Loris Zanatta está deprimido

Así nos lo hace saber en su último artículo, aparecido en un matutino porteño. Lo angustia la superficialidad con que se aborda al peronismo, incluso por parte de tantos que se suponen expertos

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Loris Zanatta (Crédito: Santiago Saferstein)
Loris Zanatta (Crédito: Santiago Saferstein)

El pensador latino que se auto percibe como un peronólogo de largo aliento está angustiado porque al parecer ciertos peronistas de consulta suya, niegan la existencia de algún vínculo ideológico entre el peronismo y el putinismo. Zanatta no acepta estos criterios y con la autoridad que le da la Universidad de Bolonia y cierta intelligentzia argentina que lo infla, afirma categóricamente que sí la hay. El primer ejemplo que pone y al cual dedicaré poco o nada de este artículo ha sido la presencia en nuestro país de Alexander Dugin invitado por un sector de la CGT e intelectuales peronistas. Es cierto, fui uno de los tantos expositores de aquellas jornadas realizadas en la CGT, en La Plata, en el Centro de Abogados de CABA y en la Escuela de Guerra, hace ya cuatro o cinco años, si la memoria no me traiciona. En esa oportunidad conversé mano a mano con el ruso y comentó que estaba alejado de Putín, y una de las razones eran las expectativas que su Presidente mantenía respecto de Occidente. Fin de este asunto.

Lo que motiva fundamentalmente esta nota no es descifrar el acertijo de si Putín genera simpatías o no en el peronismo, porque si uno observa al mundo, sin anteojeras, verá que la invasión a Ucrania ha provocado rechazos y simpatías impensables en todas las corrientes políticas y de pensamiento. Y como peronistas somos todos, según afirmaba el general, hay de todo, como en botica.

Zanatta desconoce nuestra historia

Veamos. El primer error es su permanente insistencia acerca del carácter fascista del peronismo, heredero a su juicio del concepto de Nación Católica, esto es de una cultura medieval-feudal que anida en el pensamiento de un sector de la sociedad argentina, y que viene de lejos. Algo hay de cierto en sus apreciaciones, en tanto América fue incorporada a la civilización occidental por los Reyes Católicos, sin embargo ese catolicismo no era precisamente la voz del pasado, sino la expresión de la modernidad en su máxima extensión. Tan es así que Fernando de Aragón fue uno de los políticos que motivó a Maquiavello a escribir su ultramoderno libro, El Príncipe. No ahondaremos.

Lo nuevo de sus argumentos acerca del fascismo de Perón es que señala a la Tercera Posición como idea maestra del nazismo, puesto que el tercerismo es un invento de ese sector ideológico. Incluso llega a afirmar que más que una posición geopolítica es una filosofía de la historia, desconociendo, en este último aspecto, de lo que habla. No es este el tema que motiva la nota pero la Tercera Posición fue utilizada por Perón tardíamente, esto es a partir de 1950, y en las dos direcciones como geopolítica y como doctrina y está vinculado al inicio de la Guerra Fría a partir de 1947. Como postura geopolítica en un artículo publicado en Política y Estrategia bajo el seudónimo de Descartes el 15/11/1951 y como Doctrina, más que como Filosofía de la Historia, ante unos periodistas norteamericanos que lo interrogaron acerca de una posible Tercera Guerra, Perón contestó: “Para evitarla existe una sola posibilidad: que los dos sistemas ideológicos actuales del mundo pudieran confundirse en uno solo, que no fuera ni un extremo ni el otro, es decir una tercera posición”. 8/3/1950. Ahora, decir que esto lo tomó del fascismo es creer que el Nazismo fue algo intermedio. Perón no lo veía así. El mundo tampoco. No sé porque Zanatta piensa de este modo.

Comentario adicional, el liberalismo iluminista y el racionalismo a ultranza que Zanatta defiende, y que en este caso sí forma parte de la Filosofía de la Historia, ha sido la matriz ideológica del marxismo y del nazismo, sistemas constructores de utopías no sustentadas en la realidad, sino dogmas resueltos a barrer el presente para crear un nuevo orden. Son y han sido tan salvajes como el liberalismo a ultranza de un Robespierre, por ejemplo. De manera que habría que pensar la historia argentina desde un ángulo más humanista. El pensamiento de Perón está más sesgado al historicismo que al iluminismo.

Panlatinismo y paneslavismo

Este es el argumento central de la nota de Zanatta. Poner en el mismo plano la idea y el anhelo de unidad Iberoamericana con el paneslavismo, que se observa en la invasión a Ucrania, es de una ignorancia proverbial. No son iguales las razones que empujan a uno y a otro. Y además como Dugin simpatiza con Perón seguro que el General era un militar expansionista como el autócrata ruso. Punto. Dejemos a Putín de lado y vayamos a lo nuestro.

Todos los intentos de unidad iberoamericana hasta el siglo XXI han sido promovidos por el liberalismo. El primer documento acerca de la necesaria unidad salió de la pluma de un ultra liberal como Simón Bolívar y no como manifiesto sino como inquietud: La Carta de Jamaica de 1815.

Allí el futuro Libertador aseguraba: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederarse los diferentes estados que hayan de formarse. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuera para nosotros lo que Corinto para los griegos!”. “Al desprenderse la América de la monarquía española se ha encontrado semejante al Imperio Romano, cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Liberarnos de España significaba acabar con el poder unificante de la metrópoli. ¿Cómo hacer para sobreponernos?”. Descreía de las repúblicas como de la monarquía, pensaba en gobiernos paternales que curaran las llagas y las heridas. Le preocupaba la unidad, pero esa unidad debía estar organizada por una metrópoli: “La metrópoli sería México, que es la única que puede serlo, por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli”. Sin embargo, no lo creía factible pues era un poder extrínseco, se hallaba en los bordes. Pensó, entonces, en el istmo de Panamá y la reunión de un congreso. Tampoco. Bolívar no halló un centro. Un punto centrípeto”.

Manuel Belgrano, otro liberal, educado en la España liberal de Carlos III, aquel Rey que expulsó a los Jesuitas (atención Zanatta) impulsó la creación de una Monarquía con asiento en Cuzco, en la idea de unificar en un todo América del Sur. Por tradición, reunía todas las condiciones. No pudo ser. Bernardo de Monteagudo, un liberal de paladar negro, amante del iluminismo que pondera Zanatta, redacta en 1824, ya como Secretario de Bolívar, un manifiesto denominado: Ensayo sobre la necesidad de una Federación General entre los estados Hispanoamericanos, sobre el cual años después Juan Bautista Alberdi, otro liberal, redacta una Memoria sobre la Conveniencia y Objeto de un Congreso General Americano. Apenas un texto de Alberdi: “Bolívar, señores no fue un simple poeta, al pedir un Congreso de todos los pueblos de América…Los hombres que como Bolívar han pensado y propendido a la centralización continental, todos ellos son hombres de acción, espíritus positivos, grandes consumadores de hechos”.

Sería muy extenso citar todos los pensadores y políticos liberales del siglo XIX que propendieron a la unidad. En el siglo XX y ya en decadencia el liberalismo frente al auge del nacionalismo de patria chica, tanto Federico Pinedo, el general José María Sarobe o Alejandro Bunge volvieron sobre la necesidad de la Unión Iberoamericana. Fueron los nacionalistas católicos y los otros, las mentalidades cerradas a la Unión Iberoamericana. El nacionalismo fue la ideología de las Patrias chicas, los que mantuvieron hipótesis de conflicto con Brasil, Chile y ainda mais. Su rosismo recalcitrante exaltaba la figura del Dictador no sólo por enfrentarse con Europa sino también con Brasil. Como siempre Zanatta le erra al vizcachazo. Afirma el carácter imperialista de Perón por intentar expandir el peronismo por América. Un disparate. En tal caso como todos los políticos le gustaba mostrar su estilo y hacerse ver. Hasta allí llegaba. Su visión de la Unidad se asentaba en el ABC que aquí en la Argentina impulsara Figueroa Alcorta y Ramón Cárcano, oh…casualidad liberales también. Y así decía, Perón: “Varios estudiosos del siglo XIX ya habían predicho que al siglo de la formación de las nacionalidades como se llamó a éste, debía seguir el de las confederaciones continentales. EE.UU. unifica sobre sí a todos los pueblos americanos de su continente del norte. ¿Entre tanto qué hacemos los sudamericanos? Se pregunta. Finalmente concluye que con Brasil, Chile y la Argentina podría construirse hacia el norte la Confederación Sudamericana, unificando en esta unión a todos los pueblos de raíz latina” 20/12/1951. De modo que son acuerdos no imposiciones y menos ocupación militar.

Para terminar la comparación de la Argentina con Rusia, Zanatta vuelve a confundirse. Nosotros vivimos la Revolución Francesa, tuvimos Asamblea del Año XIII, Constitución Republicana de 1853, Democracia política en 1912 y Democracia Social en 1945. Rusia tuvo zarismo y comunismo. La autocracia asoló su historia.

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