Chicos con altas capacidades: ¿Está la escuela preparada para ellos?

Son aquellos que experimentan un aprendizaje superior a la media, que no está limitado a lo intelectual, pero no siempre es sinónimo de éxito académico. Por ello, es imprescindible que el sistema se adapte al alumno y no que el alumno deba adaptarse al sistema

Hoy por hoy, tener a todos tus alumnos haciendo lo mismo al mismo tiempo ya no generará ningún valor agregado (Foto NA)

Los niños con altas capacidades (AACC) son aquellos que tienen una capacidad de aprendizaje superior a la media y una forma de aprender radicalmente distinta, que los diferencia del resto de niños de su edad. Puede tratarse de un tema intelectual, pero también motriz, artístico o de otro tipo. Es decir, las altas capacidades no están limitadas a lo intelectual. Son chicos que, por lo general, tienen una manera de aprender que difiere de la manera tradicional de enseñar en la mayoría de las escuelas y, muchas veces, se aburren en clase. Imaginemos un mundo que va demasiado lento para ellos. Y encima se les pide que esperen. Existen ciertas características comunes a los chicos con altas capacidades:

- Son chicos muy curiosos, a veces muy intensos, y hacen muchas preguntas.

- Les encanta aprender y lo hacen rápido.

- Tienen un vocabulario muy desarrollado.

- Resuelven las tareas de la escuela a su manera.

- Disfrutan de tener conversaciones con adultos.

- Tienen un desarrollo cognitivo avanzado que les permite, inclusive, aprender por sí mismos.

- Tienen opiniones formadas acerca de diferentes temas.

- Tienen una percepción profunda de las cosas que los rodean.

- Tienen una memoria prodigiosa.

- Tienen la habilidad de ver situaciones desde diferentes ángulos y de explorar alternativas. Son muy creativos.

- Son perfeccionistas.

- Son sensibles. A veces, demasiado.

Los alumnos con altas capacidades pueden ser superdotados, talentosos o tener capacidades excepcionales. Pueden destacarse en todas las áreas, tener talentos en áreas específicas o sobresalir en algunas otras. Pero también pueden presentar dificultades de aprendizaje, ya sea porque nunca adquirieron hábitos de estudio o bien porque su motivación ha decaído. Son chicos que muchas veces se sienten la oveja negra del grupo y padecen desde burlas hasta bullying. Pueden, también, por temor a esas cargadas, tratar de pasar desapercibidos, para intentar encajar. Al no encontrar algún estímulo que los motive, se distraen, o se comportan de alguna manera disruptiva. O se aíslan. Esto es particularmente notorio en las niñas, que tienden a enmascarar sus talentos para tratar de encajar. Se hace muy difícil desarrollar todo el potencial de estos chicos en un ambiente hostil.

Por lo tanto, no siempre las altas capacidades son sinónimo de éxito académico. La falta de hábitos de estudio y la falta de motivación son un combo explosivo que muchas veces termina en chicos que abandonan la escuela.

Es necesario fomentar, cultivar y desarrollar los talentos especiales de estos alumnos e incentivarlos para que apliquen el pensamiento lateral a ideas, cuestiones y situaciones complejas, aunque algunos de ellos requieran apoyo para el aprendizaje en otras áreas.

Tristemente, el sistema nos sigue diciendo qué se debe estudiar, de qué forma y cómo aprenderlo. En un modelo tradicional de educación, todo se hace de manera estandarizada: todos hacen lo mismo y al mismo tiempo. Pero hoy por hoy, tener a todos tus alumnos haciendo lo mismo al mismo tiempo ya no generará ningún valor agregado.

Una instrucción personalizada toma como punto de partida al alumno. Si cada uno de nosotros aprende a su propio ritmo, tiene preferencias sobre cómo aprender y disfruta de diferentes maneras, es lógico pensar que aprenderíamos más de una manera personalizada, que como si fuéramos parte de una línea de producción. Debemos permitirles a los alumnos manejar su propia autonomía. Esto significa centrar la atención en ellos, permitirles explorar y aprender de acuerdo con sus propios estilos y fomentar su propia responsabilidad.

De la misma forma en que hay alumnos que necesitan de mayor apoyo o acompañamiento, hay otros con altas capacidades que también necesitan recorrer trayectorias diferentes. Estas trayectorias implican el rediseño de los contenidos para permitirles llegar a su máximo potencial. ¿Cómo se ve esto reflejado en un aula? Primero y principal, realizando un enriquecimiento curricular, es decir, con consignas más complejas que los estimule. Otras opciones para acompañar a los chicos con altas capacidades sería alentarlos a encontrar a otros alumnos, tal vez del mismo ciclo pero no necesariamente de su mismo curso, que tengan sus mismos intereses (robótica, escribir poesía, analizar cuentos, cómo construir algo, etc) y si suman varios alumnos con su mismo interés, se abre un taller acerca de ese tema. Lo interesante de esto es que son ellos quienes deben autogestionarse. Aquí deben trabajar el autoconocimiento, las habilidades de comunicación, toma de decisiones, resolución de problemas, etc. También pueden juntarse para prepararse y participar de un hackatón o alguna competencia que los estimule. La idea siempre es desafiarlos para que desarrollen su mayor potencial, no castigarlos con más tarea. Se debe, además, hacer un seguimiento del alumno y ver si esta profundización o ampliación del contenido lo favorece, no es suficiente, o si tal vez de requiere de una aceleración gradual. En caso de duda, la Asociación Altas Capacidades Argentina, a través de sus profesionales, aconsejan y acompañan a padres, docentes y directivos.

¿Los aceleramos? El gran dilema. ¿Qué pasa si un nene de cuatro años sabe perfectamente cómo funciona el sistema digestivo o circulatorio? ¿Lo enviamos a la universidad? No, porque se perdería de aprender muchísimas otras cosas pertinentes a su edad, que debe aprenderlas en el nivel inicial, desde normas, reglas, vincularse, trabajar en grupo, etc. Hay cuestiones evolutivas propias del desarrollo, hitos, que tiene que ir alcanzando que no dependen del contenido académico. Por otro lado, que sobresalgan en alguna disciplina en particular, no implica que tal vez necesiten desarrollar otras áreas, o algunas habilidades socio-emocionales, especialmente si les cuesta relacionarse con sus compañeros u otras personas.

Hay casos en donde los niños están avanzando también desde lo social y emocional. Ahí tal vez se puede pensar en una aceleración de un año si tuvieran una capacidad de aprendizaje acorde a una edad superior. Pero no debemos olvidarnos que los chicos no son “solo una cabeza”. Que sepan los contenidos no significa necesariamente que se los deba avanzar. La escuela es el lugar por excelencia para socializar. Los chicos deben estar con sus pares no sólo cronológicos, sino además de intereses. ¿Qué contención emocional puede ofrecer un aula cuando tenemos 3, 4 o 5 años de diferencia entre compañeros? ¿De qué hablan, a qué juegan, qué pasa en los cumpleaños o reuniones sociales? La realidad es que debemos siempre priorizar la necesidad de los chicos, ver qué necesitan para llegar a su mayor potencial, y generarles oportunidades de aprendizaje significativas. Desde el trabajo por proyectos, el diseño universal de aprendizaje, agruparlos con otros chicos de otros cursos para proyectos especiales con los que tal vez compartan intereses, o la ampliación del proyecto curricular, todas son opciones válidas que tenemos que tener en cuenta.

Como vemos, esta situación no se limita a lo cognitivo, es por eso que es imprescindible que el sistema se adapte al alumno y no que el alumno deba adaptarse al sistema. Necesitamos una educación para todos. Cuando un chico se siente ignorado, debemos preguntarnos si el sistema está funcionando como debiera o si, tal vez, debemos hacer los ajustes pertinentes para incluir a todos. No a algunos solamente.

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