A partir de la Ley Tarifaria de la Provincia de Buenos Aires sabremos que habrá un incremento de aproximadamente 35% en los impuestos provinciales como ABL, propiedades y automotores. A priori, esta noticia parecería ser negativa para los individuos y las empresas, pero en la práctica es una norma que pretende reducir la carga tributaria.
Si comparamos este incremento del 35% con la inflación actual, deducimos de inmediato que se trata de un alivio impositivo para muchos comerciantes de cara al 2022.
¿Cómo un incremento puede disminuir lo que se paga de impuestos? Esto va ligado a los números probables de la inflación que prevén tanto el Gobierno, como especialistas en la materia.
La carga tributaria no es el único inconveniente. No debemos olvidarnos de la inflación de doble dígito que caracteriza a nuestra región.
Para entenderlo mejor, supongamos que la inflación del 2022 esté muy por encima de esa cifra anunciada por Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires. De ser así, se produciría automáticamente y de manera significativa una disminución del gravamen. Si se estima una inflación del 50% en un contexto con un aumento del 35%, el resultado sería un descuento o beneficio del 15%, que vendría a ser el diferencial del porcentaje de la inflación versus el incremento de los impuestos. Es decir, en proyección pagaríamos menos de lo esperado.
También hay una suerte de aumento del umbral de facturación con impacto en materia de ingresos brutos. En este caso, el monto se estaría duplicando. Entonces, lo que en definitiva terminará sucediendo es que más empresas van a quedar comprendidas como pequeñas empresas y aquí lo importante es comprender que las empresas calificadas como tales tienen beneficios en materia de impuestos sobre los ingresos brutos. En otras palabras, indirectamente se estarían beneficiando porque se les reduce la tasa a comercios, fábricas y emprendimientos que, de otro modo, serían consideradas grandes empresas.
A partir de esta decisión política se trata de acompañar la reducción de la actividad que tuvieron las pymes durante la pandemia, atenuando su carga tributaria. En la actualidad, la población se siente un tanto agobiada por los impuestos que percibe, por eso es tan necesario bajar la carga tributaria en general. El efecto inmediato se traduciría en mayor cantidad de dinero para el consumo y esto, a su vez, contribuiría a reactivar la actividad. En materia tributaria puede suceder que lo que se resigna como recaudación por un lado, se termina recaudando por el otro, pero con el aliciente de un aumento en la actividad.
La población se siente un tanto agobiada por los impuestos que percibe, por eso es tan necesario bajar la carga tributaria en general
Al motorizar la economía, se incrementa la recaudación, como el impuesto sobre los Ingresos Brutos en el plano provincial o las tasas de seguridad e higiene en el plano municipal.
Por esta razón, si las proyecciones indican que se va a reactivar la economía, estaríamos en condiciones de intentar disminuir la presión tributaria con los beneficios que mencioné más arriba. En cambio, si no se otorgan esos beneficios lo que se generaría es una mora en la cancelación de los tributos. Hoy Argentina tiene una carga tributaria alta, entonces si se establecen impuestos que estén por sobre lo que las empresas pueden abonar, se va a producir un incumplimiento. En consecuencia, los impuestos deberían poder establecerse según las posibilidades de la población en general.
Pero la carga tributaria no es el único inconveniente. No debemos olvidarnos de la inflación de doble dígito que caracteriza a nuestra región. En efecto, estaría pendiente de control y reducción este mal que genera inconvenientes permanentes, tanto a los individuos en su vida cotidiana por el impacto que tiene en sus salarios, como al mundo empresarial vinculado con la posible pérdida de capital (si no queda cubierto en cada transacción) y por la falta de previsibilidad para desarrollar un negocio a largo plazo.