Niñas y tecnología: una deuda pendiente e imprescindible

Queremos que nuestro país progrese, pero nuestra sociedad, y sobre todo nuestras mujeres y niñas, tienen un total desconocimiento de uno de los sectores que más desarrollo y crecimiento nos puede brindar en el nuevo mundo del trabajo

Una mujer realiza teletrabajo en Alemania, en una fotografía de archivo. EFE/EPA/SASCHA STEINBACH

Hay líneas en las que todas y todos coincidimos en cuanto a que nuestro país le urge progresar y que para eso necesita insertarse en el nuevo mundo productivo y laboral, en el que la educación debe ser prioridad. En ese camino hay dos elementos fundamentales: las TICS y las mujeres. ¿Cuál es el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el progreso de un país? ¿De qué manera la sociedad y las niñas pueden apropiarse del conocimiento de esta área que tanto se requiere para el desarrollo? ¿Por qué además las mujeres y niñas tienen aún menos acceso a las TICS?

Los sistemas educativos modernos reconocen en los avances tecnológicos una oportunidad para superar grandes barreras que se interponen ante la construcción del conocimiento. Por eso, frente a realidad que emerge a partir de los cambios tecnológicos, y con ellos los sociales y económicos, es indispensable tener en cuenta a la educación como camino, profundizar el desarrollo normativo y las políticas públicas para así garantizar el acceso a las nuevas tecnologías y entenderlo como un derecho humano.

En Argentina a pesar de que 6 de cada 10 estudiantes universitarias son mujeres, en carreras CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemática) representan solo un 33%.

Según datos de la Fundación Sadosky, la industria de software y servicios informáticos argentina en los últimos diez años cuadruplicó su número de empleados, pero aun así este crecimiento no es acompañado por el interés de las y los jóvenes por estudiar o trabajar en informática. Lo que realmente es un problema que debemos abordar. Paradójicamente, mientras los aproximadamente 3.500-4.000 graduados anuales no logran suplir una demanda que casi los duplica, muchos estudiantes secundarios no conocen los beneficios de trabajar en el área ni su campo de conocimiento.

Y aquí además se inserta otra problemática que agrava la situación: las mujeres representan tan sólo un 18% de los estudiantes de informática, lo que genera una profunda desigualdad en la distribución del ingreso y del capital intelectual acumulado en la profesión y además el área queda privando de la mirada y el conocimiento de más de la mitad de la población.

La misma encuesta revela que entre las carreras de educación superior deseadas por las mujeres las relacionadas a las TICS ocupan el anteúltimo lugar, y son elegidas sólo por un 2,3% de las entrevistadas. Por el contrario, en el caso de los varones, computación e informática aparecen como las carreras con más potencial favoritismo, aunque con sólo un 19,4% de preferencia.

Asimismo, un 48% de los varones y un 63% de las mujeres declaran no saber qué es un programa de computadora o software. Si bien ambos sexos muestran un amplio desconocimiento, en el caso de las mujeres la aceptación del desconocimiento es mayor que entre los varones.

Entonces queremos que nuestro país progrese pero nuestra sociedad, y sobre todo nuestras mujeres y niñas, tienen un total desconocimiento de uno de los sectores que más desarrollo y crecimiento nos puede brindar en el nuevo mundo del trabajo. ¿Cómo lo resolvemos y qué estrategias pensamos e implementamos? Y así nuevamente volvemos a la premisa de que la educación es el camino y el motor de desarrollo de cualquier nación.

Nuestra educación primaria y secundaria deben cumplir con su obligación de generar las condiciones pedagógicas para el manejo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), así como el desarrollo de las capacidades necesarias para la comprensión y utilización inteligente y crítica de nuevos lenguajes producidos. También la vinculación de las y los estudiantes con el mundo del trabajo, la producción, la ciencia y la tecnología. Y, por supuesto, la Educación Superior debe inmiscuirse en esta problemática para generar todas las líneas de acción posible para que nuestras niñas y la sociedad en su conjunto conozcan el mundo de las TICS como área prioritaria.

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