Cuando llegué a la región del Chaco Seco me maravillé con esos bosques de árboles desprolijos que, desafiando todos los dibujos infantiles, crecen entreverados, acompañados de cactus gigantes y de otras plantas igualmente originales. Me maravillé también con esa gran diversidad de especies, muchas de las cuales solo existen en esta región; me fascinaron las personas que habitan los bosques, pobladores originarios y criollos con saberes profundos, valiosos. Sentí, además, la inmensidad de estos bosques que parecen, por momentos, no tener fin. ¡Qué poco sabía yo del Chaco! Decidí quedarme, hacer mi doctorado y aprender sobre los animales silvestres y su interacción con las familias locales de la región del Chaco Seco. Poco a poco se fueron sumando amigos, amigas, guardaparques, personas locales y así conformamos Proyecto Quimilero.
Desde el comienzo trabajamos junto a pobladores y pobladoras de los bosques, uniendo los saberes científicos y tradicionales en busca de construir conocimiento y manejos que permitan la conservación de la naturaleza y el respeto a las diferentes cosmovisiones. Juntos descubrimos que el quimilero estaba presente en los bosques de Chaco, Salta y Formosa. El quimilero es un pecarí, un chancho de monte, que a lo largo de la evolución se ha adaptado perfectamente a los bosques secos de la región chaqueña, es una especie única y de gran valor de conservación. Nos puso muy felices detectarla. Lamentablemente, al continuar nuestras investigaciones, encontramos que el quimilero está amenazado de extinción y que una de sus mayores amenazas es la pérdida de hábitat. Los bosques que necesita para sobrevivir están desapareciendo a gran velocidad por el avance del desmonte para la producción industrial de commodities, como soja o carne.
No es solo el quimilero, toda la región chaqueña y su gran diversidad biológica y cultural se encuentran amenazadas por el avance del desmonte. Otros grupos de investigación muestran que quienes realizan los desmontes suelen ser personas y compañías de otras zonas, que desplazan a las poblaciones locales y se quedan con sus tierras. Integrantes de Proyecto Quimilero hemos vimos personas originarias y criollas llorar por la pérdida de sus bosques, vimos a las familias locales perder sus territorios sin nosotros lograr entender qué han ganado a cambio. Creemos, con temor, que tal vez sus derechos podrían estar siendo vulnerados.
Tenemos en el Chaco Seco un patrimonio biológico y cultural invaluable, una región con el bosque seco tropical/subtropical más grande del mundo, que contribuye a nuestra supervivencia al regular el clima, y donde habitan especies únicas y de gran valor de conservación, como el quimilero. La región se presenta como una oportunidad excelente en la que mostrar que podemos hacer las cosas diferentes y para el bien común. El uso de los recursos naturales puede y debe ir de la mano con la conservación a largo plazo de nuestra naturaleza, perdurando para generaciones futuras. Desde Proyecto Quimilero estamos convencidos que es posible lograr la conservación del animal y de toda la región chaqueña, que podemos construir alternativas de desarrollo que permitan que los ecosistemas sigan existiendo, un desarrollo generado junto a las comunidades locales, respetando sus derechos, valorando sus saberes. Esperamos que diferentes actores puedan sumarse a este tipo de iniciativas y como sociedad, que podamos participar y, juntos, decidir cómo queremos convivir con los últimos bosques que nos quedan. Es nuestra última oportunidad, ningún esfuerzo o idea será pequeño.
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