Proteger, recuperar y construir: nuestra tarea tras dos años de pandemia

El coronavirus ha afectado duramente a los países de nuestra región, pero también nos ha brindado enseñanzas y oportunidades que debemos aprovechar

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Vacunatorio de Tecnópolis en Buenos
Vacunatorio de Tecnópolis en Buenos Aires, Argentina (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Dos años después de declarada la pandemia de COVID-19 aún no hemos podido dejar atrás un escenario complejo y con efectos devastadores para todo el mundo, y particularmente para la Región de las Américas.

A pesar de representar solo el 13 por ciento de la población mundial, más de un tercio de todos los casos de COVID-19 y casi la mitad de las muertes relacionadas ocurrieron en esta parte del mundo. En comparación, el impacto en el segundo año fue mayor que en el primero: el número de casos y de muertes se triplicó. Los sistemas de salud y los equipos de profesionales se enfrentaron a una de las pruebas más duras de toda la historia.

A esta altura, ya todos sabemos que los efectos van mucho más allá de la enfermedad y las muertes de los millones de personas afectadas directamente por el virus. La pandemia ha provocado una crisis social y económica de gran alcance, exacerbando las inequidades de larga data en las Américas. Ha tenido un impacto profundo en la salud, la vida y la subsistencia de todas y cada una de las personas. Ha dado de lleno en nuestro bienestar, y esto lo vemos claramente, y lo seguiremos viendo, en cómo está afectando especialmente a la salud mental.

Sin embargo, aunque es una realidad muy dura, estos dos años nos dejaron enseñanzas muy importantes que nos marcan el camino a seguir.

Desde el primer momento, aprendimos que las actitudes colaborativas en todos los niveles -en la comunidad, entre sectores, entre países- eran lo que nos iba a permitir avanzar, generar mejoras y fortalecernos para construir con perspectiva de futuro. Aunque no faltaron dificultades, el espíritu colaborativo ha sido fundamental tanto para sostener las medidas de cuidado y protección entre las personas como en los esfuerzos que se han hecho por lograr un acceso más equitativo a medicamentos, vacunas y otras tecnologías.

También aprendimos sobre la importancia de contar con evidencia a la hora de unir esfuerzos y tomar decisiones difíciles. La tarea de los comités de expertos, comunidad científica y autoridades reguladoras fue crucial para disminuir el impacto de la pandemia. Y esto se relaciona con la enseñanza de que debemos estar preparados para responder adecuadamente y desplegar nuevas herramientas cuando se requiere.

Frente a los grandes retos y atendiendo a los aprendizajes, desde la OPS estamos trabajando codo a codo con los países de la región para avanzar hacia la recuperación de la pandemia y la consolidación de sistemas de salud -y sociedades- más resilientes.

Para ello, impulsamos la ampliación de la capacidad de producción regional de tecnologías sanitarias que atiendan a las necesidades de salud prioritarias de los países. Es fundamental apoyar iniciativas de investigación y desarrollo para producir tecnologías innovadoras, seguras, eficaces y de alta calidad. Esto permitirá achicar las brechas de acceso de las personas a las mismas, y disminuir la dependencia de los países a la cadena mundial de suministro.

También apoyamos esfuerzos para transformar los sistemas de salud, tan gravemente afectados por la pandemia, para que integren plenamente las funciones esenciales de salud pública y estén preparados para la respuesta a futuras emergencias. Es importante seguir fortaleciendo la atención primaria de la salud, de cara a acelerar la recuperación de los sistemas y avanzar hacia la salud universal.

Tras estos dos años de pandemia, queda más que claro que el camino hacia la recuperación de los países no puede no ir de la mano de la salud pública, aspecto clave para el bienestar de las personas y el desarrollo de los países.

Nos enfrentamos a una oportunidad única para llevar adelante las transformaciones necesarias, pendientes durante tanto tiempo en la región.

Debemos proteger los logros de salud pública, recuperar a nuestros países de la crisis y construir a partir de las nuevas oportunidades de mejora.

Para abordar estos desafíos urgentes, retomo una de las enseñanzas más importantes, es crucial la solidaridad y la colaboración. Dar por concluida la pandemia depende de esta colaboración. Construir entre todos un futuro sostenible y equitativo es posible, y debemos hacerlo ahora.

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