Datos comparados que muestran la abrumadora decadencia de la Argentina

En los últimos días volvió a ponerse sobre la mesa de debate la necesidad de acordar un Pacto de la Moncloa para revertir décadas sin crecimiento. El origen del fenómeno y cómo lo superaron otros países

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Si el Presidente quiere dialogar
Si el Presidente quiere dialogar con la oposición, lo primero que tiene que hacer es dialogar con su coalición y luego tener un plan de gobierno consistente y de largo plazo para acordar (Reuters)

Lo primero que tiene que lograr el presidente Alberto Fernández es dialogar con su vicepresidente porque claramente el Gobierno aparece dividido entre el kirchnerismo duro y Alberto Fernández, basta con recordar los audios de Fernanda Vallejos diciéndole “ocupa” al primer mandatario.

La actual situación tiene bastante parecido con el tercer gobierno de Juan Domingo Perón cuando el peronismo estaba dividido en el ala de izquierda y el ala más fascista que terminó con un feroz enfrentamiento entre ambas partes; y llevó al país a un caos social y económico, igual que ahora, con la diferencia que en aquellos años con bombas y tiros.

El segundo punto es que, si el Presidente quiere dialogar con la oposición, lo primero que tiene que hacer es dialogar con su coalición y luego tener un plan de gobierno consistente y de largo plazo para acordar.

Mucho se habla de la Moncloa y pocos parecen haberse tomado el trabajo de haber leído de qué se trata

El tercer punto es que mucho se habla de la Moncloa y pocos parecen haberse tomado el trabajo de haber leído de qué se trata. No es “el” Pacto de la Moncloa, sino que son “los” Pactos de la Moncloa ya que incluían medidas de corto plazo por la alta inflación que estaba atravesando España hacia 1977 y otras cuestiones de largo plazo como la adopción de una economía de mercado, libertad de expresión (recordar que se salía de la dictadura de Francisco Franco -falleció en 1975-), libertad de asociación de los sindicatos, etc. Al punto tal fue el acuerdo de reformas pro mercado, que en 1985, Felipe González, entonces presidente del gobierno, firmó el ingreso a la Unión Europea, que exigía un conjunto de reformas macroeconómicas de encuadramiento y apertura comercial.

Recordemos que Felipe González era del Partido Socialista Español y en la época del muro de Berlín viajaba al Kremlin. Llegó al gobierno y entró en razones. El gran mérito de esos Pactos fue del entonces presidente de España, Adolfo Suárez, quien logró sentar en una mesa a comunistas, socialistas, franquistas y demás partidos de centro y centro derecha.

Si bien España ya venía con cierto impulso de crecimiento cuando a fines de la década del 50 Franco cambió de la autarquía o del vivir con lo nuestro, hacia una economía más abierta, es con la incorporación a la UE que se produce el gran despegue. En otras palabras, ingresan al área económica técnicos con ideas diferentes hacia fines de 1950, pero el crecimiento más acelerado se da a partir de 1986 cuando se suma a la unificación de las monedas.

En el cuadro puede verse, de acuerdo a datos de Angus Maddison, como España, que hasta 1976 tuvo un ingreso por habitante menor al de la Argentina, pasó a superarla con holgura. De estar 71% abajo a principios del siglo XX, en 2018 se ubicó un 70% arriba.

Esa comparación con otros países seleccionados muestra el grado de atraso en que cayó la Argentina, y refleja con brutal nitidez la decadencia que no da señales de revertirse.

Si se mira el caso de Australia, pasó de estar igual que la Argentina a comienzos del siglo XX a duplicar la relación de ingreso por habitante; Irlanda, que a fines de la década de la década del 20 tenía un ingreso per cápita un 35% menor pasó a superarlo en 3,5 veces; y Corea del Sur, país del cual acá los políticos hablaban con cierto desprecio de los juguetes y “porquerías” que se importaban de ese origen, registra actualmente un PBI por habitante del doble que el que tiene la Argentina.

Australia, pasó de estar igual que la Argentina a comienzos del siglo XX a duplicar la relación de ingreso por habitante

De los países seleccionados para comparar el desempeño local en todo el siglo pasado y lo que va de este, se observa lo brutal que fue la decadencia de la Argentina, en contraste con el desarrollo del resto.

Otro dato que muestra la decadencia económica del país es la caída de la participación del PBI en el total de América Latina: de representar el 27% a comienzos del siglo XX pasó a 10%, en un proceso que se acelera a mediados de la década del 40, en coincidencia con la llegada del populismo, principal responsable de la destrucción de riqueza.

Vivir peor con lo nuestro

Aislarse del mundo para vivir con lo nuestro bajo el modelo de sustitución de importaciones, el estatismo, la cultura de la dádiva que vino a reemplazar la cultura del trabajo y el estado intervencionista, fueron minando la capacidad de generación de riqueza por parte del sector privado. Los datos no son para flagelarse, son para tomar conciencia del desastre que ha hecho el populismo en la Argentina.

Los datos no son para flagelarse, son para tomar conciencia del desastre que ha hecho el populismo en la Argentina

En definitiva, ni siquiera el país necesita firmar algo parecido a los Pactos de la Moncloa, la llave del crecimiento la dio Juan Bautista Alberdi en las Bases que se plasmó en la Constitución de 1853/60, que dio el marco institucional para crecer y la generación del 80 que, con sus diferencias, hizo grande Argentina, a tal punto que hubo una gran corriente migratoria que venía a buscar una oportunidad en estas tierras. Esos inmigrantes venían a trabajar, no a buscar un plan social o un empleo público.

No hay mucho para inventar. Solo basta ver lo que hizo la generación del 80 y lo que hicieron otros países para salir de la pobreza. La receta ya está, falta una dirigencia política que tome conciencia y concientice a la población de que ese es el rumbo que hay que seguir para terminar con larga historia de decadencia.

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