Aurora Mardiganian y Zabel Yesayan sobrevivieron al genocidio contra el pueblo armenio de 1915. Dos mujeres cuyas vidas estuvieron marcadas por la persecución, el destierro y la violencia por parte del Imperio Turco Otomano. El 24 de abril es la fecha donde se recuerda cómo -a partir de 1915 y en el marco de la Primera Guerra Mundial- el régimen de los Jóvenes Turcos exterminó de forma sistemática a más de un millón de seres humanos. A pesar del horror, las voces y la memoria de las mujeres armenias atravesaron los años de silencio y negación.
Aurora Mardiganian era una adolescente de 14 años cuando el régimen turco comenzó la deportación de los armenios (una minoría cristiana dentro del Imperio Otomano). Su familia fue asesinada y ella fue secuestrada y vendida como esclava sexual en el interior de Turquía. Aurora logró escapar y luego de una larga odisea en varios países encontró refugio en Nueva York. En esa ciudad escribió un libro con sus memorias Subasta de Almas. Allí explicó todos los horrores que vivió y presenció. Su escritura fue la fuente de inspiración para la primera película muda sobre un genocidio del siglo XX. El filme del año 1919 tuvo a la propia Aurora como protagonista. La repetición del trauma, pero también la denuncia como palabra escrita y como cuerpo.
Zabel Yesayan era una mujer de 37 años el 24 de abril de 1915. Ese día ella salió de una reunión en la ciudad de Constantinopla. Ya en la calle, fue detenida por gendarmes turcos que le preguntaron por Zabel Yesayan. Inmediatamente, ella les respondió que la mujer que buscaban se encontraba dentro del edificio y escapó de los gendarmes.
Ella estaba en la lista negra de líderes comunitarios e intelectuales que debían ser exterminados. Zabel era escritora, había estudiado filosofía y literatura en la universidad de la Sorbona y era la única mujer en la lista: una voz que -para los genocidas- representaba otro desafío a sus planes de exterminio. Los escritores y periodistas podían denunciar y hacer visible ante el mundo el horror. Los Jóvenes Turcos lo sabían y se encargaron en destruir a la intelectualidad armenia.
En 1915, Zabel había logrado escapar a Europa y luego al Cáucaso. Ella compiló testimonios de sobrevivientes, ayudó a huérfanas y huérfanos del genocidio, publicó libros, dictó conferencias y ejerció la docencia. En la década del veinte se asentó en Armenia que ahora estaba bajo dominio soviético. En 1937 el régimen de Stalin la acusó de “nacionalista” y fue enviada a prisión sufriendo los horrores de la Gran Purga. Murió encarcelada en 1943, pero sus libros atravesaron el encierro y la muerte.
Zabel y Aurora, dos vidas y dos voces que alzaron la memoria y la escritura para denunciar el genocidio de 1915. Ellas sufrieron la doble opresión de ser mujeres y armenias, pero sus ideas, ejemplo y palabras se convierten en un legado universal de resistencia para la humanidad.
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