La agenda alternativa antes que las candidaturas

La abundancia de candidatos, que algunos observan como un problema, en realidad es un activo que promueve la competencia y reemplaza el “dedo” en la selección

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Alberto Fernandez looks on next to new Vice President Cristina Fernandez and former Argentina's President Mauricio Macri, after he sowre-in as Argentina's new President, at the National Congress, in Buenos Aires, Argentina December 10, 2019. REUTERS/Mariana Greif
Alberto Fernandez looks on next to new Vice President Cristina Fernandez and former Argentina's President Mauricio Macri, after he sowre-in as Argentina's new President, at the National Congress, in Buenos Aires, Argentina December 10, 2019. REUTERS/Mariana Greif

En El Arte de la Conjetura, el pensador francés Bertrand de Jouvenel desarrolló la idea de los “futuribles”. Para Jouvenel el futuro no está dado, no está escrito en piedra, está abierto a distintos futuros posibles. Vamos forjando el futuro a partir del presente, y es fundamental tenerlo en cuenta, no sólo para adecuar previsiones y acotar la incertidumbre que domina el porvenir, sino también para fijar las metas, planes, cronogramas y transformaciones que nos permitan alcanzar un “futurible” deseable dentro de los posibles.

Los resultados de las elecciones legislativas desarticularon el relato triunfalista del núcleo duro del oficialismo (el más convencido de un destino determinista) y recrearon expectativas de poder en una oposición que mantuvo la unidad y triunfó, reequilibrando fuerzas en el Congreso y disipando amenazas de leyes que habilitarían el camino a la reforma constitucional y a la deriva autoritaria. La crisis de gobernabilidad en la coalición de gobierno, y la grieta de la grieta que desgasta al Presidente, no se debe al acuerdo con el Fondo ni a discrepancias innegociables respecto al rumbo del país, sino a que muchos oficialistas asumieron un destino escrito en piedra de perpetuidad en el poder, y ahora se enfrentan a la realidad de un futuro abierto, que los obliga a replantearse el llano y a asumir un “futurible” que no estaba en sus previsiones. Pero el futuro tampoco está asegurado para la oposición, a la que muchos ya asumen triunfante en el 2023. Es obvio que debe mantenerse unida, acordando mecanismos de competencia y selección de candidatos, y articulando una narrativa abarcativa que sume nuevas adhesiones y capte nuevos votos. Pero a no olvidar lo más importante, urge dialogar, consensuar y acordar un programa de reformas estructurales sin las cuales será imposible gobernar.

La crisis de gobernabilidad en la coalición de gobierno, y la grieta de la grieta que desgasta al Presidente, se debe a que muchos oficialistas asumieron un destino escrito en piedra de perpetuidad en el poder, y ahora se enfrentan a la realidad de un futuro abierto

La posibilidad de recuperar el poder en el orden nacional y en varias provincias ayuda a cohesionar y a mantener la unidad. La abundancia de candidatos, que algunos observan como un problema, en realidad es un activo que promueve la competencia y reemplaza el “dedo” en la selección. La narrativa para ganar audiencia, limar disidencias internas y generar apoyo mayoritario al programa de reformas hoy tiene una ventaja respecto a otras oportunidades: en este turno de gobierno, dentro de la continuidad democrática que inauguró Alfonsín, el populismo ha mostrado su desnudez de gestión y su fracaso en logros como nunca antes. Siempre sacrificó el futuro en el altar del presente, pero “el pan para hoy, no hay mañana” (en versión posmoderna), no dejaba de ser un apelativo emocional y electoral atractivo en una cultura fraguada en el cortoplacismo, el privilegio y la prebenda. Esta vez el populismo se quedó sin pan en el presente, y con relatos exculpatorios que se dan de bruces contra la realidad. El cóctel de cambalache, fake news, y mala gestión, sumado a la falta de “platita”, creciente inflación, y voto castigo de por medio, ya no convence ni a la minoría privilegiada de fanáticos pagos. Vuelven por sus fueros el apelativo a la producción, al trabajo, a la estabilidad, la inversión, el desarrollo, la integración al mundo, el orden público y la seguridad ciudadana, los días y horas de escolaridad, el empleo productivo, y hasta el mérito frente al acomodo y el nepotismo. La nueva narrativa deberá confrontar también las falacias de la captura del estado, el capitalismo de amigos, la victimización de los victimarios y el pobrismo distributivo, con los testimonios, evidencias y datos de inseguridad, pobreza y exclusión, ya obvios para una gran mayoría.

Pero es hora que la gran coalición no populista avance en los acuerdos de reformas estructurales indispensable para poner un punto de inflexión a la decadencia argentina. Es hora de empezar a visibilizar, aunque sea a título enunciativo, los principales capítulos de la agenda de la república y el desarrollo.

A partir de un desarrollo intensivo de la energía y la minería, con parte de la nueva renta apropiable por el Estado en esas actividades es posible constituir un Fondo soberano contracíclico que apuntale las políticas monetarias, cambiaria y fiscal

En el Capítulo de Relaciones Internacionales es clave relanzar el Mercosur como plataforma regional para ganar escala y competitividad internacional. Es necesario rescatar y activar el Tratado Mercosur-Unión Europea y negociar como bloque otros acuerdos semejantes con otras potencias. El escenario que abre el conflicto en Europa permite al Mercosur, consolidando masa crítica, ofrecer “seguridad alimentaria” a Asia y ahora, más que antes, “seguridad energética” a Estados Unidos y Europa.

En el Capítulo de las Reformas Macroeconómicas hay grandes desajustes a corregir. La nueva administración volverá a heredar desequilibrios fiscales y cuasi fiscales de magnitud, aún si se respetan las metas acordadas con el FMI. En esta ocasión, además, no habrá acceso al crédito internacional por un tiempo, y el plan de estabilización deberá asumir una sustentabilidad fiscal intertemporal con un superávit primario que permita afrontar los servicios de la deuda. Si, a su vez, es necesaria una reforma tributaria para reducir o eliminar impuestos distorsivos (retenciones, impuesto al cheque, impuestos al trabajo y otros) la baja del gasto público es insoslayable: del gasto nacional y del gasto de los niveles sub-nacionales. Los subsidios económicos (energía, transporte) son los primeros nominados al recorte, pero requieren como contrapartida aumentos tarifarios que por las distorsiones acumuladas imponen gradualismo. Habrá que incluir otros gastos y rever la legalidad de supuestos “derechos adquiridos”: empresas públicas deficitarias, con Aerolíneas Argentinas a la cabeza, regímenes impositivos especiales (Tierra del Fuego, el más emblemático), devolución de cajas previsionales a las provincias que transfirieron la carga a la Nación, auditorías del padrón de pensiones por invalidez, límite temporal a los programas sociales con acople a programas de pasantía, entrenamiento y empleo, etc. A partir de un desarrollo intensivo de la energía y la minería, con parte de la nueva renta apropiable por el Estado en esas actividades es posible constituir un Fondo soberano contracíclico que apuntale las políticas monetarias, cambiaria y fiscal destinadas a combatir la inflación y a recuperar la moneda.

La nueva administración volverá a heredar desequilibrios fiscales y cuasi fiscales de magnitud, aún si se respetan las metas acordadas con el FMI

En el capítulo de Reformas Microeconómicas hay que avanzar en la desburocratización y digitalización de trámites y procedimientos, reforma del Estado mediante, y en toda desregulación que promueva la competencia incluyendo un sistema arancelario que tienda a la uniformidad y a la baja paulatina en acuerdo con los socios regionales.

Las Reformas Institucionales de un cuarto capítulo tienen temas urgentes y ya debatidos como la implementación de la boleta electoral única y una nueva ley laboral, además de temas de mayor controversia y búsqueda de consensos como la reforma impositiva y el nuevo régimen de coparticipación federal de impuestos (pendiente desde la Reforma del 94). En este capítulo también es clave la Reforma a la Carta Orgánica del Banco Central para devolverle independencia y la Reforma Previsional para restituir los equilibrios y la sostenibilidad del sistema. A estos capítulos se añadirán el educativo, el de ciencia y tecnología y el de transformación productiva. Seguro que en el listado hay omisiones y que falta establecer prioridades, pero la agenda alternativa aguarda definiciones y debe estar lista y acordada antes de las PASO del año próximo. ¿Una ley marco que contenga los distintos capítulos de la Reforma como se hizo en Uruguay? Está el antecedente. Puede ser.

Si el plan de estabilización y las reformas estructurales tienen el acompañamiento de una nueva estrategia de desarrollo con eje en el valor agregado exportable, el control de la inflación y la generación de nuevos empleos productivos serán las repuestas más contundentes a la pobreza y exclusión que hoy exhibe el país.

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