Globalización económica, incertidumbre y riesgos: implicancias de la crisis en Ucrania

La invasión rusa agrega un factor adicional a mercados donde los riesgos climáticos, sanitarios y geopolíticos vienen desde hace más de dos años marcando un incremento en los niveles de incertidumbre

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Soldados ucranianos buscan frenar el avance ruso en Kiev
Soldados ucranianos buscan frenar el avance ruso en Kiev

El conflicto de las últimas semanas entre Rusia y Ucrania, con la OTAN de fondo, escaló este jueves a partir de la decisión de Moscú de atacar el territorio ucraniano. El hecho sacudió los tableros de las Relaciones Internacionales, que venían marcadas por el ritmo de la competencia entre China y EEUU y los efectos de la pandemia. Mientras que aún resulta prematuro definir si se trata de un evento con capacidad de cambiar el juego geopolítico internacional (game changer) o si es por el contrario una expresión más en un largo proceso en curso, sí podemos identificar sus efectos e implicancia inmediatas en la dimensión económica.

El primer punto a señalar es cómo este conflicto muestra la vigencia de la globalización económica. Hay que tener en cuenta que si bien a lo largo de 2020 y 2021 mucho se habló sobre la así llamada “crisis de globalización” y los procesos de re-shoring, en los hechos los mercados se mantuvieron fuertemente interconectados. En consecuencia, los flujos de comercio, inversiones y finanzas actúan como distribuidores y amplificadores del conflicto ruso-ucraniano a nivel global.

En concreto en la coyuntura actual se observan tres mecanismos de transmisión de corto plazo que amplifican globalmente los efectos económicos del conflicto: en primer término, la expectativa que el conflicto produce respecto de restricciones o limitaciones sobre la oferta de bienes y servicios producidos en Ucrania y Rusia, en segundo lugar, los impactos externos de las sanciones económicas que otros países imponen a Rusia y a los territorios de las provincias de Donetsk y Luhansk ocupados, y tercero, la reacción que provoca la aversión de los mercados a la incertidumbre generada por el conflicto militar. Estos mecanismos disparan a su vez reacciones más amplias en el sistema internacional fuertemente interconectado, expandiendo los riesgos. Así, aún si el conflicto acontece a miles de kilómetros de la Argentina, sus implicancias no se acotan a ese territorio y se vuelven globales.

En términos de mercados, Rusia y Ucrania son dos de los principales productores agrícolas del hemisferio norte. Rusia es el principal productor y exportador de trigo a nivel mundial, en tanto que Ucrania es el quinto. Ucrania además tiene un rol importante en el comercio de maíz (4º a nivel global), semilla de girasol (10º), cebada (2º productor y 4º exportador), y soja (7º mundial). Rusia es además el segundo exportador de gas natural del mundo, y también el origen de metales claves como el paladio. En total Rusia explica el un 1.89% de las exportaciones mundiales y Ucrania el 0.28%, según datos de la Organización Mundial de Comercio. El conflicto en el corto plazo genera incertidumbre sobre la disponibilidad de cereales en el mundo, y también sobre la previsibilidad de los flujos de gas, por lo que los precios han reaccionado al alza.

En el mediano plazo, la limitación de la oferta puede provocar problemas de abastecimiento en las cadenas de valor, especialmente en Europa, además de dificultades energéticas. Sin embargo, los efectos no se limitan al aprovisionamiento directo de bienes, sino también al propio incremento de precios. Este aumento se produce en un contexto global signado por alta incertidumbre, disrupciones en las cadenas de valor e incremento sostenido de precios de los alimentos y de los fletes internacionales, que ha llevado a identificar una nueva etapa de inflación global con efectos negativos sobre las proyecciones de crecimiento económico mundiales. A modo de ejemplo, según el último reporte del INDEC en enero de 2022, el valor del flete internacional (dólares/toneladas) fue 121,4% superior al de igual período de 2021 y 125,2% superior al de enero de 2020 (69,5 dólares por toneladas.

En cuanto a las sanciones económicas, EEUU, la Unión Europea, Japón, Australia, Reino Unido y Canadá dispusieron medidas en las primeras horas del ataque, buscando limitar el acceso a recursos para la expansión militar rusa. Entre otros, se incluye la prohibición a la compra o venta de instrumentos de valores y monetarios rusos, el congelamiento de cuentas bancarias de empresas rusas vinculadas a energía y abastecimiento militar, la prohibición de importaciones de ciertos productos rusos y de las regiones ocupadas, así como la restricción a las exportaciones de bienes de uso dual, armas, tecnología aplicada a la producción y explotación de petróleo. También se dispusieron restricciones de viajes y Alemania anunció la suspensión del proceso de certificación del gasoducto Nord Stream 2, que conectaría a este país con Rusia.

Solo entre las medidas de EEUU se estima un volumen afectado de 1 trillón de dólares. Por otro lado, cabe notar que estos anuncios no parecen haber amedrentado la conducta rusa. Aun así, lo que no apareció –por el momento- como un instrumento de sanción económica es la exclusión de Rusia del sistema SWIFT, el sistema de comunicación financiera más grande del mundo. Esta medida dejaría a Rusia sin posibilidad de ingresar divisas desde occidente, pero también afectaría el cobro por parte de otros actores y a mediano y largo plazo, reduciría la confianza misma en el sistema, marcando los límites de este instrumento.

Las reacciones de los mercados han ido más allá de los precios de los bienes mencionados y de este conjunto de sanciones. La incertidumbre que provoca el conflicto llevó a la caída estrepitosa de la bolsa de valores de Moscú al iniciar el ataque, al tiempo que el rublo sufrió una fuerte devaluación. En otros mercados, las bolsas también cayeron. Por su parte, los activos considerados más seguros como el oro, fueron al alza, en un movimiento de los flujos financieros en búsqueda de mayor seguridad. Así, termina acentuando una tendencia preexistente donde los riesgos globales van al alza, marcando una vez más que un rasgo prevaleciente de estos tiempos es el de la incertidumbre y la extensión del riego. Las alertas deberían encenderse si esta incertidumbre se proyecta en el largo plazo y termina precipitando procesos de incrementos de tasa de interés (con efectos graves sobre la abultada deuda global y las condiciones de crédito internacional), y de incremento de los seguros internacionales (con consecuencias sobre los costos del comercio internacional).

En suma, el conflicto ruso-ucraniano agrega un factor adicional a mercados donde los riesgos climáticos, sanitarios y geopolíticos vienen desde hace más de dos años marcando un incremento en los niveles de incertidumbre sobre los que funciona la economía internacional. El conflicto impacta en una economía global cuya recuperación pos pandemia viene siendo geográficamente asimétrica, y donde se extendieron las disrupciones en las cadenas de valor por problemas de logística y de abastecimiento de industrias claves como la de semiconductores; donde se expandió la deuda global, se incrementaron los niveles de precios, especialmente en alimentos. Incluso antes de estallar el conflicto, las perspectivas de crecimiento económico para 2022 ya marcaban una moderación respecto de 2021, con una contracción del crecimiento global de 5.9% al 4.4%. y una proyección de 3.8% en 2023.  En términos comerciales, el último reporte de la OMC indicaba un crecimiento del comercio global menos acelerado para el último cuatrimestre de 2021, y perspectivas moderadas para los próximos meses.

Mientras se especula respecto de si la suba de algunos precios puede provocar ganadores coyunturales entre el sector agroexportador, las variables aquí analizadas sugieren que las pérdidas y riesgos globales sobrepasan tales beneficios. La dimensión económica de la globalización actúa como mecanismo expansivo de una crisis que parece lejana pero no lo es. La clave en términos de proyección de riesgos está en la extensión temporal y geográfica del conflicto, siendo entonces que el mejor escenario es el de la paz.

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