Leandro Santoro puso el dedo en la llaga. No podía ser más preciso y al hacerlo le corrió el eje argumental a Alberto Fernández.
Para el diputado Santoro, el “interés nacional” debe estar por encima de la sacrosanta unidad del Frente de Todos. El Presidente de la Nación recogió el guante y compartió en Twitter las declaraciones del legislador. El mensaje fue un tiro por elevación al kirchnerismo en general y a La Cámpora en particular.
El Presidente de la Nación siempre justificó sus devaneos y ambigüedades, ese exasperante doble discurso con el que fue y vino durante los dos primeros años de su mandato en la necesidad de mantener cohesionado al colectivo que lo llevó al poder. Se auto inmoló en homenaje a una idea de unidad que nunca llegó a cuajar.
Al convalidar los dichos de Santoro, parece querer dejar en el camino un argumento al que siempre recurrió a la hora de justificar el doble juego de sus posiciones públicas para aferrarse a una nueva lógica. Esto siempre y cuando no se desdiga y/o contradiga en próximas comunicaciones. Algo a lo que, guste o no aceptarlo, ya nos tiene acostumbrados.
En el preciso momento en el que el Ejecutivo, con los tiempos ya agotados y al borde del precipicio, confirmó el entendimiento con el staff técnico del FMI, la agrupación que lidera Máximo Kirchner, levantó a las redes un video en el que Néstor Kirchner condena en términos durísimos al organismo internacional de crédito.
“El Fondo Monetario Internacional ha actuado como promotor y vehículo de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino… esta deuda ha sido constante vehículo de intromisiones porque está sujeta a revisiones periódicas y ha sido fuente de exigencias y más exigencias que resultan contradictorias entre sí” . Esto es lo que se escucha decir a Néstor Kirchner en 2005 y desde el más allá.
Alberto Fernández siempre enfrentó el sostenido desprecio al que lo someten los K reivindicando su tarea como Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner. Ahora cuando se apresta a juntar voluntades para cerrar “el mejor acuerdo posible” con el FMI, salen a dañarlo exponiendo el corrosivo ácido de sus propias contradicciones. Lo que se llama “fuego amigo”.
La elevación del videíto es una abierta provocación del retoño presidencial al Jefe de Estado. Está claro que las relaciones entre Alberto Férnández y Máximo Kirchner no atraviesan su mejor momento.
Máximo regresa desafiante. Ya no parece alcanzar el portazo a la conducción del bloque y su desordenado retiro personal a una suerte de clandestinidad parlamentaria. Ahora va por más. No solo se diferencia de la decisión de acordar, sino que busca desalinear voluntades de otros legisladores.
Las tensiones internas en la coalición gobernante parecen haber llegado a un punto de no retorno. Quienes transitan los pasillos del albertismo dan a entender que no hay vuelta atrás, que la relación de la Casa Rosada con el Instituto Patria y La Cámpora ya no se sostiene. La presentación del acuerdo y su necesidad de urgente tratamiento en el ámbito parlamentario agravaron de manera alarmante las diferencias internas. No hay margen ni voluntad alguna para restañar las heridas y daños que le prodigaron a la autoridad presidencial.
Nada que haga o diga parece resguardar a Alberto Fernández del feroz desgaste al que a diario lo someten desde el planeta K.
La diatriba contra el Presidente es recurrente y sostenida. Desde la feroz golpiza a la que lo sometió Fernanda Vallejos ( okupa, mequetrefe…) pasando el ácido corrosivo de los “Soberanxs” al “bueno” de Alberto no le dan tregua. No hay gesto de sumisión ni entrega que los aplaque. No hay caso, no lo quieren.
La apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación volvió a dejar a la intemperie la alarmante crisis en la que se encuentra la coalición en el Gobierno.
Casi como una patética caricatura de sí mismos, el Presidente y su Vice se presentaron a escena exponiendo una vez más las dificultades en una relación personal que ya se percibe tóxica y las irreconciliables diferencias políticas que Alberto Fernández intenta suavizar sin éxito contentando a CFK.
Los silencios y mohínes con los que la ex Presidente amenizó el discurso, lejos de aportar a la imágen de un Gobierno alineado ante la urgencia de la hora, sumaron perturbación.
La ausencia de Máximo Kirchner, con el desfachatado argumento de que sus hijos empezaban las clases y reclamaban su presencia, es una pieza más del ninguneo a la figura presidencial.
“Wadito” tampoco fue de la partida. Pese a los mimos que Fernandez le prodigó intentando superar la humillación a la que lo sometió en el pasado septiembre, eligió desaparecer de escena.
El Ministro del Interior que lideró el grupo de los funcionarios que en los dramáticos días post paso renunciaron pero nunca se fueron, prefirió quedarse en España. Otro que está cuidando su piel de las eventuales laceraciones de un acuerdo con el Fondo. Demasiado joven para morir chamuscado.
De nada sirvió la costosísima ofrenda de vapulear a la oposición cambiemita que ofertó Fernández y que motivó el retiro del recinto de los legisladores del PRO. Una concesión al núcleo duro que complicó peligrosamente el acompañamiento que Juntos por el Cambio ya tenía decidido a la hora de convalidar el acuerdo en el parlamento.
El episodio, patético en cualquier caso, expuso también fisuras en la coalición gobernante pero terminó jugando a favor de los halcones de esa fuerza. La retirada reposiciona a Macri quién viene repensando la idea de presentarse en 2023. Las terapias alternativas para poder “soltar” a las que dedica tiempo y energía el ex-presidente no estarían funcionando. El poder es más fuerte.
“La batalla que se viene es entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta”, aseguraba hace apenas unos días un claro referente de PRO. Aunque hace la salvedad de que las balas dentro de JxC son siempre de fogueo y que las tensiones tramitan de manera más civilizada. También sostiene que a mayor caos al interior del FdT más se fortalece en sus aspiraciones Mauricio Macri.
Si bien el debate acerca de los alcances del acompañamiento de la oposición está todavía abierto, se coincide en que no hay margen alguno para no acordar y que el caos no favorece a nadie.
“Horacio Rodríguez Larreta es el más interesado en que se firme”, asegura nuestro interlocutor. Una crisis mejoraría las chances de Macri. Un lento deterioro de la situación general dejaría mejor posicionado al Jefe de Gobierno de la ciudad. En cualquier caso, más allá de estas especulaciones electoralistas, la oposición cambiemita trabaja para exponer al Gobierno al límite. No quieren quedar pegados como los responsables finales de un entendimiento. Menos aún cuando la tropa propia no acompaña.
En el mediodía de este viernes el Ejecutivo oficializó el proyecto de ley. Desdobló el artículo para facilitar el acompañamiento de la oposición desvinculando la aprobación de la refinanciación de la deuda del memorándum de políticas económicas y financieras y el detalle técnico técnico (letra chica), pero incluyendo muy fuertes críticas al gobierno de Mauricio Macri.
En los fundamentos habla de una deuda externa “irresponsablemente aumentada”.
Se insiste en un argumento “los desembolsos se utilizaron para financiar la formación de activos externos y para cancelar deuda de los acreedores privados en moneda extranjera que estaban en situación de insostenibilidad”.
El Presidente también advirtió que la firma y aprobación del nuevo programa “de ningún modo significa que se desistan las acciones penales judiciales iniciadas con relación al programa del 2018″.
La tensión va en aumento. Oficialismo y oposición se enfrentan a la toma de decisiones dilemáticas cuando ya corre el tiempo de descuento.
El kirchnerismo es refractario a la firma del acuerdo porque está claro que la aceptación de las condiciones supone destrozar el relato que los sustenta. Lo que se viene son revisiones trimestrales para liberar los desembolsos y un monitoreo permanente de las decisiones de política económica.
A partir de la firma el staff del FMI tiene que dar el visto bueno a las medidas. Cambia la matriz de la toma de decisiones de política económica. Un pesado cepo a la narrativa K.
La Casa Rosada está en dificultades. Hacerse de los votos necesarios para la aprobación de la Ley en este contexto no parece tarea sencilla. La aprobación parlamentaria no es una imposición del fondo. Es requisito de la ley de endeudamiento que se aprobó en 2020. Es autoimpuesto. El fondo no lo pide.
Hasta dónde se sabe Sergio Massa trabaja de eventual componedor tratando de que la sangre no llegue al río. Trata de mantener la calma en medio del tembladeral. Tampoco a él le conviene que la situación salga de madre.
En algo todos coinciden. No hay otro camino. Un acuerdo no viene a solucionar las cosas sino a evitar que se compliquen aún más. Sin arreglo no hay financiamiento alguno disponible. La Argentina quedaría en una situación muy frágil y con alta inflación.
El acompañamiento de la oposición, algo a lo que no deberían negarse, los hace corresponsables explícitos de los días por venir. Son conscientes de que se hacen cargo de la bomba de tiempo que para el próximo gobierno supone lo que hoy se está firmando. No tienen opción.
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