No somos nada

Construimos un capitalismo irracional, donde se enriquecen quienes no crean riqueza, en consecuencia, crecen a partir de empobrecer. Esa sería la casta que denuncia Milei

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Casa Rosada
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Podría ser una propuesta filosófica, si bien no pretendo alcanzar el nivel de semejante profundidad me permito opinar sobre la pobreza exagerada de nuestro pensamiento político. El uso de los términos peronismo, radicalismo, liberalismo, izquierdismo y demás definiciones vaciadas de contenido deja a la vista una cruenta lucha por la riqueza colectiva devenida en privada donde, desde poco antes del último golpe militar se decide desguazar al Estado, generar deuda sin límite, destruir la industria y convertirnos en esta devastación en la que hoy habitamos. No tuvimos la suerte de tener ni un Mujica, ni un Lula, ni un Evo, solo algunos sucedáneos de dudosa eficacia.

La muerte del General Perón fue la marca del final de la era patriótica. Es bueno recordar que hubo tiempos en los cuales todos los participantes se ocupaban de articular sus ideas al servicio del conjunto más allá de algunos que sin duda nada más sumaban su codicia. Insisto en que hubo utilización de las ideologías como simple pretexto para el saqueo que se ejecutó en la dictadura, que se perfeccionó al infinito con Menem, se mantuvo de forma administrada con Néstor, subsistió con Cristina y se convirtió en propuesta oficial con Mauricio Macri.

La miseria que nos lastima es hija del golpe y si quieren se inicia con Celestino Rodrigo y se profundiza con Menem y Cavallo de manera desmesurada. Privatizaban aquello que da pérdida, solo concursando con los números del retorno, de la coima que debían devolver. Aquello que da pérdida podría cederse en administración, pasarlo a manos privadas implica compartir la corrupción, convertir una pérdida colectiva en un negociado particular. Concepción ideológica profunda, si robar desde el Estado es delito, cuando se realiza desde un privado se convierte en negocio, en robo virtuoso. Que quede claro, el Estado subsidia y cada gobierno se las arregla para intermediar el retorno del porcentaje acordado. Si se es coimero, la ideología con la que se disfraza el oficio es apenas un detalle, peronista o liberal, de La Cámpora o de Cambiemos, son disfraces que no cambian ni los números ni la conclusión. Construimos un capitalismo irracional, donde se enriquecen quienes no crean riqueza, en consecuencia, crecen a partir de empobrecer. Esa sería la casta que denuncia Milei quien podrá carecer de lógica en la propuesta, pero al denominarlos “casta” los desnuda como clase cerrada e improductiva, opresora y colonial.

Hubo un siglo donde se vivió la liberación de los oprimidos por la fuerza, fueron ejemplo la India, Sudáfrica, Argelia, Vietnam y tantos otros. Ahora las tecnologías ocuparon el lugar de los ejércitos opresores, los capitales desmesurados impusieron su norma esencial de concentración económica y lentamente la democracia se fue degradando en un simple disfraz de la nueva esclavitud. No es necesario ser revolucionario para tener conciencia de que en esta distancia económica votar es más un gesto perverso que la elección de un gobierno. Hay una patética concepción de creer que es indiferente y sin importancia que una empresa, sea extranjera o nacional, nos lleva lentamente a una dependencia sin límites pero después nos animamos a defender la causa de Ucrania, como si la única forma de esclavitud fuera la militar.

Unos imaginan que los medios hegemónicos son la causa de los votos ajenos y otros, que la derrota es hija del populismo ¿acaso hay democracia con culpa ajena? O aceptamos que el voto es el responsable o salimos con las excusas del perdedor, que cambian según la supuesta ideología del derrotado; digo supuesta, ya que para todo demócrata que se precie el voto es un juez inapelable. Antes hablaban de demagogia, explicación según la cual se les mentía a los pobres y estos, por ignorancia, votaban a quien los engañaba. Todo pensado desde un sujeto que se auto percibe superior y vendría a ocupar el lugar del rico que los ama mientras es incapaz de transmitirlo. Y luego, se suma el colorido “pobrismo” escuela filosófica según la cual los derrotados, los perdedores, no tendrían derecho a ser tenidos en cuenta. “Populismo” y “pobrismo” tienen su raíz en la concepción según la cual el vencedor, el triunfador, es dueño de todo derecho ya que lo logrado es puro fruto de su esfuerzo que el derrotado supuestamente no tuvo la valentía de imitar, copiar o admirar y siguen las firmas.

Insisto con mi idea de separar el proyecto de la democracia europea de la estadounidense ya que en la primera hay salud y educación al alcance de todos mientras que Obama no pudo lograr que acepten la salud gratuita el país más rico del mundo. Algo tiene que ver la imagen que elegimos admirar. Putin nos dejó sin el ejemplo ruso, imitar a los chinos es una mezcla de ignorancia y delirio, volver a mirar Europa sería lo más lógico. Nuestro principal problema no es el que nos relatan sino la concentración económica donde todo el comercio minorista se va quedando en pocas manos, en cadenas que convierten a empresarios libres en dependientes pobres y cada vez con menos derechos. Necesito caminar varias cuadras para encontrar una panadería de verdad, rechazo copias mecánicas de aburridas cadenas con sabor a nada.

Los que gobiernan asaltan al Estado, creando miles de ricos y decenas de miles de empleados públicos. La oposición, esa que se caracteriza por crear deuda y fuga de capitales, completa la pinza de nuestra brutal decadencia. Ambos comparten la matriz corrupta asentada en los bancos de la dictadura y las privatizaciones de Menem, con algún agregado en tragamonedas de los Kirchner y el brutal endeudamiento de Macri. Una sola casta con dos variantes, ambas conducen a profundizar la miseria.

Llama la atención una renovada mirada solidaria hacia el respeto por los animales, paradójicamente acompañada de cierto acostumbramiento a la indigencia y a la desdicha humana. Ser liberal o capitalista no alcanza para justificar ser despiadado. El capitalismo concentrado en pocas manos puede ser más destructivo de una sociedad que algunas cuotas de marxismo mal entendido y lo peor es que a nosotros esos virus nos atacan juntos. Estado enorme y pocos privados es la síntesis de la enfermedad que nos aqueja y debemos enfrentar en conjunto, solo así lograremos superar la miseria.

La política debe y necesita, salir del economicismo. Nuestros teóricos que acusan al proteccionismo de “cazar en el zoológico”, si estuvieran en Europa sin duda serían tratados como especie en extinción, como una plaga a extirpar.

La política, solo la política puede devolvernos un proyecto de futuro digno, y luego acomodaremos a ese modelo la salud, la educación y la economía; ninguna parte se puede imponer en un intento de deformar el todo. Dar trabajo, generar divisas, integrar socialmente, no son tareas de números ni defensa de intereses parciales, existe el supremo valor de lo colectivo. Necesitamos un nuevo modelo político, economistas abstenerse, ya llegará el momento de convocar especialistas. La decadencia es el fruto amargo del egoísmo de la dirigencia política y hasta el momento de esa desventura no encontramos quien nos rescate. La política es un arte y el talento no se resuelve contratando asesores, sin artistas de nada sirven los críticos.

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