¿A quién querés más? ¿A Johnny o a Amber?

Un paquete de ira, amor retorcido, celos, ataques con lo que fuera, insultos, desprecio. Mucho para dos años

Depp busca probar que jamás fue violento con la actriz y modelo ni con ninguna mujer (REUTERS/Elizabeth Frantz/Pool)

El escándalo que se ventila debido a la denuncia por Johnny Depp a su ex mujer- el divorcio fue posterior al juicio- deja atrás a las noticias que abarcan el mundo en crisis y cambio. En las redes, los portales, los blogs, los grandes diarios, la televisión, no dejan de incluir hechos en relación a lo que ocurre. Todo. Cada gesto, cada mirada, cada palabra. Todo, todos los días.

Fue el actor quien inició el proceso para negar, “limpiar su conducta”, y hacer retroceder lo difundido por Amber en el Washington Post. Depp, célebre en el mundo por la licencia y producción de “Piratas del Caribe y su capitán Sparrow”, con mucha filmografía diversa y detrás con un amplio ancho de recursos, busca probar sin dejar su peculiares mohines que jamás fue violento con la actriz y modelo ni con ninguna mujer. Dejarlo en claro en nombre de sus hijos Lily-Rose y Jack, de un matrimonio largo con Vanessa Paradis -si pueden escuchen “Take a walk on the wild side” por Vanessa sensacional-.

Desde ese punto un paquete de ira, amor retorcido, celos -la bisexualidad de Amber ya era conocida y no entra en el ciclón-, ataques con lo que fuera, insultos, desprecio. Mucho para dos años apenas, pero todo lo sucedido pasó.

Lo distinto, me parece, es que sea un varón el de tan explosiva celebridad denuncia. Asegura que no puede acusárselo de macho golpeador, sometedor, aún con excesos de furia con alcohol y drogas de todo orden. Y que, aunque el actor llega con poder, compras sin medida -45 autos perfectos, un castillo en el sur de Francia con 18 hectáreas de viñedo, un gran yate, muchas propiedades en Los Ángeles, islas en Bahamas y en Nueva York, no pudo detener la adicción de tener todo. Sin ponerse a pensar que, como ahora, las vacas han enflaquecido. Ha sido retirado de “Piratas del Caribe”, hay millones que no llegarán en adelante, tiene deudas, mala salud y un futuro vidrioso- aunque nunca se sabe-, siempre sin jurar que es incapaz de maltratar a una mujer.

Amber, elegante y diseñada, debió declarar como primera denunciada, y se rompió. Una copa de cristal. Por momentos pareció dispuesta a desdecirse, pero el proceso se había iniciado. Contó y aseguró, se hizo tatuar algo que podemos traducir como “bebedor de vino” en un antebrazo. Allí, según la protagonista de Aquaman -ya ha sido despedida por todo el rollo- fue abofeteada por Depp ofendido y adjudicado para llorar a sus pies arrepentido. Hasta ahí. Pero hubo mucha más relación sucia y enferma.

Por momentos pareció dispuesta a desdecirse, pero el proceso se había iniciado (REUTERS/Jonathan Ernst/Pool)

Momento incómodo pero en absoluto misterioso, como se ha contado, fueron las fotos de excrementos de Amber del lado de su cama como una ofrenda, pongamos, frontal. Amber dijo que habían sido los perritos, dos beagle. Depp que la autora de la ofrenda sobre las sábanas fue Amber. No es poesía bucólica, vendría bien recordar, sino un juicio, de modo que en ese minuto lo recibido resultó una ofensa como mínimo explícita. Una forma de violencia.

Fue entonces, cuando pudo soplar un vientecito, un giro: la violencia de género y la lucha, la manera de detenerla, es la que se ejerce sobre la mujer. Y la nobleza del las gestas feministas iniciales es, entrada el XXl, una de las grandes fuerzas sociales: una revolución. Si algo giró en el juicio con testimonios, gritos -Depp tuvo que reponer media yema de la mano derecha por el corte de un botella rota de vodka Stolichnaya y arreglarse la dentadura- ironías y burlas venenosas.

En algún momento, con testigos que lo vieron algunas veces en la casa entre las once y la una de la madrugada cuando el actor filmaba, Amber veía a Elon Musk, el hombre más rico del mundo. Tal vez alguna de ellas junto a la también modelo y actriz amiga de Amber, Cara Delevingne, abanderada queer. Se trata, suele decirse que no es cierto o, en todo caso, que la pareja estaba ya deshecha, por no agregar que no tiene que ver con la violencia de género. Musk tiene, sí, una amistad frecuente con Amber Heard. Es sabido.

Los millones de seguidores del lío tienen algunos entre ellos la sensación de que Depp ha tomado por centímetros la delantera (REUTERS)

¿Dónde entra la violencia? En cualquier rincón de esta persistente historia de cada día. No queda hasta hoy algo que pueda no haberla ejercido en plenitud -el centro de la estrepitosa querella- mientras personalidades como su ex Vanessa Paradis o sus amigos Penélope Cruz, Javier Bardem o J.K. Rowling, autora de Harry Potter, lo describen y aseguran que se trata de un hombre sensible y bondadoso.

Amigos y testigos por la defensa de la tan guapa Amber se diría que tirando a poco o– psicoanalista, enfermera, por ejemplo- no la dejaron del todo bien: una personalidad cambiante en minutos de paloma a monstruo, la palabra que manifestó Amber al Post. Solo que la palabra fue usada para su marido , y J.D. salió con la denuncia en alto.

Sobre terreno minado, por que estamos hasta la nariz de todo cuanto ocurre en este juicio explosivo, me atrevo a decir que, aunque es mucho mayor la cantidad de mujeres de condición mortificadas y asesinadas de manera espantosa, una pandemia criminal, los millones de seguidores del lío tienen algunos entre ellos la sensación de que la estrella de Hollywood, Depp, ha tomado por centímetros la delantera.

Lo dirá el juez. Si ganara su posición, pasaría en años y años el aforismo antiguo: no es una noticia que un perro muerda a un hombre. Pero sí que un hombre muerda a un perro.

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