Los medios han venido destacando la preocupación creciente ante la depredación de recursos pesqueros en los bordes de la zona económica exclusiva (milla 201) por bandadas de buques de diversas banderas.
Lamentablemente no contamos con la solución de tiempos precedentes cuando Hipólito Bouchard los apresaba con patente de corso (1816).
El territorio marítimo argentino es de 6,9 millones de kilómetros cuadrados y el territorio antártico es de 1,3 millones de kilómetros cuadrados, por lo que podemos decir que de los 11 millones de kilómetros cuadrados que comprende nuestro territorio el 63% es mar y el 37% es tierra.
Dadas las largas distancias de nuestro mar la propulsión nuclear naval resulta una herramienta óptima. Su capacidad de permanecer en alta mar sin reaprovisionamiento de combustible permite cubrir grandes superficies de nuestro mar e intensificar el patrullaje de nuestra zona económica exclusiva y la zona marítima austral.
Con tal herramienta de vigilancia para la fiscalización de la pesca de nuestros recursos ictícolas en mar argentino y cinco años de licencias de pescas estaríamos en condiciones de financiar una central nuclear con tecnología propia.
Lo mismo resulta aplicable al fortalecimiento de la presencia activa en Nuestro Atlántico sur hoy parte de una estrategia hemisférica en materia de seguridad que ha involucrado la presencia de navíos como el buque de la Guardia Costera “Cutter Stone” y la visita, sin previo aviso, del submarino nuclear estadounidense a nuestro mar austral el año pasado (2021).
El almirante Craig Faller, jefe Comando sur, en su visita a Buenos Aires (3/4/21), expuso el trabajo conjunto del Departamento de “Seguridad Interior” y de la Guardia Costera de EE. UU. en “su estrategia” para ayudar a los países de la región a identificar quién opera en sus aguas territoriales. Habló de compartir información para enfrentar los retos a nuestra soberanía. Asimismo, señaló su interés en involucrar a los países de los que provienen esas flotas pesqueras, entre ellos China, que posee una flota patrocinada por el propio Estado y que está involucrada en este tipo de actividades ilegales, no declaradas y no reglamentadas.
Por otro lado, queda el resabio de una amenaza latente y el daño efectivo del submarino nuclear del Reino Unido en mayo 1982.
A su vez, en el año 2041, finaliza el tratado antártico y Chile ya firmó un acuerdo con el Reino Unido para trabajar en conjunto cuando el tratado pierda vigencia.
En otro orden de ideas, los tiempos se acortan y no faltará mucho tiempo en que se verá navegar al submarino nuclear brasilero “Alvaro Alberto” hoy en construcción.
El ciclo del material nuclear usado como su combustible en submarinos tendrá efectos en materia de seguridad regional en materia de no proliferación nuclear que involucra a la Agencia Brasilero Argentina de Control y Contabilidad del material nuclear (ABACC) y al Tratado de No proliferación Nuclear (TNP) que delata su vacío normativo sobre el control de la propulsión nuclear para navíos y submarinos nucleares. Cuestión que se deberá analizar en la próxima Conferencia de Revisión del TNP en Nueva York el próximo agosto de 2022.
Por nuestra parte, si bien negociar con Brasil ofrecerá bemoles, no se debería dejar de tener en mira la posibilidad de concertar un polo estratégico regional en materia nuclear, que contemple la propulsión naval nuclear, como hemos sabido negociar y acordar acuerdos nucleares vigentes, el Mercosur y la Agencia Brasilero Argentina de Control y Contabilidad del Material Nuclear (ABACC).
Que desde otra perspectiva, servirá de resguardo ante eventuales emergentes de la agenda estratégica hemisférica por la confrontación sino-estadounidense en el Atlántico sur. Al respecto, se recuerda que Juan González, Director Principal del Consejo de Seguridad Hemisférica de la Administración Biden, de visita en abril 2021 por Buenos Aires, remarcó la preocupación del Presidente Biden, con la colonización china puntualmente en materia energética en el sector nuclear y tecnológico con Hawuei.
Por otro lado, ante el desafío impuesto por el cambio climático a la seguridad y sustentabilidad alimentaria nacional y global, el desarrollo del sector nuclear tiene el valor de ser una de las dos únicas fuentes disponibles en la actualidad que no emiten gases de efecto invernadero en su operación.
En junio del 2010 Nilda Garré, por entonces ministra de defensa, anunció la intención de dotar de propulsión nuclear a la Armada Argentina, más precisamente de un submarino nuclear. En el período junio-diciembre 2010 convocó a un equipo de profesionales para trabajar en él, en el 2011 se trabajó en cómo hacerlo y se desarrolló una propulsión híbrida eléctrico nuclear utilizando un motor eléctrico de impulsión SIEMENS DC-PROP con una potencia de 6.8 MW y un reactor CAREM. Prototipo TR-1700N.
En suma, como herramienta política, su empleo debe ser definido por los fines políticos perseguidos. Visto de este ángulo, es evidente su utilidad como herramienta para la protección de nuestros recursos en el mar argentino, que comprende nuestra zona de exclusión en el Océano Atlántico Sur, coadyuve en favor de nuestra soberanía antártica e islas del Atlántico Sur y en la negociación de nuestras Malvinas.
Por último se debe destacar la importancia que reviste el sector nuclear para la articulación a lo largo del tiempo de las empresas privadas con los ámbitos del Estado para la producción, la defensa, el medio ambiente y las relaciones internacionales.
*Marcelo Valle Fonrouge, Embajador. Miembro consejero del Comité de Asuntos Nucleares del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
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