Del estafador de Tinder a Generación Zoe: 5 claves a tener en cuenta para no caer en la trampa

Hay una serie de características propias de los esquemas piramidales que funcionan como mecanismo de alerta para darse cuenta a tiempo de que se está ante una estafa más que frente a una alternativa de inversión

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El Estafador de Tinder, Simon
El Estafador de Tinder, Simon Leviev. Ha sido denunciado por una de sus víctimas en crear una cuenta de Cameo para cobrar por saludos. Foto: Netflix.

Seguramente Carlo Ponzi no llegó a imaginar (y eso que tenía un gran talento en ese sentido) que la estafa que estaba pergeñando iba a llevar su nombre y a estar vigente más de 100 años después. Como los discípulos superaron al maestro, hoy se conoce hasta un “Ponzi del Amor” que tomó fama mundial gracias al documental de Netflix “El estafador de Tinder”. Lo cierto es que este sujeto enamorado del amor por el dinero no inventó nada nuevo. Pero empecemos por el principio: ¿Quién fue Carlo Ponzi y cómo funciona la estafa bautizada con su apellido?

Carlo Ponzi fue un italiano muy carismático que llegó a Estados Unidos con unos pocos dólares en el bolsillo y se hizo millonario de la noche a la mañana. El método que empleó para lograrlo es una estafa que consiste en ofrecerle al inversor un gran rendimiento en poco tiempo para que se vea tentado a entregar sus ahorros, con la promesa de que serán invertidos (en su caso en el intercambio de estampillas de correo internacional, este punto varía según las habilidades del estafador de turno), y luego obtener el capital aportado más exorbitantes ganancias. La realidad es que tal instrumento de inversión capaz de multiplicar el dinero como Jesús hizo con los panes no existe, y las ganancias se pagan con el dinero que aportan los nuevos ingresantes. Una vez que uno aportó su capital, la forma de evitar pérdidas es que ingresen más participantes, ya que los viejos inversores cobran a medida que los nuevos hacen sus aportes. Como en las primeras fases estas suculentas ganancias se pagan en tiempo y forma, todo parece marchar bien, hasta que toma dimensiones que hacen al sistema caer por su propio peso.

El caso más curioso fue el “Ponzi del Amor”, popularmente conocido como “El estafador de Tinder”. Simon Leviev es el nombre que utilizó el sujeto en cuestión para conocer mujeres en la app de citas, donde se hacía pasar por el hijo de un multimillonario magnate de los diamantes. Una vez que seducía a sus víctimas con una vida de lujos, que incluía viajes por el mundo y regalos costosos, comenzaba a pedirles dinero prestado con la excusa de que su vida corría peligro, era perseguido por la mafia de los diamantes y debía manejarse pagando en efectivo para no ser rastreado. Ellas, creyendo que habían conocido al hombre de sus sueños, al príncipe azul de los cuentos de hadas, corrían al rescate de su amado, entregando cuantiosas sumas que él despilfarraba para encandilar a sus nuevas víctimas. Obviamente las mujeres, algunas endeudadas hasta la médula, comenzaron a reclamar la devolución del dinero, que como ya podrán deducir, no lo tenía. Fueron tantas las víctimas que hasta se unieron y lograron llevarlo a la justicia a rendir cuentas, el caso tomo dominio mundial.

Generación Zoe, una organización con
Generación Zoe, una organización con presencia en varios países, está siendo investigada como una posible estafa piramidal

Por estas latitudes no nos quedamos atrás. El caso que está en boca de todos es el de Generación Zoe, que está siendo investigado por la justica por la posible realización de una estafa piramidal, un Ponzi más elaborado. Su CEO prometía, a través de diferentes proyectos, un rendimiento supuestamente garantizado del 7,5% mensual en dólares a quien aportara y dejara el capital inmovilizado durante un año; la ganancia se vería fuertemente incrementada si se reclutaban nuevos inversores para que participaran del negocio.

Si bien el esquema Ponzi y la estafa piramidal son muy parecidas, hay unas sutiles diferencias. En un sistema Ponzi es el fundador quien se ocupa de reclutar nuevos adeptos, mientras que en la estafa piramidal son las víctimas las que deben captar nuevos inversores para mantener el negocio a flote; como crece de forma exponencial, también colapsa mucho más rápido. Los que están en la base de la pirámide, es decir, los novatos, son los que financian las ganancias de los que entraron antes y cuando el sistema estalla, son los últimos eslabones los más perjudicados.

¿Cuáles son las señales a las que debemos prestar atención para no caer en estas trampas?

- Ganancias aseguradas: al invertir se corren riesgos, por lo que no hay nada garantizado, se puede ganar como se puede perder dinero. Si les ofrecen ganancias “seguras” o “garantizadas”, es una gran señal de alerta. Recordemos que no por nada, a seguro se lo llevaron preso.

- Ganancias exorbitantes, generalmente en poco tiempo: Si parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo sea.

- Atraer a nuevas víctimas: para que el sistema siga funcionando, se necesita de gente nueva que vaya aportando su capital, por lo que puede haber recompensas por reclutar nuevos inversores.

- No entender en qué se invierte el dinero: como dijo el célebre Warren Buffett, no invierta en negocios que no entienda. Si no sabemos en qué se está invirtiendo el dinero, mejor abstenerse. Es preferible perder una oportunidad de negocio, que el capital que tanto nos costó ahorrar.

- Estilo de vida o acciones deslumbrantes: van a mostrarse exitosos, con reuniones en hoteles de lujo y hasta pueden contratar famosos para darle credibilidad al asunto. Como en el caso de Hope Funds que trajo al país al tenista Roger Federer y al atleta Usain Bolt para que corriera contra el Metrobus. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces.

Cada año toman notoriedad al menos una o dos nuevas estafas de este tipo, mientras muchas otras se están gestando y se encuentran latentes, creciendo, esperando colapsar. Mientras haya víctimas, habrá nuevas estafas con diferentes formatos de lo más novedosos. Y acá radica la importancia de la educación financiera (y educación emocional en el caso del Ponzi del amor) que abra los ojos de los incautos.

¿Y si usaran esa energía en crear algo positivo? Sin dudas, al menos a los argentinos, creatividad y talento no nos faltan.

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