La industria IT viene logrando, desde hace ya varios años, un nivel de crecimiento exponencial, como consecuencia del proceso de transformación digital que la sociedad vive. La industria tecnológica creció, pero también debe madurar.
Quienes valoramos y trabajamos en calidad de software entendemos que ese crecimiento tiene que estar acompañado de la implementación de buenas prácticas de ingeniería de software. El éxito logrado dependerá de cuán maduro es el proceso de desarrollo, el cual está directamente relacionado con el nivel de aplicación de prácticas probadas en ingeniería de software.
Ahora bien, si sabemos que haciendo las cosas bien seguramente tendremos éxito, ¿por qué no lo hacemos en todos los casos? De eso se tratan las buenas prácticas, no son ni más ni menos que repetir aquellas acciones y procesos probados con éxito, prácticas que tienen un impacto significativo en el proceso de desarrollo de software.
Si dedicamos más energía a “hacer las cosas bien” y no a “arreglar errores”, ahorraríamos mucho tiempo en los procesos de producción. Las soluciones mágicas no existen, sí existen la experiencia y el conocimiento.
Pensemos en empresas como Google o Facebook, que tienen más de 100 deploy por día y jamás vemos sus páginas caídas ¿Y esto por qué? La respuesta es muy fácil: esas empresas aplican todas las buenas prácticas de ingeniería de software, indistintamente de la metodología que utilicen.
Varias de las personas más influyentes en el mundo del software (como por ejemplo Ivar Jacobson o Jeff Sutherland, fundador de Scrum), se unieron y se cuestionaron sobre las metodologías de moda que cada cierta cantidad de años aparecen. ¿Cuál fue el resultado? Crearon SEMAT (Software Engineering Method and Theory), que impulsa la refundación de la ingeniería de software, basándose en una teoría sólida, principios probados y mejores prácticas.
Trabajar siguiendo el camino de la calidad y las buenas prácticas debería ser el norte de toda empresa de IT. Es una decisión del management y depende de la cultura de la empresa. Es cierto que, por su propia naturaleza, hay industrias, como la banca, que tienen más control de sus procesos porque están más expuestas, sus errores tienen más impacto. Sin embargo, ese debería ser el driver de toda la industria para seguir creciendo sostenidamente, y para que la innovación y la digitalización de nuestras vidas se conviertan en una realidad para todos.
A modo de cierre, me gustaría que pensemos juntos por qué pareciera ser más importante una metodología que una práctica. Como bien dice uno de los padres de la ingeniería de software, Frederick Brooks, “no existen balas de plata” y, por más que nos quieran o queramos convencer de que debemos que aplicar “la” metodología de moda, nunca nos olvidemos que sin las buenas prácticas vamos a ser, finalmente, dependientes de la suerte.
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