La vicepresidenta Cristina Kirchner planteó su discurso como expresión de un “debate de ideas”. Así fue en sus dos actos de abril, pronunciados en el aniversario de desembarco en Malvinas y ante los representantes del Parlamento Euro-Latinoamericano, y lo volvió a ratificar en el que acaba de dar en Chaco.
Su idea de un capitalismo en el que las reglas las fija el Estado y no el mercado es central. En este punto parece diferenciarse del presidente Alberto Fernández que, tres días después, visita a los dos Jefes de Estado que representan la social-democracia europea; los de Alemania y España, que expresan la conciliación de esta corriente político-ideológica con el mercado.
En un momento de crisis política, Alberto Fernández pareciera buscar un anclaje ideológico, más que político. También se trata de dos países de la OTAN que participan de su guerra con Rusia, librada a través de Ucrania, frente a la cual Cristina Kirchner se define mediante el silencio, que es la posición adoptada por las potencias del Asia con su neutralidad pro-rusa.
Son diferencias en el plano “ideológico” que tienen en la economía su principal “teatro de operaciones”, al ser la inflación el problema central en términos sociales y en particular para los sectores de ingresos más bajos.
Pero acá aparece un tema político, que es desde los tiempos ancestrales la pugna por el poder. Se manifiesta en la lucha por la orientación del gobierno, centrada en el debate económico. La Vicepresidenta busca el reemplazo de la conducción y no lo oculta, aunque no la nombra.
Explicita también la pugna por el poder. Dijo que ella fue quien eligió a Alberto Fernández, que lo hizo porque no es de “ningún partido”,- un cuestionamiento al origen peronista del Presidente,- y que no participó ni intervino en la elección del rumbo y del equipo económico que lo acompaña.
El significado de las palabras también lo da el contexto político. El discurso corona una semana que fue la más intensa en los 27 meses de gobierno transcurridos, con reclamos de poder del secretario general de La Cámpora,- el principal instrumento de acción política de la Vicepresidenta,- y dos fuertes críticas al rumbo económico del Presidente de esta agrupación y titular del peronismo bonaerense Máximo Kirchner.
La apelación a los sectores populares está presente a 21 meses de la finalización del mandato, a 19 de la elección y a 16 de las PASO. Pero no se enmarca en la lucha de candidaturas que prematuramente domina a la oposición.
En los 27 meses de gobierno transcurridos, la forma de su comunicación política fue cambiando. Comenzó con cartas en Facebook cada cuatro o cinco meses y ahora se expresa en articulados y extensos discursos. Fueron 3 en 34 días, con los tuits utilizados frente a la urgencia.
En la política gestual, los discursos que el mismo día pronunciaron el Presidente y la Vicepresidente desde los dos extremos del país, el primero desde el extremo sur y el segundo desde el norte, revelan la situación política. El de Cristina Kirchner concentró la atención nacional, el de Alberto Fernández pasó casi desapercibido.
La pugna por el poder, que se da en paralelo con el debate ideológico, se desarrolla cuando queda todavía un año y medio más de una gestión que, si no se reordena, comenzará a estar en riesgo la gobernabilidad.
Pero algo es seguro: en Argentina nunca hubo Vicepresidente que ocupara tanto espacio político.
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