Como todos los 2 de Abril, además del recuerdo agradecido a todos los soldados y a aquellos militares que aunados al sentimiento profundo del pueblo argentino combatieron heroicamente por la defensa de la soberanía nacional, en un tiempo en que los argentinos padecemos las consecuencias de más de 4 décadas de pérdida de la independencia económica y de la soberanía política del país con la mitad de los argentinos en la pobreza y la conciencia nacional mancillada por el primado de la desmalvinización y los cantos de sirena liberal, me interesa traer a la memoria una realidad histórica que pareciera confinada al olvido: la fuerte defensa de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur llevada adelante por Isabel Perón durante su gestión de gobierno.
Este olvido premeditado forma parte de una política de la historia neocolonial que desde el golpe de Estado que la destituyó en 1976 hasta la actualidad en que se encuentra proscripta e imposibilitada de pisar nuestro suelo, continúa fustigando a la primer Presidente mujer de la Argentina y del mundo a razón de que su gobierno encarna el último estertor de una Argentina potencia, económicamente libre, con industria y pleno empleo, autoestima, dignidad y grandeza nacional. Y porque enfrentó al colonialismo anglosajón que recolonizó el país tras la última dictadura militar.
La mejor discípula del general Perón intuyó que la advertencia del líder justicialista cuando tras 1955 afirmó: “Quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las invasiones inglesas”, pesaba ahora sobre su propia cabeza. Y tomó cartas en el asunto en momentos en que tras el paso a la inmortalidad de su marido el 1 julio de 1974, los ingleses desconocieron lo pactado un mes antes en el ambicioso proyecto de formación del condominio insular binacional, por el que el Reino Unido reconocía una cuestión litigiosa en materia de soberanía sobre las Islas Malvinas.
En conversaciones entre el embajador británico en Argentina, James Hutton, y el canciller Vignes comenzó la negociación en donde el pirata imperial planteó entre otros puntos: “El principal objetivo del Gobierno de Su Majestad de entrar en negociaciones sobre la base de un condominio sería poner fin a la disputa sobre la soberanía mediante la aceptación de Argentina de una co-soberanía sobre las Islas, y que el resultado podría ser un tratado que resolviera la disputa anglo-argentina”.
La contrapropuesta de Perón fechada el 19 de junio de 1974 plantó las exigencias argentinas:
1. Las banderas de ambos países flamearán conjuntamente
2. Las monedas argentina, británica y local, tendrán curso legal en las Islas con el tipo de cambio fijado de común acuerdo.
3. Los pasaportes y otros documentos para los “nativos” serán reemplazados por otro único que los administradores conjuntos determinen.
4. Serán administradores conjuntos el Presidente de la Argentina y Su Majestad Británica.
5. Serán idiomas oficiales el español y el inglés, en los que serán redactados todos los documentos oficiales.
6. Se adaptarán a la administración conjunta las normas legales del territorio argentino y el británico en la isla.
7. Los “nativos” de las islas gozarán de los beneficios de doble nacionalidad a todos los efectos.
8. Alternativamente cada uno de los administradores conjuntos designarán por el término de tres años al gobernador de las islas: el primero será designado por la Argentina, y el secretario de la Gobernación será designado por Su Majestad Británica.
9. Será propósito fundamental de la administración conjunta, facilitar la gradual integración de las islas a la vida política, social e institucional de la Argentina”.
Isabel Perón indicó que el cambio de actitud de los ingleses se debía a la puesta en conocimiento del Informe Grifith que revelaba la existencia de petróleo en el área de Malvinas. Y el 19 de marzo de 1975, solicitó a Cancillería la emisión de un comunicado de prensa en que se asentaba que los ingleses no tenían derecho alguno en materia de exploración y explotación de recursos naturales.
La prepotencia inglesa no demoró en llegar: en el mes de abril, el embajador del Reino Unido en la Argentina informó a Cancillería que, ante cualquier ataque a las Islas, su gobierno respondería con la fuerza militar. Aquí empieza el derrotero diplomático y patriótico de la presidente Perón que en sus trazos más relevantes exponemos a continuación:
1. En noviembre de 1975 el nuevo Canciller Robledo, solicitó a Gran Bretaña tratar el tema de la soberanía. Las autoridades británicas informaron que Lord Shackleton visitaría las Islas en misión científica. El gobierno argentino respondió recordándole las leyes sobre autorización para navegar en aguas territoriales argentinas. El 8 de noviembre, el representante argentino ante las Naciones Unidas sostuvo que, dado que el estado de la situación entre ambos países era de ruptura de las negociaciones iniciadas pocos meses antes por Perón, la Argentina no dejaría de hacer valer sus derechos en la forma que considere más apropiada. El gobierno británico consideró que esta respuesta contenía la idea de una acción unilateral por parte de la Argentina. Ante este posicionamiento, el 22 de octubre el Ministerio de Relaciones Exteriores Argentino declaró que no se concedía permiso oficial a la misión Shackleton.
2. A fines de 1975 se reunió en París el nuevo canciller, Aráuz Castex, con su par británico, James Callaghan, quien le pidió iniciar conversaciones sobre cooperación económica. Por órdenes de la Presidente Perón, Araúz Castex expresó su aceptación si se incluía la cuestión de la soberanía sobre Malvinas. La respuesta de Callagham fue que debía consultar la voluntad de los isleños y el 17 de diciembre presentó un documento donde proponía una agenda “abierta” para discutir temas de cooperación económica. En un nuevo encuentro en Roma, Aráuz Castex le propuso a Callagham convertir la misión Shackleton en una empresa de los dos países: “A fin de quitarle su carácter unilateral y provocativo” bajo la dirección de un representante de cada país.
3. A comienzos de 1976, Reino Unido decidió enviar la misión Shackleton, iniciando así la ruptura unilateral de las conversaciones con nuestro país. La tensión entre ambas naciones fue en aumento. La Presidente Perón se reunió con Aráuz Castex y con los tres Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas para analizar la situación. La resultante fue un Comunicado de Prensa, publicado el 5 de enero de 1976 por la Cancillería, que indicaba: “La Cancillería argentina estima inadecuado avenirse a considerar temas que, frente a aquella reticencia, resultan insustanciales con relación al problema verdadero, y no conducentes por lo tanto a la justa solución del mismo. Como consecuencia de ello el Pueblo de la República debe estar advertido de que su gobierno, juntamente con las Fuerzas Armadas y demás organizaciones institucionales que estructuran el Estado argentino, comparten inquebrantablemente el celo de aquél por la defensa de la dignidad y los derechos de la Nación; y que actuarán sin precipitación pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean necesarias para lograr justicia”.
4. El 3 de enero de 1976, Lord Shackleton arribó a las Malvinas en fecha coincidente con la ocupación británica en 1833. El Canciller argentino sostuvo al respecto que el arribo del enviado británico era una: “Coincidencia hostil y desconsiderada” que obturaba cualquier tipo de diálogo y comunicó al embajador británico que: “Las dos partes se mueven rápidamente en un curso de colisión”. Ante la tensión creciente, Callagham envió el 12 de enero un mensaje a la Cancillería argentina en el que sostuvo que la discusión de la soberanía era una “disputa estéril” y en un intento conciliatorio convocó a mantener conversaciones confidenciales. La respuesta del gobierno justicialista fue inmediata y el 13 de enero el Ministro de Relaciones Exteriores respondió: “No encontrar ningún elemento positivo que justifique la reapertura de negociaciones”. Ese mismo día, la Presidente Perón gestionó el retiro de embajadores.
5. En medio de la crisis, el 15 de enero Isabel Perón nombró como nuevo canciller a Raúl Quijano, quien afirmó: “El centro de nuestra discusión es (...) soberanía. (…) No podemos avanzar y si el Reino Unido no desea discutir este tema, nosotros no podemos tratar los otros temas. Por supuesto que estamos muy interesados en la cooperación económica y las comunicaciones, pero sin soberanía estos son temas mucho más periféricos”. El 16 de enero, un buque de transporte de la Armada Argentina desembarcó en Puerto Argentino 750 toneladas de equipo y 50 miembros del cuerpo de ingenieros del Ejército para extender la pista del aeródromo de Puerto Argentino proyectada por ley 20.887, lo que por añadidura significaba la reafirmación del gobierno nacional sobre la soberanía en el territorio. El mismo día, el Comité Jurídico Interamericano de la OEA declaró en Río de Janeiro que la Argentina tenía un inobjetable derecho de soberanía sobre Malvinas. Calificó a la misión Shackleton como una “innovación unilateral” que violaba las Resoluciones de las Naciones Unidas, amenazaba la paz internacional e implicaba un esfuerzo para silenciar los reclamos argentinos y obstaculizar el progreso de las negociaciones solicitadas por la Asamblea General. Los organismos regionales se expidieron también en apoyo de la Argentina. Pocos días después, el 27 de enero, el Ministro de Estado declaró ante la Cámara de los Lores que: “No habrá cambios en la soberanía británica sobre las Islas Falkland en contra de los deseos de los isleños. Pero el gobierno de Su Majestad estima que se atenderá mejor a los intereses a largo plazo de los isleños mediante vínculos estrechos y amistosos con la Argentina”.
6. El pico del conflicto se alcanzó el 4 de febrero cuando la presidente Perón valientemente envió al destructor de la Armada Argentina ARA Almirante Storni, a detener al buque de investigación Shackleton que navegaba a 78 millas al sur de Puerto Argentino, o sea, dentro del límite de la jurisdicción argentina de las 200 millas alrededor de las Islas. Desde el destructor se ordenó: “Detenga las máquinas o abriré fuego”. El capitán del buque británico no detuvo la marcha, se rehusó a recibir un grupo de abordaje o seguir al Storni al puerto de Ushuaia. Apoyado por un avión de reconocimiento marítimo Neptune de la Armada, el destructor realizó varios disparos sobre la proa del Shackleton que, a pesar de ello, prosiguió su ruta hacia Puerto Argentino. El buque argentino no persistió en su accionar pero siguió a la nave inglesa hasta seis millas donde finalmente emprendió el retorno. El hecho de que la nave argentina se haya limitado a realizar algunos disparos y que no haya emprendido ninguna otra acción a pesar de su capacidad, es muestra de que el gobierno argentino sólo buscaba la ratificación de que no se le reconocían derechos a los usurpadores para incrementar el desarrollo económico de las Islas. Ante los hechos, se sucedieron las quejas británicas ante el gobierno argentino y ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, denunciando la actuación del buque argentino como un “peligroso” hostigamiento contra un buque que navegaba pacíficamente para efectuar “un relevamiento científico en la zona”. La Argentina por su parte, acusó al gobierno británico de haber violado las normas relativas a la jurisdicción marítima. Sin embargo, el enfrentamiento no aumentó y las partes acordaron reasumir rápidamente el diálogo obturado por la arbitrariedad inglesa.
7. El 17 de marzo de 1976, la Presidente de la Nación convocó al Congreso que decidió por unanimidad que la misión Shackleton había sido un atentado a nuestra soberanía por lo que se decidía desconocer que la Majestad Británica arbitre entre Argentina y Chile las disputas territoriales limítrofes (disposición del gobierno de facto de Lanusse) y se citaba al Canciller inglés a resolver la cuestión de Malvinas en reunión del Congreso “a puertas cerradas” so pena de ruptura total de las relaciones internacionales con Gran Bretaña.
El golpe del 24 de marzo de 1976 impidió la toma de estas medidas. La dictadura argentina, con apoyo de Inglaterra y Estados Unidos, reimplantó el sistema económico neoliberal. El gobierno de Videla se integró al Plan Cóndor norteamericano ejecutando acciones terroristas y de capacitación militar en países de Centroamérica y Reino Unido apoyó las dictaduras suramericanas para apropiarse de recursos naturales y económicos. En 1982 Galtieri buscó legitimar el régimen criminal iniciado en 1976 como respuesta al nacionalismo revolucionario surgido el 17 de octubre de 1945. Pese a su objetivo y a los problemas estratégicos de planificación y de desenvolvimiento de la guerra que posicionaron a nuestro país en inferioridad de condiciones, la actitud de nuestras tropas fue de heroísmo, patriotismo y coraje. Por eso hoy recordamos y honramos a nuestros soldados, que elevaron la bandera de la soberanía frente a un Imperio asesino.
La recuperación de Malvinas continúa siendo una causa nacional y suramericana. Sin Unidad Nacional que de inicio a un proceso de restauración de nuestro poder nacional de defensa y de la recuperación de la independencia económica, todo lo que se diga termina en una mera declamación romántica. Isabel Perón lo sabía muy bien: si nuestra Patria quería la paz, debía prepararse para la guerra y por eso ratificó el concepto de Perón de Nación en armas que incluía además la formación de una conciencia antártica y malvinense, y por eso encomendó al Ministerio de Educación de la Nación la impresión y publicación de un trabajo que compendiaba los derechos de soberanía argentina en Malvinas y divulgaba, por primera vez en la historia del país, el mapa bicontinental y biocéanico.
Además, realizó la entrega de documentos nacionales a kelpers por amparo y fue la primera mujer en pisar la Antártida Argentina. El 10 de diciembre de 1974 ordenó que allí se celebrase una reunión de gabinete para ratificar la decisión de hacer respetar la soberanía nacional sobre ese territorio. Para ello, junto a su gabinete emprendió viaje primero a Río Gallegos y luego en un Hércules C130 TC64, sobrevoló los aires antárticos, por encima de las Malvinas, no pudiendo aterrizar por malas condiciones meteorológicas. Sin dudas, en el cuerpo doctrinario y en las gestiones de gobierno de nuestra revolución nacional inconclusa, anida la esperanza nacional que necesitamos y que volveremos a revalidar más temprano que tarde.
Y por último, gracias Isabel Perón. El pueblo argentino no olvida a sus héroes y mártires.
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