Perdidos y sin rumbo

Sorprende es la inacción del gobierno en cada uno de los frentes en donde la Argentina se encuentra detenida: no hay inversión, no hay creación de empleo y no hay divisas. La economía está herida de muerte y se empieza a apagar lentamente

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La portavoz de la Presidencia,
La portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti

Cada día que pasa se traduce en una muestra más de la inoperancia del gobierno. Hace apenas algunos días la propia portavoz presidencial anunciaba que el gasoil estaba garantizado hasta el mes de junio: no pasaron más que algunas horas para que miles de camiones a lo largo y ancho del país queden varados por falta de combustible. Incluso hemos conocido que en muchos lugares del país existe ya el “gasoil blue”, disponible éste con precios muy por encima a los que se visualizan habitualmente en los distintos surtidores.

Hace algunas horas, Gabriela Cerruti garantizaba nuevamente algo por demás sensible para los argentinos: “No hay riesgo de hiperinflación”. Para un país que recuerda aún frases como “el que apuesta al dólar pierde”, “el que depositó dólares, recibirá dólares” y hasta algunas que no fueron estrictamente económicas como “el coronavirus no va a llegar a la Argentina”, este tipo de declaraciones hacen pensar que todo está dentro del terreno de las posibilidades.

Lo por demás interesante resulta el camino que toma el oficialismo para intentar que el presagio de la Portavoz de la Nación finamente se cumpla. Sin atacar las verdaderas causas de la inflación, desde que asumió Alberto Fernández a la Presidencia los esfuerzos están alineados en atacar solo sus consecuencias. Debe ser por eso que hasta febrero este gobierno acumula una inflación del 123%.

Lo único que hace el oficialismo es preocuparse por sus asuntos judiciales y la reforma del “Consejo de la Magistratura”, de elevar los planes sociales y el asistencialismo a niveles absolutamente inconcebibles y de intentar lograr una nueva ley de blanqueo

“Precios cuidados”, “Precios de cercanía”, “Cortes cuidados” y hasta “Pan cuidado” son algunas de las equivocadas e infantiles medidas que han tomado los funcionarios para intentar combatir el problema de la suba de precios. Incluso hace algunas horas Roberto Feletti (autor intelectual de todos estos planes absolutamente inservibles) ha dicho que el verdadero responsable de la inflación es el Ministerio de Economía (en clara referencia a su titular Martín Guzmán). Entre tanto desaguisado no resultaría extraño que parte de la sociedad pueda concluir en que la hiperinflación es hoy una posibilidad, ya que ésta no se traduce en otra cosa que en el más absoluto rechazo por la moneda. Mientras tanto la política está haciendo que ese sentimiento de repudio al peso sea cada vez más real.

Lo que más sorprende es la inacción del gobierno en cada uno de los frentes en donde la Argentina se encuentra detenida: no hay inversión, no hay creación de empleo y no hay divisas (lo que genera que no se pueda importar) lo que dan por resultante una economía que estando herida de muerte, se empieza lentamente a apagar. Lo único que hace el oficialismo es preocuparse por sus asuntos judiciales y la reforma del “Consejo de la Magistratura”, de elevar los planes sociales y el asistencialismo a niveles absolutamente inconcebibles y de intentar lograr una nueva ley de blanqueo que es aún más absurda que cualquiera de las dos que se suscitaron (y que fueron un rotundo fracaso) durante los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, sin entender que para que alguien vuelque su capital en un país tan hostil como éste lo mínimo que necesita es tener políticos confiables. No es el caso.

Lo único que podrían hacer de manera rápida para aliviar en algo la mente de la clase media es derogar de inmediato la nefasta “Ley de alquileres”. Parece que no será tan sencillo y se tomarán treinta días para emitir dictamen.

Así estamos, en un país que está dejando de respirar mientras la política juega a esconder el tubo de oxígeno y el respirador artificial.

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