Torcer o redistribuir forzadamente derechos individuales frustra oportunidades, contrayendo los ingresos y el valor de los activos. Es lo opuesto a las transacciones que, precisamente, por ser voluntarias, expanden el valor de los derechos, propiedades y los ingresos. Eso explica que las sociedades liberadas de trabas coordinan mejores remuneraciones y producen bienes satisfactorios. Las libertades expanden las habilidades individuales, ingresos y patrimonios.
Sin embargo, algunos gobernantes oportunistas emprenden campañas denunciando a “especuladores” o “enemigos internos”, para inclinar la cancha, dividir a la gente, imponer controles, extraer contribuciones a los adversarios, captar adhesiones, y conseguir más poder.
Por ejemplo, desde el inicio de la democracia, Uruguay fue liberando y estabilizando normas y medidas, y consiguió triplicar el crecimiento de su PBI por habitante en dólares, respecto de la Argentina. El gráfico ilustra ese desarrollo, el impacto de la hiperinflación de 1989 y el derrumbe institucional de 2002.
Está generalizado creer que los recursos económicos son los dones de la naturaleza, los yacimientos minerales, las llanuras ubérrimas, la pesca en los ríos y mares, etc. No es así. Desde la aparición humana, la naturaleza del planeta no varió demasiado. Sin embargo, la revolución de los conocimientos liberó las decisiones individuales de entorpecimientos innecesarios. Animando a emprender y multiplicar las remuneraciones individuales, por tanto, los recursos económicos son las capacidades de producir, atendiendo necesidades individuales.
La gente va descubriendo convenios para satisfacer mejor a los participantes, expandiendo sus remuneraciones. Valorizan las actividades privadas satisfaciendo mejor las necesidades individuales. El Estado debiera despejar de obstáculos redundantes y proteger los bienes privados, suministrando los bienes públicos que fortalecen los incentivos, la propiedad privada y derechos individuales. De la misma forma que las reglas de tránsito agilizan el tránsito individual.
Intervencionismo estatal
Algunos prefieren manipular poderes para privilegiar a favoritos, aunque perjudiquen a mayorías, y así ganar poder, reconocimientos y adhesiones. Para eso, imponen gravámenes y entorpecimientos artificiales a quienes producen, y así subsidiar a poblaciones improductivas.
En los últimos 20 años, los gobiernos argentinos aumentaron impuestos, impusieron cepos cambiarios y controles de precios, para beneficiar a quienes señalan como “vulnerables”, “sectores prioritarios” o simplemente por ignorancia.
En los últimos 20 años, los gobiernos argentinos aumentaron impuestos, impusieron cepos cambiarios y controles de precios
Es notable el fenómeno de las “organizaciones sociales” que movilizan multitudes y extorsionan a los gobernantes a concederles recompensas, a cambio de levantar trabas a la circulación en espacios públicos. Tales pagos incentivan a no trabajar y consolidan los piquetes. Podrían manifestarse donde entorpezcan menos la circulación, pero perderían poder disruptivo. Otras opciones serían pagar directamente a los beneficiarios, restando incentivos a los líderes. “Las organizaciones alimentan elites dirigentes”, postula Robert Mitchels.
Corresponde a los privados ofrecer empleos productivos. Al Estado le sobran burócratas ociosos.
Obstáculos al desarrollo
Cepo cambiario. Las naciones prosperan reconociendo las ventajas de la competencia, la justicia de reglas y medidas estables, iguales para todos, frente a la corrupción de normas diferentes según de quien se trate. Por eso, conviene que los mercados de divisas sean libres de trabas artificiales y cada interesado pague o reciba valores similares, logrando atender toda la cantidad demandada al menor precio.
Conviene que los mercados de divisas sean libres de trabas artificiales y cada interesado pague o reciba valores similares
En contraste, la corrupción de los cepos determina precios diferenciales, intervenidos por burócratas, provocando la permanente escasez de dólares. Ironizan la situación, denominando MULC, mercado único y libre de cambios, no obstante las diferentes cotizaciones y faltantes reclamados.
Prohibición para exportar. La aceleración de la inflación agudiza los conflictos. Dado el fracaso inevitable de los controles de precios, ciertos funcionarios disponen controlar y limitar las ventas al exterior para descomprimir la suba de los precios de alimentos, pese a su demostrado fracaso desde la antigüedad.
Las naciones avanzan reconociendo las ventajas de integrarse al mundo para expandir los ingresos. Entre 2011 y 2021, el valor de las exportaciones se redujo 8,5% y su volumen físico 4%, mientras el PBI por habitante se contrajo 40%, en dólares corrientes. En contrate, Uruguay expandió las exportaciones de carne de alta calidad e importa carne inferior de Brasil y Paraguay, en la medida que la necesita, logrando el mayor ingreso por habitante de América Latina.
Tarifas de servicios y precios muy inferiores a los del vecindario comprimen la producción y expanden el consumo irracional, desbalanceando las actividades. Escasean combustibles y bienes.
Numerosas investigaciones concluyen que restringir exportaciones para estabilizar el mercado interno deteriora la producción agregada.
Una Argentina competitiva es factible liberando las contrataciones de obstáculos burocráticos redundantes.
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