“El Papa invitó a los obispos de todo el mundo y a sus presbíteros a unirse a él en la oración por la paz y en la consagración y encomienda de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María”, dijo el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
El Papa pronunciará la oración en la tarde del viernes 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, en la Basílica de San Pedro a las 17 horas (13 de argentina). El mismo acto, en el mismo día, será realizado por todos los obispos del mundo.
Ya en el Ángelus del pasado 13 de marzo, el Papa había invitado a toda la Iglesia a rezar: “Pido a todas las comunidades diocesanas y religiosas que aumenten los momentos de oración por la paz”. En la audiencia general del 23 de febrero convocó una jornada de oración y ayuno por la paz en Ucrania el Miércoles de Ceniza, afirmando: “Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra”.
LA PRENSA, ESTACIÓN DE LVIV Y DESPUÉS
Mientras el Papa anunciaba la celebración del próximo viernes, en la bella estación ferroviaria de la ciudad ucraniana de Lviv se apiñaba mucha gente, en su mayoría aguardando el arribo de los trenes que se detendrían en el andén número 5 para los que se iban a Polonia huyendo de la guerra. Al mediodía de este viernes se cruzaron dos conocidos periodistas internacionales, uno de origen local y el otro latinoamericano y tras el reconocimiento y los saludos propios de dos colegas que hace muchos años que no se veían se produjo el siguiente diálogo que un testigo indiscreto le contó a este cronista. El ucraniano le preguntó al otro: “¿Ustedes van a Rivne?”, a lo que el segundo contestó: “No ¡vamos a Kiev!”. Entonces el primero, con tono incriminatorio, le replicó: “¡Por qué me miente! ¡Usted me dice que van a Kiev para que yo crea que van a Rivne, pero en verdad van a Kiev!”.
Este diálogo revela un alto grado de alteración. Cómo la política, que es mentirosa, contamina a la prensa libre. Basta con hacer zapping y ver las escenas y sus repeticiones para darse cuenta de la mirada parcial con que la tele-tecnología materializa la memoria de la guerra. Pero esa es otra guerra coadyuvante a la armada y para su información remitimos a los que se dedican a la ecología de medios.
QUÉ DISCUTEN RUSIA Y UCRANIA EN EL “PLAN DE PAZ”
Esta semana se supo que en la mesa de negociaciones entre los representantes de ambos gobiernos se encuentran quince puntos para lograr la paz siendo los más importantes los siguientes.
La renuncia de Ucrania a incorporarse a la OTAN y a acoger bases militares extranjeras a cambio de recibir la protección de países como Estados Unidos, Turquía o el Reino Unido;
Aceptación por parte de Ucrania del status de neutralidad y desmilitarización al estilo de Austria o Suecia;
Reconocimiento de Crimea como territorio ruso y de la independencia de las nuevas repúblicas del Dombás.
Levantamiento de las sanciones económicas a Rusia y derecho a emplear la lengua rusa en Ucrania.
25 DE MARZO, DÍA CLAVE PARA EL MUNDO CATÓLICO
El 13 de julio de 1917 la Virgen (que siempre es la mismísima e histórica María Madre de Dios) en una de sus apariciones, en Fátima, pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, afirmando que si no se concedía esta petición, Rusia extendería “sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones…” “Los buenos - había añadido - serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán destruidas”. Recordemos que las predicciones de Fátima se cumplieron inexorablemente.
Después de aquellas apariciones y anuncios hubo varios actos de consagración al Corazón Inmaculado de María: Pío XII, el 31 de octubre de 1942, consagró el mundo entero y específicamente Rusia. Pablo VI lo hizo en 1964 y Juan Pablo II en 1981, 1982 y 1984 renovó esta consagración. El Papa Wojtyla, recordando la petición de la Virgen en Fátima, el 25 de marzo de 1984, en la Plaza de San Pedro, en unión espiritual con todos los obispos del mundo, encomendó al Corazón Inmaculado de María a todos los pueblos y naciones.
El próximo 25 de marzo, el Papa Francisco consagrará a Rusia junto con Ucrania al Inmaculado Corazón de María en comunión con los obispos de todo el mundo orando por la paz.
EL SANTO PADRE Y EL PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA
El miércoles el Papa Francisco y el Patriarca Kirill, de la Iglesia Ortodoxa rusa, dialogaron en forma virtual. Coincidieron en que, “(como) pastores de un mismo pueblo santo que cree en Dios, en la Santísima Trinidad, en la Santa Madre de Dios debemos unirnos en el esfuerzo de ayudar a la paz, de ayudar a los que sufren, de buscar los caminos de la paz, de detener el fuego…a contribuir al fortalecimiento de la paz y la justicia”.
El Papa destacó que “como pastores, tenemos el deber de estar cerca y ayudar a todas las personas que sufren la guerra. Hubo un tiempo en que nuestras iglesias todavía hablaban de una guerra santa o de una guerra justa. Hoy en día, ya no podemos hablar de esta manera. Se ha desarrollado una conciencia cristiana de la importancia de la paz…Las guerras son siempre injustas. Porque es el pueblo de Dios el que paga. Nuestros corazones sólo pueden llorar por los niños, por las mujeres asesinadas, por todas las víctimas de la guerra. La guerra nunca es la solución…”
PÉRDIDA DE VIGENCIA DEL DERECHO INTERNACIONAL A LA AGRESIÓN Y LA GUERRA
El DIP de inspiración cristiana apoyó el concepto de “guerra justa” en la antigüedad y tanto los teólogos de la patrística como Santo Tomás lo sostuvieron con condiciones y limites que por la extensión del tema no podemos exponer aquí. El mundo occidental fue limitando el derecho a la guerra, en especial después de Vietnam que dejó 1.000.000 de muertos. En las últimas décadas, los juristas como el anglosajón Michael Walzer admiten la “guerra justa” pero aún así, condenaron las guerras de Irak que dejaron 900.000 muertos y las dos de Libia y se discutió mucho si a la de Afganistán declarada por la OTAN contra el terrorismo le cabía esa calificación. No cabe dudas que las guerras de Siria, con cerca de 500 mil muertos y millones de desplazados, las del Líbano, Palestina y las de hoy todavía vigentes como las del Sabel (Mali), Yemen, que lleva 233.000 muertos en 8 años y 4.000.000 de expulsados, la guerra civil de Birmana, Myanmar y la limpieza étnica de los Rohingyás donde hay más de 700.000 musulmanes asesinados o expulsados, miles de refugiados, la de Etiopía en la Región de Tigray, limpieza étnica contra tigrayanos (cifras desconocidas) son algunas de las que, en una verdadera “tercera guerra mundial” por partes, como dice el Papa desparraman el horror y la muerte.
La actual invasión de Rusia a Ucrania, con un buen registro de víctimas en los pocos días que lleva, si bien carece de la magnitud de las anteriores es igualmente repudiable pero conmueve más al mundo porque lo sitúa al borde del abismo que significaría una escalada de un conflicto entre Rusia y la Unión Europea capaz de transformarse en una conflagración nuclear que acarree el fin del planeta tierra.
UN MAL NUNCA SE SUPERA CON OTRO MAL
Para justificar una agresión internacional se podrá acusar a otros de haber hecho por su parte uso de la guerra, sin embargo Francisco al afirmar que “la guerra es siempre injusta” no admite excepciones. Y no las admite más allá de las razones que la funden, porque el mal siempre lo padecen los pueblos. Y porque un mal no se supera con otro mal.
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