Boleta Única: un salto de calidad para nuestra democracia

El oficialismo no quiere emparejar la competencia electoral con reglas claras porque tienen miedo a perder

Modelo de la Boleta Única de papel

En los últimos años el Congreso Nacional sancionó leyes que implicaron grandes avances en materia electoral. Sin embargo, seguimos teniendo una deuda pendiente: revisar la forma en la que votamos.

Nuestro sistema de boleta partidaria va a contramano de los más modernos y confiables sistemas electorales vigentes en el mundo. Desde que comenzó a usarse en Australia en 1858, más de 180 países ya implementaron la Boleta Única como instrumento de votación. Lamentablemente, Argentina es uno de los 16 países que aún no lo hicieron. A pesar de ello, muchas provincias se han animado a dar ese salto de calidad y han implementado la Boleta Única, ya sea en formato papel, como Córdoba y Santa Fe, o en formato electrónico, como CABA, Salta, Chaco y Neuquén. En todos los casos con amplio apoyo y satisfacción de la ciudadanía, entre el 80 y el 90% la aprobó.

Sin embargo, a nivel nacional todavía no pudimos dar ese paso. En 2016 estuvimos muy cerca de lograrlo, pero el kirchnerismo y algunos sectores del peronismo la bloquearon en el Senado. Ahora tenemos una nueva oportunidad, logramos construir un amplio consenso con la mayoría de los bloques de la oposición, para activar el tratamiento de los más de 20 proyectos de Boleta Única que fueron presentados y que el oficialismo tenía cajoneados.

Especialistas de las instituciones más prestigiosas de la sociedad civil y ex funcionarios públicos de las provincias que adoptaron este sistema, participaron de este debate en comisiones, brindándonos todo su conocimiento y experiencia para avanzar con la mejor ley posible.

Estamos convencidos que la Boleta Única de Papel es más equitativa y transparente, y esto se debe en gran medida a que es responsabilidad exclusiva del Estado tanto en su impresión como en su distribución. Es el Estado quien garantiza la presencia en el cuarto oscuro de una única boleta que incluye a todos los candidatos, evitando el robo de boletas, simplificando la fiscalización y generando una competencia más equitativa e igualitaria, que garantiza plenamente el derecho constitucional a elegir y a ser elegido. Además, al ser también el responsable directo de la impresión, se evita la falsificación de boletas y se genera una mayor transparencia en la rendición de cuentas de los partidos.

A su vez, la Boleta Única es menos costosa para el Estado, que hoy gasta al menos $3 mil millones en la impresión de boletas de todos los partidos políticos que compiten, y es más sustentable: hoy se imprimen miles de millones de boletas que luego son desechadas, y que equivalen según estimaciones privadas, a aproximadamente 40 mil árboles por elección.

Entonces, si la mayoría de la sociedad civil y la dirigencia política coinciden en que con la Boleta Única mejoraría la calidad democrática, y si además ya es una demanda de la ciudadanía que se expresó a través de una petición que tiene casi 200 mil firmas, ¿Por qué el oficialismo no quiere la Boleta Única? ¿Qué esconden detrás de su rechazo? ¿No quieren un proceso electoral más equitativo, igualitario y competitivo para todos? ¿Por qué siempre van a contramano de cualquier iniciativa que tienda a una mayor transparencia electoral? La respuesta es evidente, y casi siempre la misma: necesitan reservarse un margen para hacer trampa porque tienen miedo. No quieren emparejar la competencia electoral con reglas claras porque tienen miedo a perder.

Por eso, será muy importante observar con atención cómo votarán los diputados “opositores” que no nos ayudaron a destrabar esta discusión y aquellos que hoy están dentro del oficialismo, y que en 2016 no sólo la apoyaron sino que incluso la impulsaron ¿Serán coherentes con su voto? ¿Votarán a favor de ampliar derechos o seguirán esgrimiendo argumentos, o mejor dicho, excusas, como la “farandulización” de la política, la crisis de representatividad, la participación de las mujeres en política, etcétera, que nada tienen que ver con el debate del instrumento de votación?

Vamos a cumplir 40 años de democracia, tenemos que animarnos a hacer los cambios que nos ayuden a transparentar los procesos políticos, mejorar las instituciones republicanas y consolidar las prácticas democráticas. La Boleta Única es un paso fundamental en esa dirección, un verdadero salto de calidad para nuestra democracia, en ese camino estamos y somos cada vez más.

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