La pandemia castigó fuerte a la educación. Un mayor índice de abandono escolar, pérdida de horas de estudio y trastornos emocionales, entre tantos otros efectos, además de una educación remota que amplificó la desigualdad, dejaron a millones de chicos privados de continuar con sus trayectorias académicas, lo que generó obviamente una carencia difícil de remontar.
El ministerio de Educación acaba de sumar una hora diaria de clases, lo que llevaría la cantidad de 720 a 950 horas de clase por año, a fin de compensar, en cierta medida, el déficit.
¿Existe una correlación entre el número de horas de clase y los resultados? Más carga horaria no implica mejores aprendizajes necesariamente. Sin embargo, sin tiempo es poco lo que se puede hacer, aunque, como ya sabemos, no siempre tener tiempo garantiza que se utilice de manera productiva. Es decir que el foco debe estar no sólo en garantizar más tiempo de clase, que es esencial, sino también en mejorar la calidad educativa.
Claramente, una mayor carga horaria posibilita que se puedan profundizar contenidos y que los alumnos puedan desarrollar habilidades esenciales como el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y habilidades de pensamiento de orden superior. Es decir, pensar más y mejor. Además, que puedan trabajar por proyectos, manipulando el contenido. El aprendizaje no es un deporte para espectadores. Necesitamos que los chicos se involucren emocional y cognitivamente, y para eso hace falta tiempo.
Una mayor carga horaria, además, podría impactar positivamente en mejorar los índices de abandono escolar, en la inserción en el mercado laboral, en los estudios superiores y darle batalla a la desigualdad educativa, entre otras cuestiones.
Lo que debe definirse aún es cómo se va a aplicar la nueva medida. Este tipo de decisiones requiere de una planificación e implementación cuidadosa. No es lo mismo una hora más temprano o una hora más tarde en La Rioja que en Tierra del Fuego. Esto también va a impactar en los horarios de los padres con sus trabajos, en aquellos docentes que trabajen en dos escuelas, y por supuesto en un tema no menor, que es el de la comida. Con hambre no se puede aprender.
A priori, esta medida no es solo importante, sino también necesaria. Ojalá sea el puntapié inicial para que se pueda seguir trabajando en darles respuesta a otros temas que escapan lo didáctico-pedagógico, como temas de infraestructura, sueldos, recursos, capacitación docente, clima institucional, ratio docente-alumnos, calidad de la enseñanza, evaluación, etc. Porque con agregar una hora más de clase, si no trabajamos otros aspectos, no va a alcanzar.
Aún así, debemos celebrar estas medidas pensadas para que los chicos puedan tener una mejor calidad de enseñanza. Por algún lado, y en algún momento, había que empezar.
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