Caballos en llamas

Corrientes arde, revela la impiedad, la ineptitud y el enanismo de un sistema invertebrado a cargo de personas designadas al voleo o para ocupar casilleros en el juego del poder

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Corrientes en llamas (Franco Fafasuli)
Corrientes en llamas (Franco Fafasuli)

Como nunca antes el sentimiento de frustración, pena y desesperación unánime de la Argentina expresa el atraso político y mental que se profundiza a cada hora. La invención de una realidad que la auténtica derrumba una y otra vez aparece ahora con su desnudez a la vista. Por cierto se han producido incendios de destrucción inimaginable aquí y en otros lugares de la Tierra. La diferencia es que Corrientes Arde revela la impiedad, la ineptitud y el enanismo de un sistema invertebrado a cargo de personas designadas al voleo o para ocupar casilleros en el juego del poder.

¿Es necesario escuchar mil veces que la sequía -la seca- influye aunque estaba previsto por el ciclo correspondiente de La Niña? Ya se sabe. Como se sabe también que el cambio en el clima juega, se niega o no: aquí, en este sitio, el ambiente se limita a invertir millones en campañas de publicidad para despertar la idea de que la basura tiene que depositarse en unos maxi tachos para lo seco, lo orgánico y así, que por lo general se ignoran. Hay quienes cierran cuando se cepillan los dientes para colaborar con la falta en el planeta. Bien, por la pequeña actitud y por quienes no tienen agua corriente: millones de argentinos no la tienen.

Los chicos recogen los papelitos de caramelos, sí, pero tal vez ignoran que hay basurales gigantes a cielo abierto, donde viven argentinos mezclados con perros esqueléticos y chanchos que alguien aprovecha como negocio. Se inauguran canillas en terrenos resecos con pompa y ceremonia.

Un chiste cruel de la demagogia o la indiferencia maquillada. No se puede ignorar que en Corrientes como en todos los incendios apocalípticos empiezan sin falta por un cigarrillo, una botella de vidrio con efecto lupa, pirómanos, especuladores que pueden esperar para comprar años después a menor precio, el asado de los irresponsables, los productores que quieren renovar pasturas aún a sabiendas que es una práctica destructiva de la capa orgánica de los campos.

Lo que produce tanta pena es que Corrientes Arde nos cuenta sin poder ocultarlo que, además del clima y el factor humano, nos pone al tanto de golpe cómo ocupa más lugar en la realidad inventada desde hace ya muchos años. Nuestras rutas son del siglo XlX, los caminos son de tierra en un ochenta por ciento. La desvergonzada monserga sobre el federalismo es que cada uno se las arregle, sobre todo si no se trata de aliados de poder central. Ha pasado siempre. Solo que se ve también siempre y no se consigue o no se intenta disfrazar la incapacidad para ligar las regiones, armonizar, relacionarse y procurar alguna cohesión. Así es como Corrientes ha sido abandonada y a la espera de los dioses de la lluvia.

Estamos hablando de la posibilidad de que una provincia sea calcinada. Las pérdidas se calculan en decenas de miles de millones, el cálculo de recuperación algún día será larga. Se trata de la producción agrícola, de la ganadería, la fauna silvestre, de bomberos voluntarios -los camiones son del sesenta y pocos- que desfallecen, del humo que se respira. Todo es de una impotencia enorme, y sensibiliza en especial la recuperación lograda por especies que se lograron casi milagrosamente a su medio natural.

Se habla de los esteros donde los yacarés huyen con paso lento y de los yaguaretés reincorporados con un macho traído desde Brasil y una hembra, como un cuento mágico de creación de vida, nacieron crías. Obra de productores, empresarios de turismo, paisanos duros y orgullosos por contribuir con destreza incomparable -estribos en patas al modo correntino de campo- con sus reglas formidables para que nada rompa los que es serenidad y equilibrio. Pongamos en este punto la compra para la donación como parque nacional de Douglas Tompkins y su mujer para mantener la naturaleza y preservarla y pudieran verla nuevas generaciones. Pongamos a ese respecto a quienes atacaron candados a martillazos, violaron tranqueras como absurda protesta por lo donado en nombre “del pueblo”, cuya representación se atribuyeron y se atribuyen, en defensa del agua que, arguyen, nos quieren robar. La realidad inventada se abastece de delirantes y mercenarios, es combustible importante.

Juan Cabandié, ministro de Ambiente
Juan Cabandié, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible

Poliministros

Recordemos Australia -koalas y canguros carbonizados-, los de los Estados Unidos con frecuencia, nuestro Sur. Se producen incendios. Hay un mapa en Internet con una gran cantidad de regiones en rojo al mismo tiempo. Lo mínimo, nos dice la realidad inventada, ha de ocuparse entonces de prever y reducir los daños. No es así. Aquí tenemos poliministros que sirven, parece, para toda función.

El mismo que va a Justicia, va a Economía -algo menos pero puede andar-, a Educación, a Interior, a Relaciones Exteriores. Un fenómeno de transformismo que nadie puede empardar. Se ve en cada período. Las renovaciones son funciones teatrales: se mueven de un cuadradito a otro y ya está, da lo mismo. Importa poner una pica en Flandes, uno de los nuestros. La idoneidad es lo de menos: ya harán algo con las centurias de asesores.

Corrientes Arde. Ahora le toca al ministro Cabandié. Lo pusieron en Medio Ambiente. Sus antecedentes, su idoneidad en la materia son difíciles de encontrar. En la misma ruleta cayeron la bola del rabino Bergman y María Julia en su momento. Se producen responsabilidades cruzadas, el ministro sostiene que se le dio aviso tarde y que son culpables en mayor medida los productores. El gobernador Valdés reprocha la poca ayuda necesaria y hace un comunicado que incluye la palabra “nobiembre” (sic), así, cosas que pasan con tantos nervios. Reconoce que solo espera el diluvio. El ministro, qué puede hacer, no puede detenerlo ni tiró un fósforo. Es más: ni siquiera estuvo en Corrientes como quienes se presentaron con cámaras, guión y helicóptero, un espectáculo, tal vez para hacer un documental o una de héroes para Netflix.

Corrientes Arde les queda a todos cerca, viva donde viva, esté donde esté. Es la diferencia con otros fuegos desatados. Hay algo diferente. Lloverá. A una hora de un día de febrero, lloverá. La realidad inventada no camina y los que sufren, pierden todo, arden, no serán olvidados porque alcanzó a un país. Los humanos han llegado a un límite y los caballos galopan en llamas.

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