La fábula macrista sobre la deuda y el fondo

Contrariamente a lo que intentan instalar, lo que ocurrió fue el resultado inexorable del modelo económico y de las políticas que el gobierno de Macri aplicó voluntariamente desde el primer día de su gestión

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La titular del FMI, Christine
La titular del FMI, Christine Lagarde, junto al presidente Macri en la Casa Rosada

Puede verse en estos días a un verdadero ejército de dirigentes del PRO –diputados, senadores, ex funcionarios deambulando por los canales de televisión opositores para machacar con el mismo libreto sobre el asunto de la deuda y del FMI. Evidentemente, tienen orden de defender a su jefe, Mauricio Macri. Claro que muchos de ellos actúan además en defensa propia, porque son también responsables o partícipes necesarios. Este desfile de figuras opositoras solo es posible en el marco de un verdadero blindaje mediático, porque son capaces de sostener cualquier disparate sin siquiera ponerse colorados, sin inmutarse, hasta casi con infantil entusiasmo. Y la mayoría de las veces, sin recibir ningún cuestionamiento, repregunta u objeción. Aunque parezca exagerado, no es difícil detectar que han lanzado una verdadera campaña para reescribir y embellecer uno de los capítulos más escandalosos y también más tristes del endeudamiento argentino.

El argumento del macrismo es el siguiente: toda la deuda que tomó Macri fue destinada o bien a pagar los vencimientos que dejó el gobierno de Cristina o bien a financiar el déficit fiscal que dejó también el gobierno de Cristina. Es decir, Macri no tiene ninguna responsabilidad y su gobierno no protagonizó descalabro financiero alguno, sino que tuvo forzosamente que endeudarse por imperio de las circunstancias heredadas. Luego reconocen que surgieron dificultades que desembocaron finalmente en el llamado al Fondo. Pero, prosiguen, los problemas se presentaron cuando los inversores extranjeros decidieron retirarse porque descubrieron que el peronismo podía ganar las elecciones. Siguiendo este libreto, Macri se transforma en poco menos que una víctima inerme de la circunstancia que heredó y de la derrota electoral que lo privó de la reelección que buscaba. El macrismo intenta así un audaz acto de magia: hacer desaparecer a Macri de toda responsabilidad en el fabuloso sobreendeudamiento y en la vuelta al FMI.

La fábula que construyeron, sin embargo, tiene un fatal defecto: su absoluta falta de apego a la realidad. Contrariamente a lo que intentan instalar, lo que ocurrió fue el resultado inexorable del modelo económico y de las políticas que el gobierno de Macri aplicó voluntariamente desde el primer día de su gestión. Durante esa etapa, donde gozó también de una firme complicidad mediática, desde la oposición fuimos denunciando cada una de esas medidas y también señalando cuáles serían sus consecuencias. Lamentablemente, no nos equivocamos. Hagamos un poco de historia para ver cómo fue que la Argentina volvió al Fondo Monetario Internacional y se convirtió en el deudor más grande en toda su historia.

A menos de una semana de asumir, el 16 de diciembre de 2015, el entonces Ministro de Economía Prat Gay anunció con bombos y platillos el “fin del cepo”. Lo presentó como si fuera, prácticamente, un acto revolucionario de emancipación nacional. Pero, en realidad, tomó dos medidas que abrirían la puerta a lo que vino después. Primero, produjo una devaluación del peso del 60% y, segundo, instrumentó una desregulación de la entrada y salida de capitales en Argentina en su forma más extrema. Durante la campaña, tanto él como Macri argumentaban que no iban a devaluar el tipo de cambio oficial pero que, de todos modos, una devaluación no tendría ningún efecto inflacionario porque, según su particular visión del funcionamiento de la economía, todos los precios se regían por el dólar paralelo. Obviamente, no era así. Pero al realizar los anuncios sostuvo también que en los próximos días iban ingresar “entre 15 y 25 mil millones de dólares” al país simplemente por la confianza que inspiraba el nuevo gobierno en los mercados. Más mentiroso no se consigue. El mismo 20 de diciembre de 2015, en una plaza pública, denunciamos el engaño del ministro y lo que inevitablemente vendría después. Como dice la frase, cometieron todos los crímenes a la media noche, a 6 días de asumir devaluaron e iniciaron el proceso de ajuste, endeudamiento y fuga más grande de la historia reciente.

Obviamente, en los siguientes días no entró un solo dólar. Para que los bonistas volvieran a poner plata, había que resolver el conflicto con los fondos buitre. Así que el gobierno de Macri se abocó a cerrar el asunto en tiempo récord, pagándoles todo lo que reclamaban y más. Los acuerdos firmados incluían hasta el pago de la propaganda contra el país que llevaron adelante los abogados que contrataron. El pago a los fondos buitres, además de una capitulación, fue el inicio del ciclo de endeudamiento externo macrista. A los buitres se les pagó 9.300 millones de dólares pero se emitió deuda por 16 mil. Empezó así la fiesta de la bicicleta financiera. Y se puso también en marcha el ajuste. En ese mismo momento volvimos a denunciarlo desde el Congreso de la Nación y anticipamos también que ese camino desembocaba fatalmente en el FMI. Era marzo de 2016. El macrismo había asumido hacía menos de 4 meses y ya definía definitivamente el rumbo de la política económica que iba a sostener durante todo el mandato.

¿Cómo funciona la famosa “bicicleta financiera”?

Tasa de interés altísima, libre flujo de capitales y ajuste monetario y fiscal que sostienen el modelo de endeudamiento externo y fuga. Generalmente con la excusa de reducir la inflación, se eleva la tasa de interés en pesos. Una tasa de interés alta convierte a la especulación en una actividad más rentable que cualquier empresa productiva porque, además, esa misma tasa alta impide tomar créditos para invertir o para acceder a capital de trabajo. El mecanismo consiste en poner plata a interés y luego convertirla en dólares que se giran al exterior. La rentabilidad es tan atractiva que inversores financieros extranjeros traen sus capitales, los convierten a pesos, los ponen a interés para después retirarlos llevándose una ganancia que no se consigue en ninguna otra parte del mundo. También los grandes empresarios locales y las empresas internacionales se vuelcan a la especulación, dolarizando sus ganancias y deteniendo la inversión productiva. El esquema tiene un límite dado por la disponibilidad de dólares, ya que para sostenerlo se requieren cada vez más divisas. Es por eso que el papel del Estado es crucial, porque es el que consigue los dólares a través del endeudamiento externo. No fue Macri el que inventó el modelo de endeudamiento y fuga. Un esquema muy similar se aplicó también durante la época de Martínez de Hoz y en el menemismo. Pero el episodio que protagonizó Macri fue más grande y más veloz.

¿Por qué el esquema viene acompañado de ajuste fiscal?

El modelo especulativo reduce la actividad económica privada y, con ello, los salarios y la recaudación. Pero, además, el Estado se dedica a mejorar la rentabilidad de las empresas concentradas bajando impuestos a las corporaciones y aumentando tarifas de empresas de servicios privatizadas (peajes, eléctricas, telecomunicaciones), liberando rentabilidad que se dolariza y se fuga. Se inicia así un círculo vicioso, catastrófico, de ajuste del gasto público, de la obra pública y de los salarios públicos que, en lugar de mejorar las cuentas públicas, las empeora. El ajuste obliga a más ajuste. En nombre del ordenamiento de las cuentas públicas, el ajuste genera cada vez más recesión y así la recaudación sigue cayendo. Para cubrir esa brecha, el Estado sigue tomando deuda, lo que a su vez aumenta cada vez más el gasto en servicios de deuda. En realidad, el déficit es un factor necesario en este modelo porque justifica el endeudamiento continuo. Además, a medida que se profundiza el endeudamiento, la carga de intereses es mayor, incrementado el déficit.

Como todo el esquema necesita dólares para sostenerse, el Estado se convierte en un tomador compulsivo de deuda externa, es decir, en dólares. Como ocurrió en el gobierno de Macri, el gobierno cubre su déficit en pesos tomando endeudamiento en dólares. Porque el objetivo no es cubrir los gastos, sino conseguir los dólares para la fuga de capitales.

Así fue como, una vez que se concretó el pagó a los fondos buitre, el macrismo inició una carrera desenfrenada de colocación de deuda externa en los mercados internacionales. Según un estudio del BCRA, el ingreso de divisas por deuda pública, privada e inversiones especulativas de portafolio sumó USD 100.000 millones desde abril de 2016 hasta principios de 2018… “De cada 10 dólares que ingresaron en esa etapa, 8 tenían su origen en colocación de deuda y capitales especulativos”. También lo advertimos.

¿Cómo explica el macrismo este fenomenal proceso de endeudamiento?

El argumento que utilizan es que se tomó deuda para pagar los vencimientos que dejó el gobierno anterior y cubrir el déficit heredado. Pero, aun si así fuera, ¿por qué tuvo que tomar deuda en dólares? No hay ninguna razón más que la que ya explicamos: su programa era el de endeudamiento y fuga. Tomar dólares prestados es una necesidad de ese modelo, lo otro son pretextos, excusas y mentiras. Porque el déficit fiscal es claramente una suma de pesos, y para cubrirlo se necesitan justamente pesos. Y los intereses de la deuda anterior también eran principalmente en pesos, porque durante los gobiernos de Néstor y Cristina se redujo drásticamente la deuda externa, como todo el mundo sabe y como aceptaba el propio Dujovne (“Argentina hoy tiene -decía en 2016, antes de ser ministro- niveles de endeudamiento bajísimos tanto a nivel del gobierno como a nivel de las empresas como el nivel de las familias”). Macri recibió un país desendeudado.

Como se observa, Macri no sólo hizo crecer la deuda total en relación al PIB, sino que cambió por completo su composición, tal como denunciamos en ese momento. Más precisamente, en 2015 la deuda con privados en moneda extranjera alcanzaba el 8,5% del PIB. A principios de 2018, antes de recurrir al FMI, se había más que duplicado hasta alcanzar el 21,9% del PIB. Vale decir, Macri tomó atropelladamente deuda en dólares para pagar vencimientos en pesos de una deuda mucho menor. Lo de la “pesada herencia” sólo era una excusa, como señalamos entonces.

La única explicación de este sobreendeudamiento es que tenía que financiar y sostener la especulación financiera que había habilitado. Y eso es, precisamente, lo que ocurrió. Buena parte de los dólares que entraron como deuda, salieron de inmediato producto de la “fuga de capitales”, que no es más que la compra de dólares que no se destina a importaciones, pago de deudas o compra de maquinaria, sino que, simplemente, se retira del sistema, se fuga (formación de activos externos es el término técnico). Durante los primeros dos años de Macri, mientras ingresaban 100 mil millones de dólares, según el mismo informe del BCRA, “la formación de activos externos de los residentes alcanzó los USD 41.100 millones”.

Esta primera etapa de toma de deuda con acreedores privados se termina en enero de 2018. El entonces ministro, Luis “Toto” Caputo viajó a Wall Street y recibió de parte de los “inversores” la mala noticia: le habían cerrado la canilla. Este corte no tuvo nada que ver con el miedo a que vuelva el peronismo, como sostienen los voceros macristas, porque los bonistas le dieron la espalda a Macri justo después de que ganara las elecciones de medio término en octubre de 2017. En ese entonces, lo que se instaló era que el macrismo no sólo iba a reelegir en 2019 sino que estaba destinado a gobernar por mucho tiempo más. El mercado no le prestó más al gobierno porque el esquema de endeudamiento y fuga se había vuelto ya insostenible. La deuda que se había tomado en tan poco tiempo era ya por completo impagable, y se notaba.

Es aquí que el gobierno de Macri toma una nueva decisión fatal. Ante la falta de financiamiento privado, podría haber adoptado alguna política de control de capitales para reducir la sangría de la fuga y podría haber encarado también una reestructuración de la deuda que irresponsablemente se había tomado. Pero, en lugar de hacerlo, y para seguir sosteniendo ese mismo esquema de bicicleta financiera, Macri resolvió pedirle el crédito más grande de la historia ni más ni menos que al FMI. El 8 de mayo de 2018 anuncia que va a solicitar el crédito y en un tiempo récord, sólo un mes después, el 8 de junio, el FMI, movido por la presión política del gobierno norteamericano, resuelve otorgarle ese crédito inaudito. Se produce así la estafa más grande de la historia. Primero por 50 mil millones y luego se extiende en 7 mil millones más. En la auditoría ex post que el FMI hace del fallido crédito, se deja muy en claro que justamente las dos condiciones que pone el gobierno de Macri (líneas rojas) son las que hubieran evitado una desgracia mayor: no poner ninguna traba a la salida de capitales y no reestructurar la deuda externa insostenible que había tomado.

Es decir, el FMI es responsable absoluto, junto con Macri, de que el gobierno sostuviera por dos años más la bicicleta financiera. Esto también lo denunciamos en aquel entonces. Por culpa de ese acuerdo, nuestra deuda volvió a crecer y la fuga de capitales siguió incrementándose. Según el mismo informe del BCRA, y “a partir de mayo de 2018, alcanzó los USD 45.100 millones”. Los recursos del Fondo se utilizaron también para que algunos de los inversores extranjeros que habían ingresado su capital, se los llevaran utilizando los fondos frescos que aportó el FMI. Esto está expresamente prohibido por el Convenio Constitutivo del Fondo, que en su artículo VI dice que “ningún país miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital, y el Fondo podrá pedir al país miembro que adopte medidas de control para evitar que los recursos generales del Fondo se destinen a tal fin”. El “salvataje” de estos bancos fue reconocido por el propio Macri. Por este concepto se llevaron nada menos que 21.000 de los 44.000 millones de dólares aportados por el FMI.

Como resultado de este proceso, a fin de 2019, cuando termina el gobierno de Macri, el país pasó de tener una deuda total equivalente al 43% del PIB a un apabullante 89%. Macri duplicó la deuda total. Y lo que es peor, la deuda en dólares con privados y con organismos pasó del 14% del PIB al 44,5%. ¡Se triplicó la deuda en dólares! Y como contrapartida, no se observó ni el crecimiento del producto, ni del empleo, ni de la infraestructura. Todo se lo llevó la fuga de capitales que en total alcanzó los USD 86.000 millones.

Por eso decíamos: ni se endeudaron para pagar los vencimientos de la deuda, ni se endeudaron para cubrir el déficit, ni el problema sobrevino porque volvía el peronismo. Aplicaron un modelo económico de estricto corte neoliberal que desindustrializa y empobrece, pero además se beneficiaron, endeudaron, fugaron y perdieron las elecciones por el desastre que hicieron y también por mentir tanto. Y lo que es peor, nos siguen mintiendo.

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