“Esto se va a poner feo”. No lo digo yo. El autor de este pronóstico perturbador es el Contador Público Nacional Roberto Feletti, actual secretario de Comercio. Dependiente de Matías Kulfas, ministro de Producción que, a su vez, es colega -en paralelo- de Martín Guzmán, ministro de Economía. Todos ellos (y muchos más) se ocupan de las áreas en que ha sido destripado (desde el gobierno de Mauricio Macri) el tratamiento de la economía real; y se supone que ellos (los tres y muchos más) están mirando al mismo enfermo (la economía y el mismo ataque inflacionario).
Lo que nos está pasando, en esta economía perturbada y perturbadora, no es ajeno al desbarajuste de pretender resolver los problemas de la economía por partes. Como si no se tratara de un sistema en el que la única respuesta a los males es una que debe ser global y simultánea, es decir, todas las variables y al mismo tiempo.
Lo mínimo que podemos esperar de los funcionarios responsables de la economía destripada es que compartan el diagnóstico y que, después de razonables conversaciones, acuerden el mismo tratamiento.
Lo mínimo que podemos esperar de los funcionarios responsables de la economía destripada es que compartan el diagnóstico
Claro que viendo que las cosas se agravan deberíamos recibir respuesta a la pregunta ¿Cuál es el tratamiento? La respuesta no llega ni llegará. Esencialmente porque en el mismo edificio, del mismo gobierno, del mismo partido, no están de acuerdo casi en nada. Veamos.
Dijo Feletti “El Ministerio de Economía tiene que bajar líneas claras de política económica para preservar ingresos populares”.
Es decir para uno de los principales operadores no hay líneas claras. Es decir líneas obscuras, no transparentes y por lo tanto que se prestan a la confusión. Según el secretario Feletti la política económica confunde. ¿Se puede decir algo peor?
Una política puede ser mala. Pero si es confusa paraliza. ¿Tiene razón Feletti?
Para Feletti el primus inter pares de la economía manda señales confusas y eso lo lleva al pronóstico de marras. Y aclara, por si hay dudas, “El acuerdo con el Fondo ya es letra muerta”.
Una política puede ser mala. Pero si es confusa paraliza
No lo comparto. A pesar de los riesgos ciertos de diferencias en las metas, hasta acá el acuerdo con el FMI le ha dado al gobierno unos flujos de oxígeno que brindan sobrevida. ¿Por qué tan duro Feletti? ¿Para qué? ¿Quién lo manda?¿Cuánto recorrido tiene?
Su jefe Matías Kulfas; y el otro ministro, Martín Guzmán, hacen mutis por el foro, es decir salen de la escena en silencio. Como si esas declaraciones fueran inocuas e inocentes.
No son inocuas porque erosionan las pocas expectativas positivas que los mercados sugieren y no son inocentes, porque son misiles destinados a torpedear a los poquísimos ministros propios del Presidente. Un proceso de erosión por la palabra.
Pero seguramente no todo es cinismo. Algo habrá visto el secretario de comercio. Feletti, que no es economista pero cobra como si lo fuera hace muchos años.
Habrá visto, por ejemplo, empalidecer la piel de la realidad o aflojar los latidos de la producción o fallar la respiración del trabajo, que es lo que está más enfermo.
Y seguramente asustado, barbas en remojo, salió del quirófano para avisar que se viene el “feo” y -en cierta medida- para salvar la reputación que puede que le quede, aunque deje a sus conmilitones con la boca abierta. Digamos se jugó a un “mirá que yo avisé”. La lealtad en el equipo económico, claramente no es muy firme. Pero tampoco lo es para con el gobierno y el partido que los colocó.
Y menos para con los que somos gobernados.
“Esto se va a poner feo” ¿Entonces, funcionario qué haces para evitarlo? ¿Qué corresponde? Por ejemplo, si hacemos esto zafamos. ¿Qué evitaría que se ponga feo? ¿O ya está? El Frente de Todos es un rejunte de muchas comarcas ideológicamente poco emparentadas.
Pero no es menos cierto que Roberto Feletti -al menos con Alberto Fernández- tiene la común pertenencia original K al Frente de Todos. Pero a todas las puntas el amigo Roberto, con sus acciones y declaraciones, ha confirmado una vez más “que no hay peor astilla que la del mismo palo”.
“Se va a poner feo” dicho desde la sala de operaciones, es en realidad un pronóstico que anuncia que “se va a poner horrible”. O -tal vez- quiere que se ponga horrible y nos incita a tomar las decisiones que lo provoquen: Puerta 12.
Es que no fue el aviso de un opositor en el que más que pronóstico sería un deseo, dadas las calidades humanas de aquellos que quieren que todo vaya “feo” para poder arrimar el bochín en la próxima. ¿El nos avisa desde adentro? ¿O es un conspirador oculto?
Una afirmación de “se va a poner horrible” es propia de alguien que espera o provoca la reacción de los violentos. Feletti no es un pacífico. Suena a una afirmación provocadora propia de los opositores violentos, que los hay.
Por ejemplo, podíamos esperarlo de las maneras de Patricia Bullrich (cuyos antecedentes montoneros no dejan dudas de una natural apelación a la violencia como conducta) o de Javier Milei que, a pesar que trata últimamente de que olvidemos, con su actual tono casi “mesurado”, que siendo, ayer no más, candidato a diputados dijo textual: “¿Sabes qué, Larreta? Como el zurdo de mierda que sos, a un liberal no le podés ni lustrar los zapatos, sorete. Te puedo aplastar aún en silla de ruedas, a ver si lo entendés”. (Charla del ciclo “Demoliendo mitos”, Crobar de Palermo, 27/8/2021)
No. No fue un opositor de pronóstico previsible. Fue un miembro del gobierno que lo hace desde adentro.
Con estos muchachos sólo hay una posibilidad: mantener la esperanza…en lo que va a venir
En síntesis revela una estructura anárquica de funcionarios que se combaten entre sí, un grupo de personas que en lugar de actuar hacen comentarios y unos espíritus perturbadores acostumbrados a “combatir” y no preparados anímicamente para construir.
Con estos muchachos sólo hay una posibilidad: mantener la esperanza…en lo que va a venir.
Lo que está desespera; y si sigue así “esto se va a poner feo”.
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