“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Esta frase del ex presidente Abraham Lincoln describe como pocas el accionar de la élite británica de las Islas Malvinas y su lobby en Londres.
En estas últimas semanas, quienes controlan las voces de opinión en las Islas han apelado de la forma más burda e irrespetuosa posible a ciertos paralelismos entre la crisis humanitaria que atraviesa la población de Ucrania -producto del uso de la fuerza por parte de la Federación Rusa- con la experiencia vivida por los isleños durante los 74 días del conflicto armado de 1982.
Asimismo, han intentado tergiversar de forma flagrante los hechos alrededor de los vuelos chárter para aquellos habitantes de las Islas, en su mayoría de la comunidad chilena, virtualmente varados en ellas desde hace dos años sin poder volver a sus hogares, renovar documentación vencida o simplemente ver a sus familiares.
No escapa a cualquier lector medianamente atento que estas acciones responden a una estrategia clara y premeditada de cara al 40º aniversario del conflicto armado, a efectos de intentar mostrarse frente a la comunidad internacional como las víctimas de una nación que, según ellos, viola sus derechos humanos y los oprime. El lenguaje inusualmente agresivo de los isleños ante la reunión del Comité de Descolonización del pasado junio de 2021 ha sido una clara muestra de esto.
Sin embargo, no se trata de otra cosa que de artimañas para justificar la intransigencia británica para solucionar la disputa de soberanía y poner fin al colonialismo en todas sus formas; es decir, para cumplir con sus obligaciones conforme el derecho internacional.
En primer lugar, respecto del supuesto paralelismo entre Ucrania y el trato recibido por los habitantes de las Islas de parte de las Fuerzas Argentinas en 1982, si bien es entendible que todo conflicto armado sin dudas genera angustia, temores e incertidumbre, no es menos cierto que hay un abismo entre las atrocidades que está sufriendo el pueblo ucraniano y la experiencia vivida por los isleños. Es un sinsentido dicha comparación.
Sin perjuicio de condenar aquella acción militar argentina, no es posible comparar la guerra en Ucrania (o en Irak, o en Bosnia) con lo sucedido en Malvinas. Ese 2 de abril las fuerzas argentinas tenían órdenes de no atacar ni siquiera a los militares británicos y toda acción hacia los civiles estaba prohibida siendo cualquier infracción juzgada inmediatamente. No hubo ningún tipo de violación ni atentados hacia la población civil durante los 74 días del conflicto. De hecho, los tres únicos civiles muertos fueron por la acción de las fuerzas británicas. Se les había asegurado a los habitantes de Puerto Argentino que no iba a haber enfrentamientos militares dentro del poblado y esto se cumplió a rajatabla. Finalmente, fueron los británicos quienes pusieron en riesgo, no solo a las Islas, sino a la región en su conjunto al introducir armamento nuclear en el Atlántico Sur.
Los civiles confinados en Darwin y en Pradera del Ganso lo fueron, justamente, para evitar posibles bajas en medio de la confrontación entre las fuerzas argentinas y británicas. Al revés, las fuerzas británicas avanzaron un ultimátum de bombardear el poblado, con los civiles dentro, si las tropas argentinas no se rendían.
Si uno compara todo eso con las atrocidades en Bosnia, Irak o lo que está sucediendo en la actualidad en Ucrania, no puede evitar concluir que la comparación no solo es profundamente injusta sino, además, una ofensa hacia aquellas víctimas de las atrocidades de esas guerras.
A su vez, nos encontramos ante la pantomima británica y de la élite isleña de mostrarse como los defensores máximos de la integridad territorial ucraniana. La aplicación selectiva de la defensa de este principio fundamental del derecho internacional es, cuanto menos, irrisoria: defienden a ultranza la integridad territorial ucraniana, al tiempo en que violan flagrantemente la integridad territorial argentina (así como las de Mauricio y Serbia, otros ejemplos de este doble estándar).
Respecto de los vuelos chárter, la acción de la élite británica de las Islas ha sido un lamentable juego retórico para defender sus intereses políticos y comerciales al tiempo que jugaban con la necesidad de los habitantes de viajar a sus hogares. El pretendido gobierno isleño informó con bombos y platillos tener listo un avión chárter de LATAM para viajar a Punta Arenas y a Santiago. Lo anunciaron, fijaron día y hora de partida y luego, frente a la correcta negativa del gobierno argentino, apelaron, nuevamente, al rol de víctimas y de demonizar a nuestro país sosteniendo que es él el que impide estos vuelos “humanitarios”. La realidad es distinta.
Fue el gobierno argentino, a diferencia de Londres, el que se ha preocupado por el respeto de los intereses y modo de vida de los isleños.
Durante los momentos más críticos de la pandemia fue Buenos Aires quien se preocupó por ayudar a la población de las Islas de diversas maneras. Justamente, la última de estas acciones fue el ofrecimiento de vuelos humanitarios con aerolínea de bandera para transportar residentes de las Malvinas que necesitaran viajar a otros destinos para atender trámites personales o visitar a sus familiares, especialmente para la época de las fiestas. Frente a la primera negativa de que el vuelo tuviera como destino la Argentina continental, el gobierno argentino ofreció que este vuelo fuera directo a Chile, nuevamente hubo negativa británica y finalmente, pese a todo, la Argentina solicitó -justamente teniendo en cuenta los intereses de los isleños- la reanudación del vuelo regular Punta Arenas-Río Gallegos-Malvinas.
Todos estos ofrecimientos fueron negados sistemáticamente por Londres y la élite británica de las Islas. El resultado está a la vista: personas que hace dos años se encuentran “varadas” en las Islas no pueden visitar a sus familiares o renovar sus documentos o simplemente volver a sus casas.
Este resultado es responsabilidad única de Londres y de la élite británica. El gobierno argentino hizo todo lo posible para solucionar esta situación desde hace varios meses. El papel de víctimas y la búsqueda de un chivo expiatorio no les servirá para justificar lo injustificable, no se puede mentir a todos todo el tiempo.
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