La economía global está sintiendo el fuerte impacto que provocó la invasión rusa a Ucrania, principalmente en los mercados energético y cerealero, con incrementos de precios en los commodities que llegaron a sus máximos niveles históricos.
Sin embargo, hay otras consecuencias económicas de importancia significativa para nuestro país que aún no se perciben tan claramente: Europa del Este es una región muy relevante en la exportación de servicios basados en conocimiento, mercado sumamente interesante por su constante crecimiento y por el impulso transversal que tiene sobre el resto de las actividades productivas, en el cual Argentina tiene un rol consolidado como país proveedor.
La exportación de las industrias de la economía del conocimiento prospera en países donde se conjugan una serie de factores como una población bien educada, cercanía cultural a las potencias globales, razonable desarrollo científico-tecnológico y buen nivel académico universitario. Tanto los países de Europa del Este como Argentina participan de esos atributos y son directos competidores por capturar el flujo de valor de estos mercados.
En total, los países vecinos a la zona en conflicto sumaban USD 205 mil millones anuales en exportaciones de servicios basados en conocimiento a junio de 2021. Las exportaciones argentinas representan solo el 3% de ese valor.
Para entender la dinámica del comercio global de la economía del conocimiento hay que tener en cuenta que es un sector en fuerte expansión desde inicios de este siglo, cuando la economía digital y las comunicaciones revolucionaron los hábitos de consumo de todo el mundo. A esta tendencia se suma el impacto de la pandemia, que en solo dos años acentuó la demanda social sobre bienes y servicios tecnológicos y adelantó la adopción cultural de nuevos hábitos digitales que normalmente hubieran demorado mucho más tiempo en popularizarse.
Esta enorme expansión de la economía del conocimiento creó una revolución en la demanda de talento a nivel mundial. El trabajo fluye a través de internet y de la nube, uniendo proveedores y clientes a escala global. Un proyecto para un cliente en Singapur puede desarrollarse en Polonia, Manila o Argentina, según las condiciones de calidad y precio que ofrezca cada país.
Las decisiones sobre la localización del trabajo se realizan utilizando evaluaciones que ponderan las cualidades de cada país/ciudad oferente. Dentro de los atributos analizados se pondera el riesgo operativo para la continuidad de los servicios, categoría dentro de las cuales se incluyen el riesgo de ocurrencia de catástrofes naturales y de estabilidad política/social. Es altamente probable que el flujo de trabajo en la zona de influencia del conflicto bélico se afecte fuertemente por mucho tiempo y que otras regiones del mundo capitalicen ese realineamiento.
Argentina podría postularse como un país receptor de parte de la población afectada por el conflicto, principalmente de aquella con cualidades técnicas que son muy demandadas por nuestras industrias. Para ello, se requiere coordinar una acción conjunta de nuestra Cancillería, de los gobiernos locales y de empresas de muchas industrias del conocimiento que hoy tienen su límite de crecimiento en la escasez de talento, a efectos de crear un corredor inmigratorio con inclusión laboral.
Con la emigración ucraniana podría replicarse la experiencia de la diáspora venezolana, en la cual miles de habitantes de ese país recalaron en nuestro territorio incorporándose inmediatamente a nuestro ecosistema productivo, al cual hoy aportan calidad profesional y fuerza operativa.
Esta propuesta no solo atendería el interés económico de nuestro mercado, sino que respondería a un elemental principio humanitario para mitigar el grave drama que se vive en aquella región, cumpliendo el principio constitucional que ofrece el amparo de nuestra bandera a “todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
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