La Cámpora dañó, antes de nacer, el acuerdo con el Fondo

Quienes no están dispuestos a aprobar el nuevo endeudamiento son los mismos que deberán cumplimentar un plan al que rechazaron comprometerse. ¿Podrá un presidente que no pudo remover al segundo del Pami hacer cumplir medidas rechazadas por La Cámpora? ¿Podrá un ministro de Economía que perdió ante un subsecretario de energía al que no pudo remover, llevar adelante su programa económico?

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Alberto Fernández en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el primero de marzo de 2022 (Juan Ignacio Roncoroni/Pool via REUTERS)
Alberto Fernández en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el primero de marzo de 2022 (Juan Ignacio Roncoroni/Pool via REUTERS)

Hay dos lecturas para analizar lo que pasó en el Congreso donde finalmente podrá tratarse el acuerdo con el Fondo. Una es que el gobierno cedió ante la propuesta de la oposición para contentarse con ser autorizado para endeudarse, pero sin lograr la convalidación de sus medidas económicas. La otra lectura es que al gobierno lo dejó sólo el cristinismo y por eso debió acudir a opositores que había vituperado en la apertura de sesiones. Esa lectura es tan inquietante como real. De esta instancia emerge un Presidente que ya no puede simular con gestos de contradictorio equilibrio que el sector fundacional de su espacio lo apoya. De hecho, aún nada está dicho porque incluso siendo votado el acuerdo, debe ir a la Cámara de Senadores donde Cristina Kirchner es gravitante.

En las últimas horas hubo mensajes descriptivos en dos sentidos: dramáticos y radicalizados. Primero hay que decir que es imposible considerar que el vacío de poder que provocó La Cámpora con el hijo presidencial como mascarón de proa con su primer portazo no tenga la anuencia de la vicepresidenta. A ella le pidió públicamente en estas horas el dirigente social Luis D’Elia, no delarruizar a Alberto, ante el riesgo de dejar al Presidente en una situación de “enorme debilidad política” en caso de no contar con el apoyo de La Cámpora. De la misma manera, sectores más identificados con el cristinismo, explicitaron su negativa al acuerdo y a la forma de cumplimentarlo. Entre ellos, Claudio Lozano que también es Director del Banco Nación no sólo abogó por no votar y seguir las negociaciones aunque hubiera default técnico, sino que apuntó a lo que llamó “el fracaso del ministro Guzmán”.

Así las cosas, el Presidente tendrá la votación del acuerdo gracias a la oposición que desde una temprana estrategia de la Coalición Cívica de Elisa Carrió propuso una autorización para el endeudamiento que estuviera desacoplada de las recetas económicas para cumplir el acuerdo. Eso le evitaba a la oposición engorrosas discusiones, la división del espacio y también encarar tareas y responsabilidades que corresponden al gobierno. Pero hay que decir que fue finalmente la única llave que le quedó disponible al oficialismo y que Sergio Massa se decidió a usar al confirmar que no contaban con los votos camporistas. El problema que despunta más allá de la euforia por el hecho de que haya primado la responsabilidad de no caminar derecho a un default, y que se esconde en la insistencia del Ministro de Economía para incluir las medidas económicas en la aprobación de la ley, es que ahora ese plan debe cumplimentarse. Y sobre un 70% de presupuesto nacional, sólo por dar un ejemplo, está sentado el kirchnerismo y en particular La Cámpora que controla directamente unos 10 organismos. Es decir, que quienes no están dispuestos a votar por el acuerdo para el nuevo endeudamiento que evite el default, son los mismos que deberán cumplimentar un plan con el que rechazaron comprometerse. Eso abre interrogantes muy serios sobre, no sólo el cumplimiento del acuerdo, sino sobre la gobernabilidad futura en todo sentido. Ha quedado expuesta una ruptura que pone en duda el eje de gobierno hasta el fin del mandato: ejecutar las medidas económicas que permitan seguir cumpliendo con los vencimientos y que incluyen la reducción de la emisión monetaria, del déficit fiscal y de la inflación, entre otros puntos. ¿Podrá un presidente que no pudo remover al segundo del Pami hacer cumplir medidas rechazadas por la agrupación que lidera Máximo Kirchner? ¿Podrá un ministro de Economía que perdió ante un subsecretario de energía al que no pudo remover, llevar adelante su programa económico? Sólo por tomar el tema tarifas que fue el centro de aquél entuerto, cómo harán ahora que el plan incluye una suba que duplica la que aceptaba el kirchnerismo. Todos los caminos conducen a Cristina Kirchner. Ella no sólo está detrás del aval que tiene la agrupación sino que detenta el poder en la Cámara alta donde desembocará el acuerdo. Convengamos que si fuera por el resultado electoral se podría decir que La Cámpora está acabada, pero La Cámpora es Cristina y hasta ahora, el Presidente ha elegido no enfrentarla. Resulta difícil a estas horas pensar que el mandatario podará el enorme poder de los camporistas en las principales cajas.

Lo cierto es que ya se hicieron eco de este clamor por la anticipada ruptura, conspicuos constructores de aquella “unidad” que depositó al kirchnerismo de vuelta en el gobierno. El diputado Eduardo Valdez publicó una foto de la campaña de 2019 donde se lo ve con Cristina y Alberto, junto a la que escribió: “En la unidad está nuestra fuerza. Nos encontramos en un momento decisivo de cara al futuro”. Claramente era un mensaje y hasta un ruego a Cristina. El presidente de la Nación retuiteó este posteo. La pelota está en el campo de la vicepresidenta. Y nada indica que sea un camino de rosas. Desde Economía, recuerdan que el Fondo financia de acuerdo al cumplimiento del programa económico y por eso lo querían aprobado por ley. Ahora las revisiones técnicas cada tres meses serán un doble calvario. Porque si las cosas siguen como están, dependerán de La Cámpora que es Cristina. “Estaremos a tiro de default cada tres meses”, anticipó Claudio Lozano, en una declaración que debe erizar la piel de Martín Guzmán. Y no es todo, aún es necesario que el Board del organismo apruebe el acuerdo con este flaco consenso interno del Frente de Todos. Si hay un Presidente débil es porque ese siempre fue el plan de Cristina y porque hasta ahora, Alberto, lo cumplió al pie de la letra.

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