Puro cálculo electoral

Desde hace 5 años aproximadamente, se habla de elecciones más que del desarrollo de políticas sostenidas que redunden en mejores resultados para la ciudadanía

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Los últimos tres Presidentes de la Argentina
Los últimos tres Presidentes de la Argentina

Intro

Las últimas gestiones en la Argentina han sido avasalladas por la inercia electoral. El último tiempo de Macri y los años de Alberto fueron sometidos al cálculo constante sobre la conveniencia de cada sector en cuanto a la contienda por delante. Es así como desde hace 5 años aproximadamente se habla de elecciones más que del desarrollo de políticas sostenidas que redunden en mejores resultados para la ciudadanía.

Un mínimo de historias

Alfonsín asumió en 1983, concentrado en la recuperación de las instituciones y los valores republicanos. Menem en 1989, atacando la hiperinflación. De la Rúa intentó ordenar la economía, aplacar el déficit fiscal y desarrollar una reforma laboral. Néstor Kirchner, reordenar un país que venía del caos, con intervenciones fuertes en educación, DDHH y la Corte Suprema de Justicia. Cristina Fernández, revitalizar la redistribución del ingreso y los derechos laborales y sociales.

Aclaración

No desarrollo las reelecciones de Menem y Cristina, ya que no cuadran para el análisis del gobierno de Macri y Alberto en este aspecto que se quiere marcar.

Seguimos…

Alguno dirá que siempre fueron importantes los resultados electorales, es comprensible, pero lo que nunca antes se vislumbró es la centralidad actual. Los ex Presidentes antes de Cambiemos no enfocaron su arsenal político y tropa comunicacional en la estrategia para las legislativas siguientes. Sus intenciones reeleccionistas fueron acotadas en el tiempo a un mes, dos meses, tres meses con toda la furia…. ¡No un año y medio!

Los últimos 5 años

Allá por 2017, el gobierno de Mauricio Macri se encaminaba a su reelección, los más optimistas hablan de que después sería el turno de Vidal y hasta de Marcos Peña, Frigerio, etc. Podían hasta pensar en que el peronismo (que en ese entonces se encontraba abatido, intentando “renovar” y jubilar a la ex presidenta CFK) permanecería insulso, quieto, desordenado y, sobre todo, desorientado. La campaña la pensaban de 30 o 45 días para ganarla sin sobresaltos.

En 2018 comenzó la seguidilla de “hechos bochornosos”, la película del desacierto constante, crisis sin fin, auxilio del FMI y confusión en el modo de comunicar. El relato era un combo de “aguante para la ciudadanía”, autobombo sobre las obras y la infraestructura desarrollada en esos 3 o 4 años y señalar que lo peor estaba del otro lado, que el retorno K era peor que la mala gestión propia

En 2019, la jugada de Cristina rompió el tablero, que venía parejo, y ofreció una opción no radicalizada como Alberto Fernández, que había sido crítico de la ex Presidenta. El Frente que ya se llamaba de Todos, con la incorporación de Sergio Massa, se alzó con la victoria.

Hacia 2020, mientras el gobierno nacional no arrancaba, llegó la pandemia y las cuarentenas (eternas).

Para 2021 con el proceso de vacunación en marcha, demorado, pero firme, en el entorno presidencial calculaban que con cada vacuna se conseguiría un voto. Las PASO mostraron que la frágil economía argentina aún era el factor más determinante a la hora de votar. Sumado a una constante intención de generar un relato presidencial (con gruesos fallidos y errores) muy desasociado con la agenda pública.

El resultado

Esta pequeñísima historia, que cualquier lector podría completar y sobre todo criticar por insuficiente para el análisis, tuvo como objetivo mostrar un recorrido de 5 años en el que, salvando contados meses excepcionales, los gobiernos nacionales se enfocaron en cálculos electorales y conveniencias circunstanciales

Conclusiones

Los ladrillos de Macri no alimentaban, pero las vacunas de Alberto tampoco. Las conjeturas sobre el comportamiento de los votantes son demasiadas veces son erráticas, con hipótesis que sacan conclusiones apresuradas y análisis de opinión pública muy livianos, que dejan cuestiones centrales fuera del tablero.

Así estamos, eligiendo nuevas esperanzas cuando quizá lo que se necesite es más gestión y menos cálculo.

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