazos ejecutores de sus crímenes. Son los que se apilan en las cárceles, convertidas en depósitos de pobres.
La distancia entre uno y otro es enorme. Los primeros viven en barrios privados, mientras los segundos lo hacen en casillas de una villa. Las balas que Javier Milei quiere usar contra los delincuentes difícilmente alcancen a los primeros, pero sí a los segundos. Promueve así a una política de exterminio de la juventud más empobrecida por parte de la población civil, que se complementará con la que ya ejecutan las fuerzas de seguridad por medio del gatillo fácil. De acá se deduce que no estamos ante una propuesta liberal de armamento popular en oposición al monopolio estatal de las armas, sino al impulso de brigadas civiles que actúen como complemento de la violencia estatal contra la población más pobre. Esta política difícilmente implica una mejora de la seguridad de la población, ya que deja indemne al estrato superior de la delincuencia que está enquistado en el Estado.
El alcance fascista de la política de Milei adquiere su verdadera dimensión cuando se la coloca en contexto. Sucede que sus declaraciones a favor de promover el armamento de la población civil contra la delincuencia fueron realizadas tras la masacre de Texas en la que fueron asesinados 19 niños y niñas de entre 8 y 10 años y dos adultos. Los sucesos de Texas ocurrieron días después de la matanza ejecutada en un supermercado de Buffalo (Nueva York) por un supremacista blanco que asesinó en un tiroteo a 10 personas. El contenido del manifiesto redactado por este asesino racista es una variante extrema de las manifestaciones a las que nos tiene acostumbrado el diputado liberal. ¿O no lo escuchamos recientemente en la Feria del Libro promover abiertamente una guerra de los “blancos, rubios y de ojos celestes” con “pene” contra lo que él llamó “el marxismo cultural”?
La promoción del armamento de la población civil le da un sentido distinto al Movimiento Antipiquetero Argentino que ha fundado el economista junto a su legislador porteño Ramiro Marra. ¿Acaso el enfrentamiento a los piquetes será con las armas en la mano? De ser así tendríamos la vuelta de las Ligas Patrióticas de principios de siglo pasado, cuando los antepasados de Milei armaban bandas armadas para asesinar a los obreros socialistas y anarquistas que participaban de huelgas y piquetes, o la más reciente Triple A que antecedió y preparó a la dictadura militar que se hizo del poder en 1976.
Estas ideas reaccionarias, sin embargo, no son privativas de Javier Milei y de la caterva de defensores de (Jorge Rafael) Videla y (Emilio Eduardo) Massera que anidan entre los llamados ´libertarios´. También las ha defendido Patricia Bullrich (“el que quiere estar armado que ande armado…”) o Sergio Berni, ministro de Seguridad del gobernador Axel Kicillof, que llegó al extremo de pronunciarse por la implementación de la pena de muerte en la Argentina. En buena medida, Bullrich y Berni son más peligrosos que el propio Javier Milei, dado que la primera ha ocupado cargos altísimos en el Estado y el segundo aun los sigue ocupando, lo que les permite no solo opinar sino aplicar sus políticas con resultados que están a la vista.
Los planteos fascistas crecen en la misma proporción que avanza la descomposición de la sociedad capitalista, sus instituciones y sus fuerzas políticas. Por eso Javier Milei puede ser hoy su principal exponente, pero está lejos de ser el único. El fascismo se caracteriza por inventar chivos expiatorios contra los que busca movilizar a los sectores que sufren la decadencia social. Por esa vía busca la preservación del régimen reforzando salidas reaccionarias. Nuestro facho de piel blanco, ojos claros y pelo despeinado no ha inventado nada. Es solo una versión farsesca de experiencias conocidas. Por eso también ya sabemos cómo enfrentarlo: con la organización y la movilización política independiente de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
[El autor es dirigente del Partido Obrero y diputado de CABA por el Frente de Izquierda]
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