Reír para no llorar: la lucha feminista de las mujeres comediantes

Mi admiración por aquellas actrices que se dedican a la comedia, el más machista de los rubros del espectáculo, y cómo el humor sobre las miserias patriarcales es tan catártico como necesario

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Mujeres comediantes: Malena Pichot, Srta.
Mujeres comediantes: Malena Pichot, Srta. Bimbo, Charo Lopez, Vanesa Strauch, Noelia Custodio, Magali Tajes y Malena Guinzburg

Las dos semanas pasadas tuve que estar en reposo absoluto por un problema personal (nada grave) y, además de mis libros que me acompañan siempre, quise hacer lo que durante el año me es imposible; maratón de series. Opté por The Marvelous Mrs. Maisel (La maravillosa Sra. Maisel). Ya había visto la primera temporada hace casi dos años cuando tuve Covid, pero me llevé una gran sorpresa al ver que había tres temporadas más, así que me zambullí sin pensarlo. Hace mucho tiempo que una serie no me entretenía tanto como esta, pero sobre todo, hace mucho tiempo que una serie contemporánea no me servía de tantos ejemplos para “la vida cotidiana feminista”.

La serie cuenta la historia de Midge (Mrs Maisel), una ama de casa judía de Nueva York del Upper West Side. Tiene un hijo junto con su marido con quienes aparentan tener la vida perfecta que toda mujer de la década del cincuenta desearía. Su esposo, Joel, persigue su sueño de ser comediante. Midge lo acompaña en esa búsqueda a tal punto de que termina generándole curiosidad. Así aparecen sus ganas (tal vez al principio inconscientes) de trabajar o de desarrollarse más allá de la perfumería y entonces comienza a incursionar en el mundo del stand up. Gracias a ella y a quien luego será su manager, Susie Myerson, la serie nos muestra la lucha de género a través del stand up y las mujeres comediantes.

Lo increíble de esta serie es cómo, a raíz de una misma premisa, se derivan muchísimos tópicos que nos interpelan desde el punto de vista de la perspectiva de género: estereotipos, sexismo, feminismo, religión y clase social. Midge, inclusive perteneciendo a una posición social alta y de privilegio como mujer blanca, rica y hegemónica, tiene que soportar lo que soportamos todas las mujeres; la opresión de un sistema que nos prefiere débiles y menoscabadas. Cuando finalmente consigue que la dejen hacer su acto en un bar, la hacen esperar hasta que pasen todos los actores para que ella, por ser mujer, sea la última. Pero, a pesar de las burlas y subestimación hacia ella como comediante-mujer, cuando llega su momento, no solo se gana los aplausos del público, sino también que aprovecha para hacer una denuncia sobre la realidad que sufrían (y lamentablemente aún sufrimos) a las mujeres: “Los hombres dicen que las mujeres no son graciosas. La comedia se alimenta de la opresión, de la falta de poder, de la tristeza y la decepción, del abandono y la humillación. ¿A quién describe eso más que a las mujeres? A juzgar por esos estándares, solo las mujeres deberían ser divertidas”.

En esa escena fue que entendí que me gustaba la serie y que la seguiría viendo. Nivel emoción hasta las lágrimas. No es que la escena tenga esa intención, pero lo que decía me hizo pensar en todas las mujeres comediantes argentinas que admiro y sigo desde chica: Malena Pichot, Srta. Bimbo, Charo Lopez, Vanesa Strauch, Noelia Custodio, Magali Tajes, Malena Guinzburg, etc. No es fácil el trabajo que han hecho y hacen estas mujeres; hacer chistes sobre las miserias patriarcales, denunciar y exponer muchas situaciones mundanas del machismo, verbalizar desde el humor lo que la mayoría no podemos ni esbozar. Siempre agradecí los programas que hacían estas mujeres y muchas más. Gracias a muchos de esos trabajos es que gente de mi generación y también más grandes pudimos explicarle un montón de cosas a nuestras familias. Es más; gracias a muchos de esos videos es que pudimos comprender que había cosas que no estaban bien. Jamás me voy a olvidar del video de “Piropos” de Male Pichot cuando hacían Cualca. Hasta ver eso, no entendía que los piropos eran algo que nos molestaba a todas. Pensaba que se trataba de algo que solo a mí me generaba incomodidad. Imagínense el nivel de opresión que teníamos que muchas de nosotras no lo hablábamos ni con nuestres amigues ni con nuestres xadres.

Rachel Brosnahan en su rol
Rachel Brosnahan en su rol de Midge, la protagonista de The Marvelous Mrs. Maisel, un ama de casa neoyorquina que descubre su vocación por el stand up y la lucha por insertarse en un medio machista (Prime Video)

Ocho años después, veo The Marvelous Mrs. Maisel con unos lentes rayos x que perciben (o intentan) todo lo que antes no podía; una vez al día, Midge se toma las medidas del cuerpo y las anota en un cuaderno. A la noche, cuando su marido ya está dormido, se va al baño a ponerse ruleros, sacarse el maquillaje y crema en la cara. Y en la mañana, antes de que él se despierte ella corre al baño, casi como si estuviera cometiendo una ilegalidad, para arreglarse otra vez y que él la vea “perfecta”. Estas escenas no están solo mostrando cómo se manejaban por aquella época. Están también haciendo una denuncia a lo que observamos como “normal”, pero que en realidad es una construcción cultural y patriarcal sobre la imagen de la mujer. Vemos esas escenas como veíamos cómo le cortaban la pollera a las mujeres en televisión, como seguimos viendo los cuerpos de las mujeres cosificados en las películas y revistas. Justamente de eso se trata la deconstrucción; de desenmascarar esa ideología socio-patriarcal que nos inculcaron, luchar contra lo que nos enseñaron como normalidad. Una normalidad que estuvo siempre al servicio de la dominación, una normalidad funcional a un sistema al que le conviene que nos acostemos y levantemos perfectas, que no seamos comediantes, que nos quedemos calladas. Hay un video del filósofo esloveno Slavoj Zizek que encuentro muy interesante en el que analiza una vieja película hollywoodense que se llama They Live y justamente hace referencia a esos anteojos de rayos x conceptuales de los cuales hablo. Sin ir más lejos, en mi primer primerísima columna para este portal hablé de eso.

El humor es un modo de mostrar lo absurdo de lo instituido y de reírnos de eso (el famoso reír para no llorar), un modo de canalizar el dolor, de denunciar en un escenario la realidad que vemos a través de esos anteojos de rayos equis; la exclusión hacia las mujeres como modo de expulsión de la categoría individuo-singular. En la segunda temporada, Midge quiere volver con Joel. Pero, creo yo (y esto es una apreciación personal), no por el amor que siente por él sino, porque le aterra el fracaso de ese matrimonio. Al ver la crisis de pareja de sus padres, decide llamar a su marido para tratar de recomponer el vínculo y él le dice que solo volvería con ella si abandona su carrera de comediante. No quiero espoilearles la serie, pero no hace falta saber la respuesta de Midge para entender el horror de esto: solo estoy con vos, es decir; solo te doy la vida perfecta que la sociedad te exige tener, si abandonas tu sueño, tu carrera, tu individualidad.

Por eso es que admiro tanto a las mujeres comediantes, en verdad, a cualquier mujer que se anime a subirse a un escenario; por esa lucha por la individualidad. Es más, creo que por eso elegí ser actriz, porque mi sueño, en verdad, es ser tan fuerte como esas mujeres; es reír y hacer reír.

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