Lo que Kiss me enseñó sobre cómo fundar una startup

La música nos toca a todos. Tiene un significado único para cada persona que la escucha y puede crear un recuerdo único, interpretado de manera diferente por cada par de oídos sobre los que cae

Paul Stanley cantante de Kiss durante una actuación (EFE/DANIEL DAL ZENNARO/Archivo)

La tecnología y el rock son mis dos pasiones más grandes. Hace años intento unir esos puntos consciente o inconscientemente. La música, por ejemplo, fue la que me acercó a mis actuales socios en una startup que decidimos llamar RockingData, en honor a aquellas cosas que más nos representaban como equipo. Pero también fue la música la que me enseñó muchas cosas que hoy uso en mí día a día.

La música nos toca a todos. Tiene un significado único para cada persona que la escucha y puede crear un recuerdo único, interpretado de manera diferente por cada par de oídos sobre los que cae. Reúne a las personas de tal manera que nada más puede hacerlo.

¿Qué tiene que ver el rock con la tecnología? Probablemente nada. Pero las personas no somos monotemáticas, y nuestro cerebro hace a veces conexiones fascinantes. En lo personal, puedo decir que aprendí más de bandas como Kiss que de los libros de emprendedurismo. Esto no quiere decir que al resto de las personas les vaya a pasar lo mismo que a mí. Quizás les sucede algo similar con un deporte, un videojuego, o con otro estilo musical.

¿Qué aprendí de Kiss?

Comencé a prestarle atención a Kiss en los 90s, aproximadamente a mis 10 años. Aunque muchas de sus canciones las imaginé antes de escucharlas, porque en casa no teníamos acceso a todos los discos y la radio te mostraba solo una parte de la historia. Amo su música, los personajes de ciencia ficción que la protagonizan, la marca, el show, la pompa, el merchandising y la confianza absoluta en sus propias ideas. Pero creo que lo más me toca es su actitud. Hay un montón de otras bandas que admiro y respeto, pero ninguna otra tiene la actitud de Kiss, algo que me influenció desde muy chico.

Perros vestidos como Kiss, años atrás en un Halloween dog parade en la Tompkins Square Park, en Manhattan (REUTERS/Eduardo Munoz)

Kiss probablemente sea una de las bandas más incomprendidas, mal interpretadas y al mismo tiempo icónicas de la historia del rock. Después de 45 años y con un legado de más de 100 millones de álbumes vendidos, este año se despide definitivamente de los escenarios.

¿Se puede decir que hay lecciones de vida para aprender de una banda de rock? Yo creo que sí. En en cada show y en cada disco; lecciones de amor, de fe, de trabajo duro, empoderamiento, responsabilidad, de buscar un propósito y por supuesto, de pasarla bien. Mis aprendizajes son los siguientes:

Creer en vos mismo. En una entrevista a comienzos de los 70s el cantante principal Paul Stanley dijo “no somos músicos de una gran calidad, diría que somos promedio, pero dentro de un año seremos la banda más grande del mundo”, y de hecho, lo consiguieron. Ese poderoso mensaje se lo escucha en muchas canciones, a veces bien directo como en la letra de “I” del disco Music from the Elder: “Dijeron que no tenía ninguna posibilidad, no ganaría de ninguna manera, pero tengo noticias para ti, no hay nada que no pueda hacer”. Estar orgulloso de vos mismo, de donde venís, del trabajo que haces, es parte del mensaje de la banda.

Animarse a hacer cosas que no se hicieron antes. Emprender se trata de hacer cosas diferentes. Conocer qué se hizo antes, que funcionó y que no, y saber con qué herramientas contamos, es clave para hacer tus primeros pasos, en la música o en un proyecto de inteligencia artificial. Se trata de encontrar tu propio estilo, involucrarse al 100% y jugársela a cada paso. Kiss hizo su propio logo, sus propios uniformes, cómics, películas, el diseño del maquillaje, pintaban y pegaban sus afiches en la calle. Armaban sus propios kits de prensa y los llevaban a los medios. Al principio no tenían nada, pero causaban una impresión de profesionalidad y organización admirable.

La rebeldía rockera. Kiss no sólo construyó una enorme base de canciones memorables, himnos, solos virtuosos, sino que al mismo tiempo comunicaba a miles de chicos la idea de que “hacemos lo que queremos y no nos preocupa lo que piensen de nosotros”. Ellos tenían una idea clara, y a pesar de vender muy pocos discos en sus comienzos, no pararían hasta hacerla exitosa. Esa rebeldía rockera es más que necesaria a la hora de empezar un emprendimiento. ¿O quién no escuchó más de una vez el famoso “Eso no va a funcionar…”?

Ser generoso y crear comunidad. El mundo de las empresas tradicionales tiene una noción muy del siglo XX sobre la competencia. A contramano de eso, a lo largo de su carrera, Kiss apoyó y promocionó bandas que luego se convirtieron en grandes, dándoles la oportunidad de abrir sus shows, como AC/DC, Iron Maiden, Rush y otras. El mundo de las startups se basa más en conexiones y redes que en la competencia despiadada.

Pensar en grande. Hace varios años leí una anécdota fantástica sobre los primeros shows de Kiss. Parece que tenían que dar un concierto muy chico, y el bajista Gene Simmons gastó los pocos ahorros que tenían en alquilar una limusina. Cuando lo vio llegar, el baterista Peter Criss le dijo algo así como “Estás loco, ¿cómo vas a gastar la plata en esto?” y Simmons le respondió: “Si querés ser grande, tenás que empezar a comportarte como tal”. Tener visión de crecimiento es muy importante, especialmente cuando estás arrancando.

Kiss podría escribir un libro con enseñanzas sobre cómo arrancar de cero, como promocionar, sobrevivir y ser exitoso en el negocio de la música a escala mundial. Además por supuesto están las grandes canciones, la ética de trabajo y la fortaleza de seguir adelante, pase lo que pase. Gracias Kiss por estos 40 años de rock y lecciones de vida, como fan de la música y como persona, estoy orgulloso de lo que consiguieron. ¡Salud!