Cada 8 de marzo nos invita a reflexionar sobre el significado detrás del Día Internacional de la Mujer, y la responsabilidad que tenemos como sociedad de buscar la equidad y el respeto en materia laboral, con miras a un mundo más igualitario y justo para las mujeres.
Considerando todos los avances logrados en términos de igualdad de género, es importante concientizar y trabajar para fortalecer y asegurar el cumplimiento de las políticas vigentes a la par de la promoción de nuevas medidas que aborden aquellas cuestiones a mejorar.
Lamentablemente, es una realidad que la sociedad argentina suele estigmatizar a las mujeres perpetuando así situaciones de desigualdad y discriminación, hecho que se traduce en el ámbito laboral: a la hora de contratar personal, los hombres suelen tener prioridad ante aquellas mujeres que tienen hijos o se encuentran en edad gestacional – entre otros motivos posibles –, e incluso muchas mujeres perciben salarios inferiores a sus pares.
Además, hemos notado el retroceso de algunos avances logrados en relación a los derechos del trabajo y las condiciones laborales de las mujeres como consecuencia de la crisis causada por la pandemia del COVID-19.
En esto, cabe señalar que en la Ciudad de Buenos Aires el desempleo bajó en el cuarto trimestre de 2021 al 7,7%, pero se incrementó la brecha laboral por género y por zona, tal como se destaca desde la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad (Dgeyc). La desocupación fue del 9,1% entre las mujeres y del 6,4% entre los varones.
Con el fin de revertir esta situación, y en base al Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo que entró en vigor en Argentina, resulta fundamental concientizar para revertir esta problemática que se traduce en una brecha laboral ampliada entre hombres y mujeres.
El acceso al trabajo es un medio de progreso y dignificación humana que, al brindar autonomía económica, permite a las personas ser libres, cubrir sus necesidades, seguir sus sueños y cumplir sus objetivos personales y, por esta razón, no debería ser negado a nadie. El trabajo es un derecho y es importante concientizar en que las oportunidades laborales no deberían estar sometidas a cuestiones de género.
Desde el lugar que a cada uno le compete en la sociedad, debemos asumir el compromiso y avanzar por el camino de la equidad, invitando a otros a replantearse esta problemática, impulsando cambios a incorporar para terminar con esta cosmovisión histórica que coloca a las mujeres en una posición desventajosa. Si como sociedad trabajamos primero por eliminar la estigmatización de la mujer, lograremos una mayor inclusión laboral y menos discriminación, lo que a su vez va a permitir avanzar a favor de una mayor equidad salarial ante puestos similares, y en contra de la violencia laboral.
Ayudar a las mujeres a lograr el futuro igualitario por el que están luchando hace tantos años, es ayudar a nuestras madres, nuestras hijas y nuestras esposas a alcanzar lo que les corresponde.
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