Guerra contra la inflación: miente, miente, que nada quedará

El Gobierno perdió la batalla antes de comenzar porque nadie cree en el cumplimiento de las pautas y reglas que definen los funcionarios de Alberto Fernández

Alberto Fernández

“Falta envido y truco” grita entre risas el tío Omar cuando el resultado le viene siendo rotundamente desfavorable. Mientras se está en las malas –los primeros 15 puntos del truco– aceptar la estrategia propuesta por los que van perdiendo, implica perder o ganar la partida. Para el equipo que va ganando, el riesgo es alto. Cuando luego de varias manos, se juegan las buenas, el riesgo de aceptar la propuesta se reduce, porque perder la mentira –la falta envido– no implica ser derrotado en el juego.

El tío Alberto miente desde la primera mano: “Si abrimos la economía vamos a terminar como terminó Suecia”, dijo en referencia a las consecuencias del COVID sobre la población. La mentira de este tío no parece ser parte de una estrategia. Más bien, es un rasgo distintivo de su personalidad. Su incontinencia verbal no colabora.

El pasado martes 15 de marzo, Alberto cantó falta envido y truco: “El viernes empieza la guerra contra la inflación en la Argentina”. Llegó el viernes y las cartas quedaron sobre la mesa: dos cuatro y una sota, ni siquiera del mismo palo. Ningún anuncio relevante.

El tío Alberto miente desde la primera mano: “Di abrimos la economía vamos a terminar como terminó Suecia”, dijo en referencia a las consecuencias del COVID sobre la población

La partida ya cuenta buenas desde hace un buen tiempo y, salvo alguna medida estricta –convertibilidad o dolarización-, la partida contra la inflación este gobierno ya la perdió. Reinstalar la convertibilidad o dolarizar la economía tendría consecuencias tremendas sobre la pobreza y la indigencia en el corto plazo, que recaerían en un año electoral. Las medidas de este Gobierno van a seguir siendo graduales.

La partida está perdida porque con tarifas subsidiadas los precios relativos no responden a las preferencias de los consumidores, la inversión no se dirige a esos sectores convergiendo a una situación con servicios deficientes e inflación reprimida.

La partida está definida desde el momento en que el Gobierno no plantea un ajuste del gasto público que independice al Banco Central de la política fiscal. El Banco Central debe definir reglas que sean consistentes con la política fiscal, y no a la inversa, en donde el Banco Central define su política monetaria en función de las necesidades de financiamiento del gobierno.

Reinstalar la convertibilidad o dolarizar la economía tendría consecuencias tremendas sobre la pobreza y la indigencia en el corto plazo, que recaerían en un año electoral. Las medidas de este Gobierno van a seguir siendo graduales

Por último, y no menos importante, el tío Alberto perdió la guerra antes de declararla porque nadie cree en el cumplimiento de las pautas y reglas que los funcionarios de diferentes áreas van definiendo. En la guerra contra la inflación, una batalla clave se libra contra las expectativas. Es primordial que las reglas sean claras, consistentes y creíbles.

Incluso un buen programa monetario y fiscal puede fracasar si los agentes económicos no creen en el cumplimiento de las medidas establecidas. Imaginemos que sucede si a la falta de credibilidad le sumamos la inexistencia de un programa monetario, una política fiscal que se basa en el impuesto inflacionario como variable de ajuste y un set de medidas incongruentes, de corto plazo, descoordinadas y por sobre todas las cosas, que la historia demostró en infinitas oportunidades que en el mejor de los casos son ineficaces cuando no perjudiciales.

La infinidad de memes que inundaron las redes sociales luego de la declaración de guerra del tío Alberto, tal vez no reflejen la mirada de toda una población, pero es cierto que aquella aprobación del 80 por ciento de su gestión al inicio de la pandemia es parte de un pasado glorioso para Alberto que ya no existe y que como sociedad debemos analizar. Su credibilidad está por el piso. Como sucede con las relaciones sociales, la confianza se construye día a día pero se destruye en un instante. Alberto ya no puede revertir ser el Presidente meme.

Incluso un buen programa monetario y fiscal puede fracasar si los agentes económicos no creen en el cumplimiento de las medidas establecidas

El tío Alberto profundizó la derrota de este truco cuando en la última apertura de sesiones ordinarias del Poder Legislativo se vanaglorió de que no hacen falta reformas estructurales. Niveles alarmantes de pobreza, indigencia, trabajo informal, deserción escolar parecen no alarmarlo. Nunca un jugador alardea cuando el resultado desfavorable es tan contundente.

Sin estrategia, todo queda librado al azar. La invasión rusa le reparte buenas cartas a la Argentina: alza de commodities. Sin embargo, el tío se empecina en jugar la mano de la misma manera. Las pocas oportunidades de remontar la partida se desperdician. La inflación en Argentina no es un maleficio. Más de una vez el reparto de cartas nos hizo un guiño. Mentir y mentir no puede ser la estrategia de un buen jugador de truco.

La virtud del tío Omar es que no siempre echa la falta envido y truco cuando va perdiendo, incluso a veces lo hace cuando va ganando. Al tío Alberto hay que darle el envido con dos negras del mismo palo.